XLIV

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Su mamá estaba ya con un ataque de histeria mientras tomaba del vaso de su café, sollozando a pesar de que todavía no se fuera.

-Mamá, el avión no sale en dos horas le dijo con exasperación.

-¡Cállate! -lloró limpiando sus ojos -. ¡Vas a dejar a tu madre sola, triste y abandonada!

-Mamá, sé que te estás viendo con el vecino, las paredes de la casa son delgadas.

-Ay, al menos ya no tengo que darte esa noticia -su madre se limpió las lágrimas, echando su cabello hacia atrás en un gesto de diva-. Vamos, Yoko, arréglame que se me corrió el maquillaje.

-Como diga, señora.

-Y tú, chico alto, ¿te sirvió la crema que te mandé?

-Sí, señora, ahora su culito es suavecito -contestó Ajax sonriendo.

-¡Ajax!

-Suavecito y apretable -agregó Ottinger.

-¡Eugene!

Wednesday no quería saber qué se traían esas tres, así que sólo rodó los ojos, viendo por décima vez el boleto de su avión mientras su mamá iba al baño con Yoko hablándole sobre maquillaje o algo así.

-Creí que Enid vendría -dijo Ajax de pronto, mirando por el enorme pasillo.

Wednesday sintió una punzada de culpa en su pecho.

-Nos despedimos anoche -mentira. No se habían visto desde la noche de Año Nuevo.-No quería venir, ya sabes como es Enid. Ahora estaría llena de mocos y lágrimas.

Ajax suspiró, negando con la cabeza, para luego mirar a Xavier.

-Iré a comprar algo para comer, ya vuelvo -dijo marchándose.

Xavier refunfuñó una respuesta, todavía molesta, y Eugene comenzó a estirarle las mejillas para tratar de relajarlo aunque estaba logrando todo lo contrario.

-Recuerdo cuando eras sólo una mocosa gruñona y odiosa -dijo Divina fingiendo limpiarse una lágrima-. Ahora ya no eres una mocosa.

-Voy a matarte -murmuró Wednesday, distraída totalmente.

De alguna triste forma, también esperaba que Enid apareciera de pronto, se lanzara a sus brazos y le llenara el rostro de besos, chillándole al oído como solía hacer, riéndose y haciéndola reír.

Pero sabía que era imposible, porque Enid seguía sin saber nada.

Y no importaba cuanto se lo repitiera, Wednesday no podía convencerse de que la decisión que había tomado fue la correcta.

「* * *」

Enid bostezó, retorciéndose entre sus sábanas, viendo la hora antes de contestar a la llamada. Eran las diez de la mañana, ¿quién la podía estar molestando?

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