El rugido constante del motor del avión privado retumbaba en el fondo mientras Ares miraba por la ventana. Las nubes esparcidas bajo el cielo azul reflejaban la tranquilidad del exterior, en contraste con la tensión latente en su mente. Junto a él, Ana dormía, su cabeza apoyada ligeramente en su hombro, mientras Giorgos revisaba algunos documentos en silencio. Ninguno de los tres había dicho mucho desde que despegaron, y a Ares le gustaba así. El silencio le daba espacio para pensar, para planificar.
Frente a ellos, en el horizonte, la isla de Kantreon comenzaba a aparecer, un macizo de tierra que parecía flotar en medio del vasto mar Egeo. Lo que antes había sido un enclave militar olvidado ahora sería su nuevo cuartel, su fortaleza. Una sonrisa apenas perceptible cruzó su rostro al recordar cómo había conseguido todo eso.
Flashback.
Tres años antes, mientras estaba en Afganistán, Ares había aprovechado sus contactos en las sombras. Un traficante de armas local había mencionado una antigua base militar abandonada en una isla privada, lejos de los ojos de cualquier gobierno. El dueño original había caído en desgracia, y la propiedad había quedado sin reclamar. Ares, siempre atento, había actuado rápido, comprando la isla a través de intermediarios, moviendo piezas sin que nadie notara nada. Utilizando su red de influencia y el dinero acumulado de las operaciones de los Dragones, había financiado la restauración de la base, equipándola con lo mejor: aviones de combate, barcos militares, pistas de aterrizaje, tanques, un campo de entrenamiento avanzado y armamento suficiente para armar a un ejército.
Todo lo había hecho en silencio, desde la distancia, mientras los Dragones pensaban que solo estaba centrado en sus entrenamientos. Ahora, Kantreon sería el centro de su imperio criminal.
Fin del flashback.
El avión descendió suavemente en la pista de aterrizaje, extendida sobre una llanura abierta en la isla. Desde el aire, se podía ver el enorme complejo en el centro: edificios grises y funcionales, hangares llenos de aviones, helipuertos, y varios campos de entrenamiento rodeados de barracas y almacenes. Vehículos blindados y tanques se alineaban estratégicamente, listos para ser desplegados. En el puerto al otro lado de la isla, barcos militares anclaban silenciosos, esperando órdenes.
Ares no mostró ninguna emoción cuando el avión tocó tierra. Sabía lo que los esperaba. Había trabajado años para este momento.
-Bienvenidos a Kantreon -dijo en voz baja, más para sí mismo que para los demás.
Ana abrió los ojos, sorprendida por el paisaje, mientras Giorgos observaba con una mezcla de incredulidad y respeto. Aunque sabían que Ares tenía sus propios planes, ni siquiera él podía haber anticipado algo de esta magnitud.
-Impresionante, ¿eh? -comentó Giorgos con una media sonrisa, aunque sabiendo que no recibiría más que un silencio en respuesta.
El avión se detuvo cerca de los hangares, y los tres descendieron. Apenas pusieron un pie en el suelo, se sintió el eco de otro motor en el cielo. El segundo avión, con el resto de los Dragones, estaba aterrizando detrás de ellos. Los miembros del grupo salieron del avión en fila, caminando por la pista, sus rostros mostrando una mezcla de asombro y desconcierto. Ninguno de ellos estaba preparado para ver lo que Kantreon les ofrecía.
Uno de los hombres, incapaz de contenerse, murmuró mientras caminaban:
-¿Todo esto... es nuestro?
Ares, quien caminaba al frente con Giorgos y Ana a su lado, no se molestó en responder. El asombro en sus caras ya era suficiente. Sabía que Kantreon superaba cualquier expectativa que pudieran tener.
Mientras caminaban hacia el edificio principal, los Dragones se detenían para observar todo a su alrededor. Vieron los hangares llenos de aviones de combate, helicópteros estacionados, camiones militares patrullando y campos de tiro perfectamente diseñados con figuras humanas para el entrenamiento de tiro. Se notaba que esta base no era solo un escondite: era una máquina de guerra.
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El dragón
Fanfic"Ares Galanis, el enigmático líder de Los Dragones, se sentaba en su trono , sus ojos azules brillantes dominando la habitación con una autoridad implacable. Su cabello negro y despeinado caía sobre su frente, y su sonrisa era una mueca de desdén qu...