Wednesday Addams odia las cosas del amor, y sobre todo, las novias. Su madre desea que tenga una pareja para que así sea feliz y deje de ser tan amargada, así que decide "alquilar" a una chica con una preciosa sonrisa, Enid Sinclair, para que sea la...
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Wednesday quería imaginar que el comportamiento bipolar de Enid se debía a que la chica estaba con la menstruación, pero eso sería algo feo de insinuar.
Sin embargo, no había otra forma de explicar que Enid le sonriera a todo el mundo cuando estaban juntas, tratándola con cariño y ternura, diciéndole gatito y sacaba su lado meloso, para que apenas quedaran a solas, soltara su mano y no dijera más.
Al parecer, Enid se estaba tomando su papel en serio de ser su novia falsa, y eso le hería. Se justificaba diciendo que era porque creía tener una relación de amistad con la muchacha, no era porque la estuviera empezando a querer, por supuesto que no.
Así que cuando Enid entró a la cocina, la miró con un puchero mal disimulado, sin saber por qué.
Pero Enid la ignoró, y Wednesday quería protestar, porque no podía ignorar sus pucheros. ¡Sus pucheros eran adorables, por el amor a Jesucristo!
Ay, ¿qué estaba pensando?
-Hola Enid, ¿cómo estás? -saludó su mamá entrando a la cocina. -Oh, ¿trajiste pastelitos?
-Hola suegrita-la rubia dejó la caja sobre la mesa-. Los hice especialmente para usted.
-¿Y para mí? -Wednesday extendió una mano para agarrar uno, pero su mamá le dio un manotazo.
-¡Son míos, Wednesday Addams! -se quejó ella.
-¡Eres mi madre! -protestó la de ojos gatunos.
-¡Te lo he dado todo, pero no te daré de mis pastelitos!
-¡Pero mamá!
-¡¿QUIERES LA CHANCLA, WEDNESDAY?!
Wednesday se volvió a sentar, enfurruñada, murmurando por lo bajo. Sin embargo, de pronto Enid se sentó en sus piernas, sonriendo.
-No te preocupes, gatito, te hice un pastelito especial para ti -Wednesday, sin pensarlo, pasó sus brazos por la cintura de Enid, mirándola a los ojos.
-¿De verdad lo hiciste, cachetitos?- Wednesday miró la forma en que mordía su labio inferior, y algo parecía calentarse en su interior.
-Sí -Enid se inclinó, dándole un beso en los labios, y Wednesday parpadeó por la sorpresa.
Desde ese primer beso que compartieron habían pasado dos semanas, y Enid actuó como que no ocurrió, así que el hecho de que la besara ahora tan repentinamente la hizo sentir extraña.
Pero sólo fue un beso suave, un simple roce entre ambos labios.
-Te quiero, gatito -murmuró la menor.
A Wednesday no le importaba si lo decía en serio o no. De cualquier forma, la hacía sentir cálida, enternecida, calmada.
-Aaaaaaaaay, ¡son tan lindas!
Ambas salieron de su burbuja cuando el flash del celular de Morticia las dejó medio ciegas.
Enid se puso de pie con las mejilla repentinamente ruborizadas, en tanto Wednesday frunció el ceño mirando a su progenitora con desaprobación, quien las ignoraba mientras chillaba al ver la fotografía que sacó.
-¡Se la enviaré a todas mis amigas!- estaba diciendo mientras salía de la cocina.
Wednesday suspiró, sin comprender un poco a su mamá, y se puso de pie, tomando su mochila.
Luego, arrugó los labios percatándose de algo.
-Ens -la aludida la miró, todavía un poco ruborizada. -¿Cuándo me mostrarás tu casa?
Enid se tensó.
Luego, trató de relajar sus hombros.
-No es necesario- la rubia hizo un gesto despreocupado-. Después de todo, nos quedan sólo cuatro meses juntas.
¿Por qué cuando Enid decía eso algo parecía doler en su interior?
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