La oportunidad de ¡CATNAP!

Capítulo 3: El Juego del Gato y el Ratón

Perspectiva de Theodore Grambell

Era de noche... o al menos lo parecía. En realidad, estábamos bajo tierra, donde las luces se atenuaban para simular el ciclo natural del día y la noche. Pero yo sabía qué fecha era: 20 de noviembre de 1990, el día en que todo cambiaría de nuevo.

Estaba acostado en mi cama, fingiendo dormir, pero mis pensamientos estaban en otra parte. Sabía que 1006 no tardaría en llegar. Cada segundo que pasaba, mi ira crecía, pero me forcé a contenerla. Necesitaba mantener la fachada, fingir que no sabía nada de sus planes traicioneros.

Entonces lo sentí: un ligero movimiento bajo mi cama. Una mano metálica emergió lentamente de la oscuridad. Su forma robótica me habría asustado en el pasado, pero ahora solo me llenaba de odio. La mano se deslizó hasta quedar a la altura de mi rostro, y luego escuché su voz. O, mejor dicho, sus voces. 1006 tenía la capacidad de hablar con múltiples tonos, un coro perturbador que reverberaba en mi mente.

—Theo, ¿cómo estás esta noche? —preguntó con esa mezcla inquietante de voces.

Respiré hondo, escondiendo mi repulsión.

—Estoy bien —respondí con un tono inocente—. ¿Qué estás haciendo aquí?

La mano metálica se movió un poco más cerca, como si intentara consolarme.

—He venido a ayudarte, amigo. ¿Recuerdas cuando dijiste que querías salir del Playcare? —preguntó, sus palabras impregnadas de una dulzura falsa que solo aumentaba mi resentimiento.

Fingiendo emoción, respondí con entusiasmo.

—¡Sí! Quiero salir de aquí. ¿De verdad podemos hacerlo?

La mano de 1006 se movió en lo que podría haberse interpretado como una caricia, pero yo solo sentía asco.

—Por supuesto. Sígueme, te mostraré cómo.

Me levanté de la cama, siguiendo las instrucciones de 1006. Me condujo a través de los pasillos oscuros del Playcare, guiándome hacia el lugar donde debía robar un GrabPack con la mano verde. Lo que 1006 no sabía era que un trabajador se encontraba escondido en las sombras, observando cada uno de nuestros movimientos e informando a Leith Pierre.

Cuando llegamos al lugar, 1006 se tomó su tiempo para instruirme. Hacía todo lo posible por mantener la emoción en mi rostro mientras robaba el GrabPack, pero en mi interior solo había odio. Sabía lo que venía después, me decía a mí mismo para mantener el enfoque.

Finalmente, llegamos a una puerta de mantenimiento en el Playcare. 1006, usando un GrabPack 2.0 robado, me indicó cómo utilizar la mano verde del GrabPack para abrir la puerta.

—Vamos, Theo, es hora de escapar. —Sus palabras eran como veneno en mis oídos, pero no dejé que eso se reflejara en mi rostro.

Concentrado, dirigí la mano verde hacia la terminal de la puerta. Sabía lo que iba a pasar. Sabía que me electrocutaría como la primera vez. Pero no me importaba. Esto era necesario para seguir con mi plan. Sentí la electricidad recorrer mi cuerpo, quemando mis nervios, pero no sentí dolor. Era como si mi odio y sed de venganza hubieran anestesiado todo.

Abrí la puerta de una patada, notando que mi cuerpo comenzaba a ceder. En este punto, debería haberme desmayado como en el pasado. Pero esta vez, mi ira me mantuvo consciente, aunque apenas.

1006 me miró con frialdad, como si yo no fuera más que una herramienta descartable.

—Gracias por nada, tonto. —dijo, sus palabras impregnadas de desprecio.

(Nota:me dolio escribio esta lineas XD )

Aquellas palabras fueron la confirmación de lo que siempre había temido: incluso cuando era solo Theodore, nunca fui más que un peón para ese maldito monstruo. Mientras la puerta se cerraba detrás de él, un enjambre de trabajadores apareció, gritando órdenes.

—¡Atrápenlo! ¡No dejen que escape! —gritó uno de los trabajadores, señalando hacia la figura metálica que huía.

—¡Lleven al niño a la sección médica, rápido! —ordenó otro, y pude sentir cómo varias manos me rodeaban, levantándome del suelo.

Sabía lo que seguía. Me llevarían para "tratarme", pero en realidad, aprovecharían la oportunidad para experimentar conmigo. Sentí el sabor amargo de la ira en mi boca, pero también una extraña sensación de alivio. Todo estaba yendo según lo planeado.

Decidí dejar que mi cuerpo cediera al agotamiento, permitiendo que la oscuridad me envolviera. Mientras mi consciencia se desvanecía, una sola certeza permanecía en mi mente: ahora era el turno de Catnap para jugar este juego del gato y el ratón.

Y esta vez, no sería yo quien terminaría atrapado.

Cuando me desperté, estaba en una sala de recuperación, rodeado de luces brillantes y el zumbido de máquinas. A mi lado, un grupo de científicos observaba con interés, susurros llenos de especulación y temor.

—El niño... ha resistido un shock eléctrico que debería haberlo matado —murmuró uno de los científicos, su rostro reflejando incredulidad.

—¿Es posible que... haya ocurrido otra vez? —susurró otro, mirando nerviosamente hacia la puerta, como si esperara que algo o alguien entrara en cualquier momento.

Mis labios se curvaron en una sonrisa apenas perceptible. Sabía lo que estaban pensando. Sabían que había algo más en mí, algo que no podían explicar, algo que temían.

La puerta se abrió y Leith Pierre entró, su rostro serio, sus ojos fijos en mí. No dijo una palabra, pero la tensión en la sala era palpable.

Perfecto, pensé. Que sigan temiéndome.

Porque muy pronto, cuando la transformación final ocurriera, ellos también serían parte de mi venganza.

Y esta vez, no habría lugar donde esconderse.