Capítulo 35: Suerte

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En algún lugar dentro del país del fuego

–Controlas bien el chakra de rayo, Sasuke-kun, ahora entiendo mejor por qué Kakashi te había tomado bajo su protección–

Haciendo caso omiso al comentario que Orochimaru había hecho acerca de su antigüo sensei, Sasuke solamente enfocó su mirada hacía el frente, justo en un árbol que se encontraba a unos cuantos metros por delante de él.

Habían pasado ya demasiados días desde que se había convertido en un shinobi renegado, mismo tiempo que no desperdicio puesto que su entrenamiento con el legendario sannin estaba yendo por un camino excelente.

Orochimaru podía ser una vil y ruin escoria... pero si algo debía admitir el Uchiha era que, al final, sus métodos para incrementar sus habilidades en poco tiempo eran sumamente efectivos, y eso sin contar con la marca de maldición que había implementado en él hace algo de tiempo atrás.

Así que reuniendo una buena cantidad de chakra combinada con el elemento rayo, y suspirando ligeramente, una gran descarga de chakra salió disparada hacía el árbol en una especie de lanza, logrando conectar exitosamente, pero sin atravesarlo por completo.

Al observar lo ocurrido, Orochimaru solamente sonrió, observando después la espalda de Sasuke.

A este ritmo te harás muy fuerte, Sasuke-kun, y junto a esos ojos privilegiados, estoy seguro que serás imparable... pero antes de que eso suceda, tendré que apoderarme de tu cuerpo– pensaba.

Tras observar lo que hizo su jutsu, el Uchiha suspiró. Aún faltaba más camino por recorrer si quería perfeccionar sus habilidades hasta el máximo de su capacidad... aunque al mirar con su visión periférica a Orochimaru, Sasuke observó aquella sonrisa sinvergüenza que caracterizaba al legendario sannin.

Solo eres una pieza más que utilizaré para lograr mi objetivo... espero que lo sepas muy bien– pensó el Uchiha.

Pensamientos distintos y metas distintas era lo que caracterizaba a ambos.

...

–¡Vaya, al final eso resultó ser muy fácil, si que te luciste, Ino!– se escuchó al Uzumaki.

Y es que, tras haber completado con éxito su misión de protección hacía el Daimyo del país de la garra, ambos shinobis se encontraban recorriendo el camino de vuelta hacía Konoha.

–Vamos, me estás dando mucho crédito, sin tu fuerza no se habría podido lograr derrotar a esos tipos– decía. –No es que fueran muy fuertes, pero fue algo sorprendente el saber que tenían muchas más personas en sus filas– dijo.

Al rebobinar un poco, el rubio recordó lo fácil que fue hacer hablar al líder de toda esa organización que quería asesinar al Daimyo, y es que solo había bastado que hiciera aparecer cien clones de él frente al sujeto para que no dudara en decir toda la información que sabía.

De ahí en más, como tal, fue fácil. Sobretodo con la ayuda de sus clones, además de que tenían una gran ventaja sobre ellos al no ser shinobis.

–Si, bueno, creo que tienes razón– dijo Naruto, sonriendo. –Por cierto, Ino, tú... ¿quieres que pasemos al país del colmillo? pienso que un día ahí sería agradable– comentó.

Al observar al rubio, la jóven Yamanaka observó un sonrojo bastante notorio en él, y es que si algo había estado aprendiendo de Naruto era que, como tal, nunca le decía que tuvieran citas, a pesar de que ambos sabían muy bien que lo eran... pero le gustaba llevarlo al límite en ese sentido.

Así que alcanzando un poco sus cejas y mirándolo, habló.

–Naruto Uzumaki, ¿me estás proponiendo otra cita?– preguntaba.

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