Capítulo 6: El Guardián de los Sueños

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Perspectiva de Catnap

Habían pasado unos días desde que fui presentado en el Playcare como uno de los Smiling Critters, el más popular de todos: Catnap. Los niños me adoraban, o al menos, eso parecía. Nunca me había fijado en estos detalles antes, pero ahora, tenía que sumergirme completamente en el personaje. Era crucial que mantuviera el rol a la perfección.

Catnap nunca había hablado en la serie de los Smiling Critters(Nota:si es oficial que estos tenian una serie de TV por lo que no me lo e inventado a lo imbecil), así que seguí la regla. Además, mi voz actual era aterradora, profunda y ronca, lo que definitivamente no ayudaría a mantener mi popularidad entre los niños. Cada noche, cumplía con mi tarea: paseaba por los cuartos, asegurándome de que todos estuvieran durmiendo. Rociaba mi gas rojo cuando era necesario, y los niños caían en un sueño profundo, sin pesadillas.

En esta nueva vida, había decidido no causarles pesadillas. No había ningún beneficio en hacerlo. Si comenzaban a temerme, podría perder la influencia que estaba ganando en Playcare. Y eso, en este juego, no era una opción.

Una noche, mientras recorría los cuartos, me di cuenta de que una niña no estaba durmiendo. Me preparé para rociar el gas rojo, cuando me di cuenta de quién era: mi vieja amiga, Marie Payne. Estaba sentada en su cama, llorando mientras miraba una foto. Era una foto de nosotros dos, de cuando todavía era Theodore. La tristeza y la culpa se mezclaron en mi interior, sentimientos que no había esperado experimentar.

Me acerqué sin hacer ruido, observando cómo Marie sollozaba en silencio. De repente, al ver mis patas moradas, se dio cuenta de mi presencia y levantó la vista. Su rostro mostraba puro terror, lo cual no era sorprendente. Mi apariencia en la oscuridad debía ser escalofriante, incluso para alguien que me conocía. Pero, en lugar de gritar o retroceder, Marie me miró con algo más que miedo.

Con el paso de los segundos, su terror comenzó a desvanecerse cuando se dio cuenta de que no hacía nada para dañarla. Se bajó lentamente de la cama y, para mi sorpresa, me abrazó una de mis patas.

—Catnap... ¿puedo hablar contigo? —preguntó, su voz temblorosa pero sincera.

Asentí, aunque sabía que no debería hacerlo, pues Catnap no hablaba ni interactuaba demasiado con los niños, pero ella era especial. Me quedé en silencio, escuchando mientras descargaba todas sus preocupaciones. Marie me habló sobre la soledad que sentía desde que Theodore, su mejor amigo, había "muerto" en un accidente. Confesó que tenía miedo de ser la siguiente.

Me limité a escucharla, sin decir una palabra. Mi presencia parecía ser suficiente para que Marie sintiera que tenía a alguien en quien confiar. Al final, agotada, se quedó dormida apoyada en mi pata. Con cuidado, la levanté y la recosté en su cama, cubriéndola con su manta.

—Buenas noches, amiga —murmuré, sabiendo que no debería haberlo hecho, pero incapaz de contenerme.

Salí de la habitación en silencio, satisfecho de haberla ayudado, aunque solo fuera un poco. No me di cuenta de que Marie, en realidad, estaba fingiendo estar dormida. Escuchó mi voz, esa voz aterradora que debería haberla asustado aún más, pero en lugar de eso, se sintió aliviada. Se alegró de que Catnap, el aterrador guardián nocturno, la considerara su amiga. Ella entendía por qué no hablaba mucho, pero ahora sabía que había alguien ahí para ella.

Perspectiva de Marie Payne

Cuando escuché la voz de Catnap, una mezcla de miedo y alivio me invadió. Esa voz... era profunda, casi como si proviniera de una sombra en la oscuridad. Pero más allá del tono escalofriante, reconocí algo familiar. No era solo la voz de Catnap; había algo de Theodore en ella, algo que me hizo sentir segura, a pesar de lo aterrador que parecía.

Al principio, pensé que todo era un sueño. La presencia de Catnap, su comprensión silenciosa, su paciencia mientras le contaba mis miedos... todo parecía irreal. Pero cuando escuché esas últimas palabras, "Buenas noches, amiga", supe que algo más estaba pasando. Mi mejor amigo, Theodore, tal vez no se había ido del todo. Tal vez, de alguna manera, todavía estaba conmigo, escondido bajo esa apariencia felina y aterradora.

Decidí no decirle a nadie lo que había descubierto. Sabía que los adultos no lo entenderían, y probablemente me prohibirían acercarme a Catnap. Pero ahora, más que nunca, sentía que tenía a alguien a mi lado. Theodore o Catnap, quienquiera que fuese, era mi amigo, y eso era lo que más importaba.

Perspectiva de Leith Pierre

Mientras observaba a Catnap en las cámaras de seguridad, vi cómo interactuaba con Marie. Podía ver el cambio en su comportamiento, el cuidado con el que trataba a la niña. Había algo en esa conexión que iba más allá de lo que cualquiera de los científicos, o incluso yo mismo, podría haber previsto.

—Señor Pierre —dijo uno de los técnicos a mi lado—, parece que Catnap está formando un vínculo con una de las niñas. Marie Payne.

—Lo sé —respondí, sin apartar la vista de la pantalla.

El vínculo entre Catnap y Marie podría ser problemático, pero también podría ser útil. Si lograba mantener a Catnap bajo control, este vínculo podría ser explotado. Después de todo, Catnap había demostrado ser extremadamente obediente y eficiente. Pero había algo más, una chispa de humanidad que no debería estar allí. Y esa chispa, si no era controlada, podría llevar a consecuencias desastrosas.

Pero por ahora, las cosas estaban bajo control. Catnap estaba cumpliendo su papel en el Playcare, y mientras mantuviera a los niños a salvo y dormidos, todo seguiría según lo planeado. O eso esperaba.

El Playcare era un lugar de luces y sombras, de risas y miedos. Y en medio de todo eso, Catnap, el guardián de los sueños, caminaba silencioso, protegiendo a los niños mientras lidiaba con los fantasmas de su propio pasado. Pero en ese juego del gato y el ratón, nadie sabía quién realmente estaba a cargo, y qué secretos estaban a punto de salir a la luz.

La oportunidad de ¡CATNAP!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora