El helicóptero descendía suavemente sobre la pista de aterrizaje de Kantreon, levantando polvo y arena a su alrededor. Desde el aire, la fortaleza parecía aún más imponente, un recordatorio de lo que el griego había construido en secreto. La estructura de acero y concreto, los hangares repletos de aviones, los barcos militares anclados en el puerto, y las patrullas constantes, todo estaba funcionando a la perfección. Kantreon era una máquina lista para ser activada.
Ares, sentado al lado de Ana y Giorgos, apenas mostraba emoción. Sabía que esto no era más que una breve parada antes de volver a Grecia. Sin embargo, había un último asunto que quería resolver antes de retomar el control total de sus operaciones. Uno que cambiaría todo.
-Daremos una vuelta rápida por las instalaciones y luego nos reuniremos en la sala de guerra -aspecto con tono calmado mientras el helicóptero tocaba tierra.
Los tres descendieron de la nave, y Ares los guió a través del complejo. Cada rincón de la base operaba con precisión militar, como él lo había planeado. Soldados entrenaban en los campos de tiro, helicópteros de reconocimiento despejaban el cielo, y los hangares repletos de armamento estaban listos para cualquier situación. No había espacio para errores aquí.
-Nada fuera de lugar -comentó Giorgos, observando el ajetreo de la base-. Como siempre, todo está bajo control.
Ares asintió sin mirar a su amigo. Todo había sido diseñado para funcionar sin él, pero ahora tenían una nueva pieza en su arsenal. Una pieza que cambiaría las reglas del juego.
Unos minutos después, llegaron a la sala de guerra. Las luces eran bajas, proyectando sombras sobre las paredes metálicas, mientras el equipo de confianza se reunía alrededor de la mesa de operaciones. En el centro de la mesa flotaba el holograma de un dispositivo pequeño pero intimidante, su diseño afilado y futurista.
Ares se colocó al frente, mirando a su equipo con frialdad antes de hablar.
-Es hora de revelar nuestra mayor ventaja -anunció, señalando el holograma que flotaba sobre la mesa- Este es el Ciclón, un arma electromagnética diseñada para neutralizar cualquier red de comunicaciones o sistemas eléctricos en un radio de cientos de kilómetros.
Ana frunció el ceño mientras observaba la proyección.
-¿Cómo funciona exactamente? -preguntó con curiosidad.
Ares esbozó una sonrisa apenas perceptible, mientras activaba varias imágenes adicionales en el holograma. Los diagramas detallaban las capacidades del Ciclón, desde la interferencia en señales satelitales hasta la destrucción de equipos electrónicos.
-El Ciclón no solo bloquea las comunicaciones, también puede inutilizar cualquier dispositivo electrónico. Una vez activado, radares, sistemas de navegación y hasta armamento guiado se volverán inservibles en cuestión de segundos. -Pausó, dejando que el peso de sus palabras calara en todos-Esto nos hace invisibles. Nadie podrá rastrearnos, y quien intente detenernos quedará indefenso.
Giorgos soltó una exclamación baja, impresionado.
-Esto... esto es un arma de otro nivel -murmuró, mientras Ana observaba más de cerca los detalles técnicos en el holograma.
-¿Y cómo lo implementaremos? -preguntó Ana-. ¿Tenemos suficiente capacidad para usarlo sin alertar a los gobiernos?
Ares asintió, siempre un paso por delante.
-Lo activaremos en Grecia, cuando sea el momento adecuado. Atenas ya no es segura para nuestras operaciones a gran escala, pero con el Ciclón, eliminaremos cualquier amenaza antes de que siquiera se den cuenta de que estamos ahí-Sus ojos brillaron con una intensidad fría-A partir de ahora, controlamos el terreno. Y nadie, ni siquiera el gobierno, podrá hacer nada al respecto.

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El dragón
Fiksyen Peminat"Ares Galanis, el enigmático líder de Los Dragones, se sentaba en su trono , sus ojos azules brillantes dominando la habitación con una autoridad implacable. Su cabello negro y despeinado caía sobre su frente, y su sonrisa era una mueca de desdén qu...