-Enterraste a Sophie junto a tu padre.
-¿Y dónde más lo haría?
La dura voz de Enid envió un escalofrío por la espina dorsal de la mujer, pero no se volteó a mirar a su hija, sino que siguió viendo las dos tumbas, una más antigua que la otra. La del padre de Enid estaba un poco desgastada, con sólo un ramo de flores, pero la de Sophie...
Para Enid, Sophie había sido como una flor, por lo que haría que su tumba siempre estuviera rodeara de miles de flores.
La mujer dejó el ramillete de rosas que compró sobre la tumba de su hija para luego dejar el de claveles sobre su ex esposo.
-Nini...
-¿Cuándo vas a irte? -le interrumpió Enid desviando la vista, sin querer mirar a su madre a los ojos.
Esther puso una expresión triste, queriendo acercarla contra ella y darle un abrazo como cuando era pequeña, revolverle el cabello para luego decirle que todo estaría bien, que mamá la iba a cuidar siempre.
Recordaba la sonrisita de sol que Enid ponía siempre, transmitiendo tanta felicidad con ese simple gesto, y se lamentó no poder verla nunca más. Se lamentó por ver tanto dolor en los ojos de Enid y sólo una mueca incómoda en su rostro.
-Quiero hablar contigo, hija.
-No-Enid retrocedió, negando con la cabeza. -No me llames así. No tienes el derecho para hacerlo.
-Bebé...
-Nos abandonaste -su voz se quebró -. Dejaste a papá, desapareciste de un día para otro, no diste ninguna señal de vida. ¿Sabes lo horrible que fue?
Enid se recordaba a sí misma a la edad de cinco años, las primeras semanas que su mamá ya no estaba, yendo a la ventanita del comedor a asomarse, esperando que un día ella apareciera por la calle, sonriendo, preguntándole cómo estaba. Y Enid sólo la abrazaría, diciéndole que la extrañó mucho, sin importarle que hubiera estado lejos tanto tiempo.
Pero Sophie, mayor que ella, se había dado cuenta de que su madre no volvería, y cada día le decía que se alejara de la ventana, que Esther no iba a regresar. Sin embargo, Enid era terca, y estuvo mirando por la ventana cada día hasta que fue la segunda Navidad sin mamá, y papá llegó borracho, llorando, lamentando que su esposa no estuviera con ellos.
Enid había tenido tanto miedo de su padre que no le quedó más que asumir que mamá nunca iba a regresar.
-¿Por qué volviste? -susurró.
Los labios de la mujer temblaron.
-Porque quiero llevarte conmigo.
Enid se volteó con expresión sorprendida.
-¿Qué?
-Yo... -Esther puso una expresión de vergüenza-. Cuando tu padre murió, Nini, Sophie se contactó conmigo.
Enid abrió la boca, aturdida, sin poder creer un poco lo que su madre estaba diciendo. Quiso protestar, reclamar, quejarse, pero ninguna palabra salía de su boca.
-Ella me dijo que... que si algo llegaba a pasarte, tenía que prometerle que debía hacerme cargo de ti, que era la única forma de... de redimirme con ustedes -los ojos de Esther se llenaron de lágrimas -. Quería llevarlas conmigo a Ottawa, donde...
-Ottawa? ¿Canada? -de pronto, Enid sintió como se quedaba sin aire, como algo dentro de ella se removía.
-Cuando me divorcié de tu padre, yo... regresé a Canadá y conocí a otro hombre -Enid sintió su estómago revuelto.- Nos casamos unos años después y nos mudamos a Ottawa. Luego de que tu padre muriera, quería que ustedes se fueran conmigo, que vivieran con nosotros y sus medios hermanos...
-Espera, espera -Enid sintió que iba a vomitar, de eso estaba segura-. Me estás diciendo que... que nos abandonaste, conociste a otro hombre con el que formaste una familia, y ¿no abandonaste a sus hijos como hiciste con nosotras? -de pronto, comenzó a reírse de forma histérica, aturdida, dolida, sin poder creerlo un poco.- ¿Por qué? ¡¿Por qué?!
-Nunca quise a tu padre, Enid- Esther comenzó a llorar-. Nunca quise hijos con él, pero... pero Sophie fue un accidente, y luego llegaste tú, y no podía... no podía seguir con tu padre…
Enid necesitaba que alguien la abrazara, que alguien la sostuviera en ese momento, que alguien le dijera que todo estaría bien aunque no fuera más que una vil mentira.
Alguien como Wednesday.
Sus manos temblaron, buscando marcar su número, pedirle perdón, rogar para que fuera a buscarla y la abrazara como nunca lo había hecho antes, pero entonces recordó el dolor en los ojos de su gatito, el dolor que le causó, y se dijo que quizás, sólo quizás, se merecía todo ese dolor que estaba sintiendo ahora.
-Cuando tu padre murió yo quería que fueran conmigo porque ustedes no tenían la culpa de nada -prosiguió su mamá tratando de tranquilizarse.-Sin embargo, Sophie me dijo que no, que ustedes estaban bien sin mi ayuda, y sólo cuando... sólo cuando ella muriera, podías decidir si venir conmigo o no -Esther dio un paso, temblorosa-. Ven conmigo a Ottawa, Nini bebé.
Que la llamara así la quebró por completo.
Ignorando sus llamados, se giró y salió corriendo del cementerio, sintiendo sus mejillas encharcadas, sus ojos llenos de lágrimas, su corazón roto.
Corrió, corrió y corrió ignorando que estaba cansada, que su costado dolía.
Lo único que necesitaba era un abrazo.
Tocó la puerta de la casa, y cuando Xavier abrió con expresión aturdida, se derrumbó por completo.
Y Xavier no preguntó nada, sólo la abrazó, queriendo calmar el destrozado llanto de su mejor amiga.
Tú, Enid y Wednesday;
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Novia de Alquiler
RomanceWednesday Addams odia las cosas del amor, y sobre todo, las novias. Su madre desea que tenga una pareja para que así sea feliz y deje de ser tan amargada, así que decide "alquilar" a una chica con una preciosa sonrisa, Enid Sinclair, para que sea la...