Epilogo

934 93 18
                                    

Las vacaciones finalmente habían llegado, y Wednesday no dudó ni un segundo en hacer lo que había estado planeando en silencio durante meses: correr hacia Enid

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las vacaciones finalmente habían llegado, y Wednesday no dudó ni un segundo en hacer lo que había estado planeando en silencio durante meses: correr hacia Enid. Esa misma noche, sin dar explicaciones más allá de un simple "Estoy ocupada" a su madre, compró un vuelo directo a Canadá. La decisión fue impulsiva, pero la necesidad de ver a Enid, de estar con ella de nuevo, era innegable.

Aunque ambas se habían mantenido en contacto desde que Enid se había mudado, las cosas no habían sido las mismas. Las videollamadas y los mensajes de texto apenas lograban llenar el vacío dejado por la ausencia física. Wednesday había acompañado a Enid en su mudanza, supervisando con mirada crítica cada detalle, pero desde entonces, una inquietud constante la había invadido.

Ahora, atrapada en el avión, mirando por la ventanilla con su habitual semblante serio, sentía cómo las horas se arrastraban. Las casi seis horas de vuelo se le estaban haciendo insoportables. El frío aire acondicionado del avión no ayudaba a enfriar la agitación interna que había estado creciendo en su pecho.

"¿Cómo será estar en con ella de nuevo?", pensó fugazmente. No lo admitiría en voz alta, pero el hecho de ver de nuevo a Enid, en su propio territorio, la descolocaba de maneras que ni siquiera la tortura más sádica lo haría.

La azafata pasó ofreciendo bebidas. Wednesday la ignoró, como siempre hacía con cualquier intento de conversación no necesario. En su mente solo rondaba una imagen: Enid. Esa sonrisa brillante que tanto amaba por lo escandalosa que era, pero que en el fondo extrañaba más de lo que se atrevería a confesar.

-Quisiera que el avión aterrizara ya- murmuró para sí misma. Sabía que las ansias eran irracionales, pero eso no las hacía menos reales.

Justo en ese momento, su teléfono vibró en el bolsillo. Era un mensaje de Mark

Mark: "¡No puedo creer que ya estés en camino! ¡Estoy tan emocionado de verte! 😄 ¿Trajiste lo que te pedí?"

Wednesday frunció el ceño, riendo por recordar el chantaje ridículo de Mark. Pero en lugar de ignorarlo, contestó con rapidez.

Wednesday: "Lo que pidió era ridículo. Sin embargo, lo tengo."

No pasaron más de cinco segundos antes de que el teléfono volviera a vibrar.

Mark: "Sabía que lo traerías. ¡Eres la mejor nuera, willa "

El ceño de Wednesday se profundizó ante el apodo, pero una pequeña sonrisa —apenas perceptible— cruzó sus labios por un breve segundo. Estaba ansiosa, sí, pero no de la forma en que cualquiera lo estaría. Era una ansiedad contenida, una que ni siquiera ella sabía manejar.

El capitán anunció que comenzarían el descenso. Al fin, pensó.

Mientras el avión empezaba su descenso hacia la pista, Wednesday se aferró con fuerza a los brazos del asiento, no por miedo, sino por la inminencia del momento. Mark estaría esperándola en el aeropuerto, probablemente con esa camisa llena de colores chillosos que siempre llevaba. Y a pesar de lo mucho que odiaba esa prenda, en el fondo... estaba deseando verla.

Novia de AlquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora