capitulo 24

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Bajó las escaleras hacia el comedor, donde el aroma del desayuno recién hecho flotaba en el aire. Los James ya estaba reunida alrededor de la mesa, y él notó las miradas curiosas que le dirigían. Ares disfrutaba de esa atención, del poder que emanaba al ser el centro de su mundo.

Mientras se sentaba en la mesa, dejó caer una broma que resonó en el ambiente.

-Siempre me he preguntado cómo se puede ser tan perfecto, pero hay algunas cosas que son innegables. No todos pueden mantener su imagen limpia por mucho tiempo.

Una risa nerviosa corrió entre sus hermanas, y él pudo ver a Rachel tensarse en su silla, el rubor de sus mejillas traicionándola. Disfrutaba el juego, la tensión palpable en el aire, sin necesidad de mencionar nombres. Ares sabía que ella sabía a qué se refería y se deleitaba con la idea de que estaba a un paso de ser descubierta.

Después de un momento, se inclinó hacia Emma y dejó un beso suave en su cien.

-Cuida de ti- murmuró, la voz baja y protectora. Su mirada se desvió hacia la puerta; el deseo de volver a Gracia lo impulsaba.

Se levantó de la mesa, ignorando las miradas curiosas que lo seguían, y se dirigió hacia la salida. Con cada paso que daba, sentía la presión de las miradas de la familia, pero su mente estaba lejos de allí. Era el momento de regresar a su mundo, donde las sombras lo abrazaban y la lealtad no significaba nada.

Al salir, una sonrisa cruel se dibujó en su rostro.

★★★†★★★

Se sentó en la lujosa cabina de su jet privado, un ambiente que reflejaba su estilo de vida opulento. La madera pulida y los asientos de cuero suave eran un testimonio de su éxito. Mientras el piloto se preparaba para despegar, el revisó los documentos de lo que haría en su tableta, asegurándose de que todo estuviera en orden. El suave zumbido de los motores lo acompañaba mientras el avión se elevaba por encima de las nubes, llevándolo hacia Escocia, su próximo destino.

A medida que el paisaje se desvanecía en la distancia, se sintió cada vez más convencido de que estaba en el cerca.

Al aterrizar en un aeródromo privado cerca de la mansión MacLeond, bajó del jet con una actitud de confianza. La brisa fresca de Escocia le dio la bienvenida mientras se dirigía a su Lamborghini, Se subió al coche, sintiendo el potente motor rugir al encenderse. Sabía que no solo estaba conduciendo un automóvil; estaba manejando un símbolo de su éxito.

El viaje hacia la mansión fue emocionante, la carretera serpenteaba a través de un paisaje verde y montañoso. Ares disfrutaba de la velocidad, acelerando en las rectas y tomando las curvas con precisión. La adrenalina corría por sus venas, Cada kilómetro que avanzaba lo acercaba más a su objetivo.

Al llegar a la mansión, el Lamborghini se detuvo con un suave chirrido de frenos. salió del vehículo, listo.

Sin perder tiempo, sacó su arma y avanzó hacia la entrada. La noche escocesa envolvía el lugar en una penumbra inquietante, pero se movía como un espectro, dispuesto a llevar a cabo su misión.

Los guardias, confiados en su vigilancia, no vieron venir el peligro. disparó con precisión, eliminando a los dos hombres de la entrada antes de que pudieran reaccionar. Su cuerpo cayó al suelo, y el eco de los disparos resonó en el aire. Con cada vida que se extinguía, se sentía más poderoso, más vivo.

Con la seguridad despejada, entró en la mansión, la lujosa decoración contrastaba con la brutalidad que estaba a punto de desatar. Se dirigió hacia la sala principal, donde encontró a Ralph MacLeond y su esposa. La sorpresa en sus rostros fue inmediata, pero no les dio tiempo a asimilarlo. Sin vacilar, disparó, el sonido del arma resonando en la habitación como un presagio de muerte.

El dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora