capitulo 22

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La sala de reuniones permanecía sumida en una atmósfera cargada. Las familias más poderosas del crimen internacional habían sido convocadas para discutir una amenaza inminente, pero invisible a simple vista. Cada líder ocupaba su lugar, rodeado de sus herederos y protegidos.

Braulio Mascherano, líder indiscutido de la pirámide italiana, tenía una expresión sombría mientras sus hijos -Brandon, Antoni, Phillipe y Emily- ocupaban los asientos a su lado. La expectativa crecía en el aire.

En la otra parte de la mesa, Akin Romanov, el boss de la temida bratva rusa, observaba con frialdad. A su lado, sus hijos -Ilenko, Sasha y su hermana menor- aguardaban en silencio, analizando cada palabra y cada gesto.

Ralph MacLeod, el jefe de la mafia escocesa, ajustaba su chaqueta mientras sus hijos mellizos, Luis y Leah, lanzaban miradas penetrantes alrededor de la sala.

-Los Petrova ya no existen-comenzó Braulio, su voz grave y autoritaria-. Ese bastardo de Ares acabó con ellos. No dejó ni rastro. Todo su clan fue borrado del mapa.

Akin entrecerró los ojos, apoyando los codos sobre la mesa.

-Y no solo acabó con los Petrova. Este tal coronel no parece detenerse. Lo que me preocupa es lo que viene después,-dijo Ralph, su acento escocés marcando sus palabras- No es solo el coronel, existe también un ejército llaman los Dragones. Nadie sabe quién los lidera ni cuántos son en realidad, pero están tomando territorios en el silencio.

Los líderes intercambiaron miradas tensas. El nombre de los Dragones había comenzado a circular en los bajos fondos. Eran un ejército desconocido, misterioso, que avanzaba como una sombra sobre los territorios más estratégicos. Pero lo más preocupante era que nadie sabía quién estaba detrás.

-Lo más peligroso es el sigilo-añadió Akin, frunciendo el ceño- Si no sabemos quién está tirando de los hilos, no podemos detenerlos. Pero puedo asegurar que este ejército no es solo una facción más. Están organizados. Son letales.

Antoni Mascherano miró a su padre con una sonrisa apenas perceptible.

-Hay que destruirlos antes de que sea demasiado tarde-dijo, su voz profunda y cargada de intenciones ocultas-. Si dejamos que sigan creciendo, será imposible frenarlos.

Ilenko, el heredero de los Romanov, permaneció en silencio, observando las reacciones de los demás. "Un ejército invisible es más peligroso que cualquier mafia conocida," pensó, calculando los movimientos. Sabía que, para detener a los Dragones, primero tenían que encontrar su punto débil. Y hasta ahora, nadie sabía cuál era.

Mientras tanto, en su mente, Ilenko no podía evitar pensar en el coronel Ares. " Si no lo eliminamos ahora, se convertirá en un problema mayor del que podemos manejar."

Antoni, compartiendo un pensamiento similar, se inclinó hacia adelante.

-Sea quien sea el líder de los Dragones, se está convirtiendo en una amenaza. Y si no lo matamos a tiempo, ese ejército acabará con todos nosotros.

Braulio golpeó la mesa suavemente con los nudillos, captando la atención de todos.

-Entonces, esto es lo que haremos. Nos encargaremos de rastrear cada uno de sus movimientos. Encontraremos al líder de los Dragones, y lo destruiremos. Y en el proceso, nos desharemos del coronel James.

El silencio en la sala se rompió con la determinación final de Braulio. La amenaza de los Dragones era real, y aunque no sabían quién estaba detrás, no podían permitirse ignorarla. La reunión terminaba con un plan claro: destruir la sombra antes de que se convirtiera en un gigante incontrolable.

Mientras tanto en kantreon el aire estaba impregnado del olor a tinta y el sonido de la aguja perforando la piel resonaba en la habitación. estaba sentado, inmóvil y sereno, mientras el artista seguía delineando el imponente tatuaje que ocuparía toda su espalda. La figura de un dragón, majestuoso y feroz, extendía sus alas desde los omóplatos de hasta la parte baja de su columna. Sus escamas detalladas y los colmillos afilados daban vida a una bestia legendaria, símbolo de poder, destrucción y control absoluto. La cola del dragón envolvía uno de sus costados, enroscándose alrededor de su torso como una serpiente de fuego.

El dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora