Una semana después
—¿Me puedes explicar qué es lo que te pasa?
Sarocha gira la silla en la que Rebecca lleva rato escribiendo de una forma tan compulsiva que la tiene asustada. La escritora toledana le coge la cara con cariño e intenta descubrir qué es lo que la mantiene en ese estado.
—Nada —miente como una bellaca la más joven de las dos e intenta girarse para continuar aporreando las teclas.
—No me mientas —contesta Sarocha seria—, si no quieres explicarme lo que ocurre, no pasa nada. Solo quiero saber si estás bien. Después de aquella visita de Heng, ambas pusieron de su parte.
En el trastero de la casa que comparten de forma temporal, consiguieron una gran pizarra en la que marcaron los días de la semana y los capítulos que deberían quedar escritos a diario. Al principio una se quedaba en el ordenador y la otra salía de la casa para dar un paseo tal y como habían acordado, pero, al tercer día, se dieron cuenta de que preferían estar cerca mientras trabajaban, así que, armándose de voluntad, se esforzaron por encontrar la manera de trabajar y cumplir sus objetivos sin que ninguna tuviera que ausentarse, y quedaron encantadas cuando se dieron cuenta de que eran capaces de hacer las dos cosas; cumplir con el objetivo y follar hasta caer agotadas.
Se han puesto al día con los retrasos del manuscrito, pero al mismo tiempo, también se han acercado mucho. Están enganchadas la una a la otra, aunque ninguna lo mencione en voz alta e incluso se lo nieguen para sí mismas.
—Estoy bien, de verdad —insiste Rebecca.
Sarocha sabe que miente, cada vez que le habla a la escritora de Apellidos britanicos, esta le contesta con monosílabos, ni siquiera ha tocado ese café espresso que tanto le gusta; y la tostada que hace más de una hora le ha preparado, se ha quedado fría sobre la mesa.
—Como quieras, pero que sepas que odio que me mientan.
—Solo estoy nerviosa —suelta Rebecca al ver que Sarocha está a punto de salir del salón.
La escritora toledana se gira y la observa, valorativa. Rebecca se da cuenta de que su respuesta no es suficiente, así que decide ir con todo y le pide lo que realmente necesita en ese momento.
—No te miento, Sarocha —dice mirándola fijamente—, me he levantado muy inquieta esta mañana, pero necesito relajarme y estaría muy bien que me follases ahora mismo, porque te veo ahí mirándome así de ceñuda y me pongo muy cachonda.
Sarocha no se esperaba semejante respuesta, pero la petición de Rebecca no va a caer en saco roto porque su sexo se ha sacudido de excitación y ahora solo puede pensar en darle lo que le pide. No dice nada, se acerca con calma hasta la mesa que ambas usan para trabajar, gira un poco la silla de Rebecca y se arrodilla frente a ella sin dejar de mirarla. A la escritora porno se le acelera el corazón y de inmediato se humedece al anticipar lo que va a ocurrir. Desde que las dos mujeres empezaron a acostarse, Rebecca ha sentido una debilidad tremenda por la lengua de Sarocha. Tiene un gran historial de conquistas, pero la escritora toledana es, sin duda, con la que más ha disfrutado en la cama.
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Palabras en Disputa (Freenbecky)
FanficSarocha Chankimha ha forjado una sólida trayectoria en el mundo editorial, destacándose por su humildad y sentido común. Por otro lado, Rebecca Armstrong es la escritora del momento, pero su descomunal ego no pasa desapercibido. Ambas se cruzan en u...