Capítulo 19: Fragmentos del Pasado

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Perspectiva de Boxy Boo

ESTO ERA UN MALDITO INFIERNO.

Cada maldito día era lo mismo. Me despertaba en mi rincón, donde intentaba evitar que los Smiling Critters me molestaran. Estaba tan cansado de sus malditas lecciones, de sus intentos de domesticarme como si fuera un simple animal. Bueno, ¿qué esperaban? ¿Que de repente me convirtiera en un adorable juguetito obediente? ¡Por favor! Soy un alma salvaje, nací para ser libre, no para seguir las malditas órdenes de una banda de idiotas de colores.

Todo esto comenzó cuando estaba dentro de mi caja, acurrucado, con las cadenas que me ataban para que no pudiera escapar. Me llevaron aquí, a este maldito lugar infernal llamado Playcare. ¿Qué demonios se supone que debía hacer? Me encontré siendo "entrenado" por estos Smiling Critters. Al principio, me rebelé con todo lo que tenía, pero era agotador, malditamente agotador. Eventualmente, me di cuenta de que seguirles el juego era la única manera de sobrevivir. Así que, sí, intentaba ser obediente. Intentaba. Pero, por dios, ¿qué más quieren? No puedo simplemente apagar lo que soy, esa energía salvaje, esa furia que arde en mí.

Y luego estaba esa maldita muñeca de porcelana, Poppy. Siempre ahí, mirando, con sus ojos grandes y supuestamente inocentes. No puedo soportar su mirada, como si fuera la maldita reina de este lugar, observando cómo sufro bajo las garras de esos malditos animales de colores. Me hirvió la sangre solo de pensarlo. Quería destrozar algo, cualquier cosa, solo para aliviar esta maldita frustración.

Pero había algo más. Esa otra figura. La maldita araña rosada. ¿Cómo se llamaba? Mommy... Mommy Long Legs, creo. Sí, ese era su nombre. Algo en ella me llamaba la atención, aunque no entendía qué era exactamente. Era diferente, como yo. No era parte de los malditos Smiling Critters, pero tampoco era como Poppy, con su aura de superioridad. No, Mommy parecía... perdida, igual que yo, atrapada en un cuerpo que no era suyo.

Mientras entrenaba, por así decirlo, comencé a notar algo extraño en este lugar. Playcare... ¿por qué me resultaba tan familiar? Había algo en estos malditos pasillos, en las sombras de las esquinas, que me provocaba un hormigueo en la parte trasera de mi mente. Era como si... como si ya hubiera estado aquí antes, pero no como Boxy Boo. No, antes de ser esta cosa roja y atrapada dentro de esta caja azul decorada. Comencé a recuperar pequeños fragmentos de recuerdos. Imágenes sueltas que no tenían sentido.

Recordaba... risas. Risas de niños. Un sonido que me resultaba dolorosamente familiar. No era el tipo de risa que escuchas cuando te burlan, sino algo más cálido, algo... feliz. Mis propios gritos de alegría, quizás. Y luego, una imagen. Un par de manos, pequeñas y regordetas, las manos de un niño, abriendo la tapa de una caja. No era la caja en la que estoy atrapado ahora, pero se sentía similar, familiar.

CraftyCorn: "¡Vamos, Boxy! No te quedes ahí parado, tenemos más que enseñarte hoy."

La voz alegre y positiva de CraftyCorn me arrancó de mis pensamientos. Quería gruñirle, mandarlo al diablo, pero en su lugar, simplemente asentí, o al menos, intenté hacerlo con lo que fuera que tuviera por cabeza. No tenía ni puta idea de cómo reaccionar con esta caja encima. Ya era bastante difícil moverme sin parecer un maldito bufón, pero al menos ya había aprendido a no rodar por el suelo como un idiota.

Boxy Boo: "Sí, sí, ya voy. ¡Maldita sea, Crafty, no me jodas tanto la cabeza!"

Mi respuesta fue cortante y llena de veneno, pero para mi sorpresa, CraftyCorn solo se rió. Estos malditos bichos de colores no se molestaban con nada, lo que era jodidamente irritante. Pero mientras seguía a CraftyCorn, mi mente continuaba divagando, explorando esos fragmentos de recuerdos.

¿Por qué demonios me resultaba este lugar tan familiar? ¿Era posible que... antes de ser Boxy Boo, antes de ser este experimento maldito, hubiera sido... alguien más? Algo dentro de mí quería seguir buscando, seguir tirando de esos hilos de memoria hasta descubrir la verdad, pero cada vez que intentaba concentrarme, algo me lo impedía. Un dolor punzante, como si mi cerebro no pudiera soportar la verdad.

Pasamos por otro maldito rincón del Playcare, y ahí estaba ella, Mommy Long Legs, con sus malditos brazos largos y ese cuerpo rosado que se retorcía de maneras imposibles. Nos cruzamos las miradas por un segundo, y sentí una conexión extraña. Ella también estaba sufriendo, lo veía en sus ojos, pero ella no parecía tan derrotada como yo. No, ella estaba resistiendo, luchando contra lo que le habían hecho.

Boxy Boo: "Hey, Mommy, ¿qué coño estás mirando?"

Solté las palabras casi por reflejo, sin realmente pensarlo, pero ella solo me miró de vuelta, su expresión era una mezcla de cansancio y desafío.

Mommy Long Legs: "Te estaba observando, Boxy. Viendo cómo intentas resistirte, pero ya ves, todos aquí estamos jodidos de una manera u otra. La diferencia es que algunos decidimos luchar, mientras que otros simplemente se rinden."

Sentí que sus palabras me atravesaban como una jodida cuchilla. ¿Luchar? ¿Acaso pensaba que yo no estaba luchando? Pero mientras abría la boca para responderle, algo me detuvo. Quizás tenía razón. Quizás en lugar de solo maldecir mi suerte, debería intentar encontrar una manera de joder a estos malditos humanos de verdad, de darles una probada de su propia medicina.

Boxy Boo: "Luchar, eh... ¿Y qué se supone que haga? ¿Seguir tus malditos pasos y pretender que todo va bien? Dame un respiro."

Ella no respondió, pero en sus ojos vi algo más. Algo que no había visto en ningún otro experimento aquí: determinación. A pesar de todo, ella no se había rendido, y había algo en eso que resonaba conmigo, aunque nunca lo admitiría en voz alta.

Al final, regresé a mi rincón después del "entrenamiento", exhausto, física y mentalmente. Me acurruqué dentro de mi caja, mi mente aún zumbando con esos malditos recuerdos. No importaba lo que Mommy dijera, ni lo que CraftyCorn intentara enseñarme. Al final del día, seguía siendo Boxy Boo, el maldito experimento fallido, atrapado en un cuerpo que no entendía, en un lugar que odiaba.

Pero esos fragmentos de recuerdos... esos no los iba a ignorar. Quizás, solo quizás, había algo más en mi pasado, algo que podría ayudarme a entender qué demonios me había pasado. Y si encontraba la verdad, tal vez, solo tal vez, podría usarla para salir de este maldito infierno de una vez por todas.

La oportunidad de ¡CATNAP!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora