Ares, conocido en todo Afganistán como "El Dragón", era un guerrero temido y respetado por su ferocidad y habilidad en el combate. A pesar de tener solo 15 años, había demostrado ser un líder nato, y su físico imponente no hacía más que aumentar su intimidante presencia.
Sus ojos azules brillantes parecían ver a través de aquellos que se le enfrentaban, y su pelo negro oscuro caía sobre su frente en una cascada de oscuridad. Su rostro era angular y fuerte, con pómulos altos y una mandíbula cuadrada que parecía esculpida en granito.
Pero detrás de esa fachada de confianza y poder, Ares era un ser vacío. La guerra lo había consumido, había perdido todo rastro de humanidad. No sentía piedad, no sentía compasión, no sentía nada. Solo existía, un ser vacío en un mundo lleno de dolor y sufrimiento.
Ares se movía con una precisión mecánica, como un autómata programado para matar y destruir. Su sonrisa, que alguna vez fue radiante y confiada, ahora era una mera sombra de lo que fue, una línea delgada y fría que cruzaba su rostro.
Y sin embargo, a pesar de su vacío interior, Ares seguía siendo un guerrero formidable, un líder nato que inspiraba temor y respeto en aquellos que lo rodeaban. Era un enigma, un ser contradictorio que parecía contener multitudes, un dragón vacío que respiraba fuego y destrucción.
Tres años habían pasado desde que llegó a Afganistán, y había demostrado ser un guerrero implacable y eficaz. Había capturado a muchos prisioneros enemigos, pero uno en particular se negaba a hablar.
se acercó al prisionero, que estaba atado a una silla en una habitación oscura y fría. El prisionero lo miró con desafío, pero Ares no se inmutó.
-Voy a obtener la información que necesito, no importa lo que tenga que hacer- aspecto, sacando un cuchillo de su cinturón.
El prisionero se rió, pero Ares podía ver el miedo en sus ojos. Comenzó a cortarle la piel, poco a poco, mientras el prisionero gritaba de dolor. Ares no se detuvo, siguió cortando y preguntando, hasta que finalmente el prisionero habló.
-¡Por favor, paren! ¡Diré todo lo que sé!- gritó el prisionero.
lo miro satisfecho. Había obtenido la información que necesitaba, y no le importaba el costo. El prisionero estaba cubierto de sangre y heridas, pero no se apiadó de él.
-Es solo el comienzo-, dijo antes de salir de la habitación y dejar al prisionero sufrir.
Sus días son una interminable sucesión de muerte y destrucción. Se despierta cada mañana con un solo propósito: matar. No hay espacio para la duda, no hay lugar para la piedad. Solo la certeza de que debe eliminar a todos aquellos que se interpongan en su camino.
Su rifle es su compañero constante, y amigo fiel. Juntos Han sembrado el caos y la muerte en las calles de Afganistán. No conoce la compasión, no conoce la misericordia. Solo conoce la emoción fría y calculadora de la batalla.
Su mente es un laberinto de estrategias y tácticas, siempre buscando la mejor manera de destruir al enemigo. No hay espacio para la reflexión, no hay tiempo para la debilidad. Solo la acción, solo la destrucción.
Y cuando el día termina, y el sol se pone sobre las ruinas de la guerra, se permito un momento de satisfacción. Un momento de orgullo por la destrucción que ha causado, por la muerte que ha sembrado.
Pero ese momento es breve, porque sabe que al día siguiente debe hacerlo todo de nuevo. Debe seguir matando, seguir destruyendo. Es su destino, es su propósito. Es el Dragón, y esta es su guerra.
Ares y su unidad recibieron la orden de limpiar la aldea de insurgentes, y se lanzó a la batalla con una ferocidad inhumana. Corrió de casa en casa, disparando a cualquiera que se le cruzara en el camino, sin importar si eran combatientes o civiles.

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El dragón
Fanfiction"Ares Galanis, el enigmático líder de Los Dragones, se sentaba en su trono , sus ojos azules brillantes dominando la habitación con una autoridad implacable. Su cabello negro y despeinado caía sobre su frente, y su sonrisa era una mueca de desdén qu...