La oportunidad de ¡CATNAP!

Capítulo 24: Las Sombras de un Plan

Perspectiva de 1006: El Prototipo

Desde mi celda, las sombras bailaban en las paredes, reflejando los susurros oscuros de mis pensamientos. Aunque estaba encerrado, no estaba inactivo. Mi mente, siempre calculadora, vigilaba cada movimiento dentro de Playtime Co. Como una araña en su telaraña, observaba a mis presas mientras se enredaban más y más en los hilos que había tejido con tanto cuidado.

Me mantuve en silencio mientras veía cómo llevaban a Boxy Boo al Teatro. Ah, mi pobre y pequeño Boxy... si supieras lo que realmente eres. La marioneta perfecta que fue moldeada en medio del sufrimiento. Pensé que su rebeldía sería una ventaja para mis planes, pero parecía que Catnap había logrado domarlo. Eso me irritaba, pero también me intrigaba. ¿Qué había hecho Catnap para cambiar a Boxy Boo de esa manera?

Mientras observaba a Boxy Boo actuar en el Teatro, mostrando su lealtad a la compañía, no pude evitar un destello de rabia. Mi plan de unirlo a la Hora de la Alegría se veía ahora más difícil de lo que había anticipado. Sin embargo, no podía permitirme dejar que una sola pieza, por importante que fuera, arruinara todo. Boxy Boo había sido un buen peón, y aún podría ser útil, pero ahora tenía que centrarme en otros aspectos del plan.

La Hora de la Alegría. Un nombre irónico, dado lo que implicaría. Los experimentos, aquellos que han sufrido a manos de los científicos, se levantarían. Acabarían con todo y con todos, sin importar si eran culpables o inocentes. Niños, adultos, experimentos... Nadie se salvaría, excepto aquellos que yo considerara dignos de continuar en este nuevo mundo que imaginaba. Los niños, claro, serían intocables. Su sufrimiento sería innecesario, pero los adultos... ellos pagarían el precio completo.

Pero para que mi plan funcionara, había piezas que necesitaba mover con cuidado. La muñeca, Poppy, era un obstáculo que no podía ignorar. Su influencia sobre los experimentos, especialmente sobre Catnap y ahora sobre Boxy Boo, era preocupante. Sin embargo, no podía actuar directamente contra ella. No todavía.

1006 (pensando): "Poppy... ¿Qué harás cuando todo lo que amas esté en llamas? ¿Cuando no quede nadie a quien proteger? Tu resistencia será inútil, porque cuando llegue la Hora de la Alegría, no habrá lugar para la compasión."

Y luego estaba Catnap. Ah, mi viejo peón, ahora más que nunca convertido en una figura central en Playtime Co. ¿Podría él realmente detenerme? Lo dudaba. Pero había algo en él que me hacía ser precavido. Algo que no terminaba de comprender. Esa mezcla de inteligencia y lealtad lo convertía en un adversario peligroso. Necesitaba una estrategia sólida para neutralizarlo si se interponía en mi camino.

1006 (pensando): "Catnap... serás un obstáculo, lo sé. Pero tarde o temprano, volverás a ser mi peón. Y si no... bueno, siempre hay otros métodos para lidiar con los que se interponen en mis planes."

Mi mirada se dirigió nuevamente a la pantalla donde Boxy Boo seguía con su actuación, la bufanda de cuadros rojos y blancos ondeando suavemente mientras se movía. Era curioso cómo un simple trozo de tela podía tener tanto significado, un símbolo de un pasado que había vuelto para atormentarlo.

Pero no importaba. Mis planes estaban en marcha, y pronto todos aquellos que alguna vez habían sido víctimas se convertirían en verdugos. Solo era cuestión de tiempo. Y cuando la Hora de la Alegría llegara, ningún juguete, ningún experimento, ninguna muñeca o peón podría detenerme.

Perspectiva de Catnap

Mientras tanto, en Playcare, Catnap no podía evitar sentir una extraña incomodidad. Algo en el ambiente había cambiado. La marcha de Boxy Boo había dejado un vacío, sí, pero también una sensación de que algo oscuro se avecinaba. Sabía que 1006 seguía acechando, incluso desde su celda. No lo subestimaba, ni por un segundo.

Catnap: "No importa lo que planees, Prototipo. Si intentas hacerle daño a los míos... te destruiré, pedazo a pedazo."

Catnap sabía que debía estar preparado para lo que fuera. Los Smiling Critters también lo sentían, y todos permanecían en alerta, listos para enfrentar lo que viniera. Porque la batalla no era solo por la libertad de un grupo de juguetes. Era por la supervivencia de todos.

La Hora de la Alegría se acercaba, y cuando llegara, todos tendrían que elegir su bando. Y Catnap ya había elegido el suyo.