capitulo 23

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Regresó a la central de Grecia después de dos semanas, supuestamente de vacaciones. Al entrar, el ambiente era tenso, pero eso no lo afectaba. Caminó con paso firme hacia la sala de operaciones, donde lo esperaban el general y Rodríguez.

-¡Mira quién ha vuelto de su viaje romántico!- exclamó el general, con una sonrisa burlona. -¿Te fue bien con tu novia, coronel?-

Ares soltó una risa fría, dejando escapar sus mentiras.

-Oh, sí, muy bien. Nos pasamos la mayor parte del tiempo practicando acrobacias en la cama. Me dio un curso intensivo sobre cómo caer desde grandes alturas sin un rasguño-

Rodríguez arqueó una ceja, divertido, mientras el general soltaba una risa entre dientes.

-No sabía que tus vacaciones incluyeran entrenamiento físico, Ares.-

-Es lo que tiene ser un buen amante- respondió con un guiño.

Noto como ambos miraban su cuello y sus manos.

-Por cierto, mi novia es tatuadora. Me ayudó a completar mi colección de arte corporal. Ya sabes, para llevar un pedazo de ella siempre conmigo.

Los dos hombres miraron los tatuajes que adornaban su espalda, cuello y manos, el impresionante dragón que se extendía a lo largo de su columna vertebral y la frase en griego que marcaba su piel. El general asintió, admirado.

-Esos son unos tatuajes serios. Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Debes haberte dejado llevar-

-Más que eso- dijo con una sonrisa. -Esa mujer sabe lo que hace. Tiene un talento impresionante, casi digno de admiración-

Rodríguez rió.

-Cuidado, No quiero que empieces a dejarte seducir por el arte en lugar de por la disciplina militar-

Las palabras de broma eran solo eso, un disfraz para ocultar su verdadero propósito. A medida que se sentaba a repasar los informes, una idea comenzó a gestarse en su mente: usar la atención que había atraído para infiltrar aún más sus planes en la de la central.

★★★†★★★

Dos años pasaron, y ahora con 20 años, había dejado su huella imborrable en todo el mundo. Había tomado el apellido Galanis, el que le correspondía por derecho, dejando atrás el James, un nombre que nunca le perteneció realmente. Su transformación no fue solo simbólica: con cada paso, consolidó su imperio, forjando alianzas estratégicas y aplastando a cualquier enemigo que osara cruzarse en su camino.

El cambio de apellido causó reacciones variadas dentro de la FEMF. Algunos no podían comprender por qué abandonaría el apellido James, mientras otros reconocían que Galanis era un nombre mucho más adecuado para quien había demostrado ser. Ares no se molestó en explicar su decisión a nadie; su linaje Galanis era lo único que le importaba, y su poder estaba ligado a ese nombre, no al de una familia que nunca fue realmente la suya.

Durante estos dos años, su imperio creció. Los Dragones, su organización criminal, se expandieron por Europa, sembrando el caos y fortaleciendo su control en varias regiones. Ares no solo era temido, era venerado en el bajo mundo. Cada decisión era calculada, cada acción ejecutada con precisión.

Emma, como siempre, seguía siendo una constante en su vida. Aunque nunca lo reconocería, ella era una figura presente en momentos importantes, viajando a verlo para fechas señaladas como sus cumpleaños. No obstante, su reacción ante el cambio de apellido fue de desaprobación, algo que ella nunca expresó abiertamente, pero Ares podía notar. A pesar de esto, él cumplía cada uno de los caprichos de Emma, no por afecto, sino porque era la única persona que permanecía a su alrededor de manera constante, aunque ella no tenía influencia sobre su verdadero camino.

El dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora