capitulo 36

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Dos meses después.

Ares recibió a Robert con la mirada fija y fría. El soldado apenas se atrevía a sostener su mirada, y eso no le molestaba en lo absoluto; sabía bien el tipo de temor que infundía.

-¿Por qué estás aquí, Robert? -preguntó encendiendo un cigarro, exhalando el humo lentamente mientras esperaba una respuesta clara.

Robert tragó saliva antes de responder

-. Líder... es sobre Giorgios. Lo atrapó la FEMF.

Ares mantuvo la calma, aunque su mandíbula se tensó al escuchar las palabras. Aspiró una vez más de su cigarro y luego dejó salir el humo mientras respondía:

-¿Cómo sucedió? -preguntó con voz cortante, el brillo helado en sus ojos encendiendo la incomodidad en Robert.

-Giorgios... cometió un error. Hizo un trato con la Pirámide y ellos... lo traicionaron. Lo entregaron a la FEMF. Fue una trampa -dijo Robert, el sudor empezando a perlar su frente.

Los ojos se le oscurecieron, y el cigarro en sus dedos pareció quemarse con mayor intensidad. "¿Así que Giorgios me traiciona, eh?", pensó. La idea de que su antiguo aliado hubiera pretendido hacerse con su ejército y su reputación lo llenó de una ira contenida.

-¿Y qué hay de Ana? -preguntó, su voz ahora más fría que el acero-. ¿Está involucrada?

-No, señor. Ella se opuso. Le advirtió a Giorgios, pero él no la escuchó. Ella ha estado manejando Kantreon, a los Dragones y la distribución de tus armas. Ha sido leal -respondió Robert, intentando calmar la furia evidente en el rostro de Ares.

Ares inhaló profundamente, exhalando de forma lenta, antes de preguntar:

-¿Cuánto tiempo ha estado atrapado?

Vaciló antes de responder:

-Hace dos meses, señor.

El cigarro en la mano del coronel se rompió cuando él lo apretó con fuerza, y sus ojos se encendieron con una furia mortal. Golpeó el escritorio con ambas manos y se acercó amenazadoramente a Robert.

-¿Dos meses? ¿Y hasta ahora vienes a decírmelo? -le espetó, acercándose más.

-Intentamos comunicarnos, pero no logramos encontrarte, líder -dijo en tono suplicante, su voz temblando.

Con un movimiento rápido, sujetó el rostro de Robert y lo empujó contra el escritorio. Sacó su arma, apuntándole directamente en la cabeza, su tono burlón y sádico mientras presionaba el cañón contra la sien de su soldado.

-¿Piedad? ¿Acaso te escuchas, Robert? Con la tecnología que diseñé, debiste haberme contactado sin excusas. ¿Y vienes aquí, dos meses después, a contarme esta estupidez? -Su voz era venenosa y cruel, la intensidad en su mirada era suficiente para hacer temblar a cualquiera.

-Lo siento, líder... La FEMF nos ha estado pisando los talones. Apenas logré llegar -murmuró Robert, su voz rota por el pánico.

Lo soltó de golpe y retrocedió, guardando su arma, mientras su mente trabajaba a toda velocidad. Si Giorgios hablaba, si revelaba la verdadera su identidad y la operación en Kantreon, toda su red podría venirse abajo.

-Vete de mi vista -ordenó con una frialdad asesina en su tono-. Empaca tus cosas. Salimos esta noche.

Robert asintió rápidamente y salió, temblando. Ares comenzó a preparar sus cosas, su mente fija en un solo pensamiento: Giorgios tendría mucho que explicar... si es que le quedaba algo de tiempo para hacerlo.

Reunió a sus soldados en la explanada principal del campamento, su figura imponente destacando en medio de todos. Miró a cada uno de ellos, asegurándose de que captaran la seriedad en su expresión antes de hablar.

El dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora