Chapter [3x15]

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El ambiente en el avión era denso, cargado de tensión y desconfianza. La incomodidad flotaba en el aire como una tormenta inminente. Sarah intentaba mantenerse fría mientras trataba las heridas de Ward, sus manos firmes pero sus ojos llenos de resentimiento. John B apenas podía mirarlos, perdido en sus pensamientos, mientras Pope y Cleo se mantenían a una distancia prudente, intercambiando miradas discretas que decían más que cualquier palabra. Y Madison, sentada en un rincón, no podía quitarse a Rafe de la cabeza. La preocupación por él la carcomía por dentro, aunque no podía permitir que los demás lo notaran.

—Gracias, cariño —murmuró Ward, su voz quebrada pero insistente.

Sarah no le respondió. Con un leve suspiro, se levantó, dejando a Ward atrás, y caminó hacia el fondo, donde los demás estaban sentados. Nadie se atrevía a hablar sobre el oro o sus verdaderos planes con Ward presente. No confiaban en él, y el silencio que siguió fue pesado, lleno de dudas y miedo no dicho.

Ward, con su mirada perdida, se giró hacia John B, intentando romper ese muro invisible que lo separaba de todos ellos.

—John —dijo, su voz suave, casi suplicante—, sé que no me creerás, pero no tienes que preocuparte por mí, ya no. Quiero ayudar, a todos. Tengo mucho que compensar. Me alegra que tu padre esté vivo, de verdad.

Nadie respondió. Sarah tomó la mano de John B en silencio, un gesto de apoyo, pero las palabras de Ward se esfumaron en el aire, sin resonar. Los demás seguían callados, su desconfianza evidente.

El tiempo pasó lentamente hasta que Ward finalmente cerró los ojos, agotado por el dolor. Pope se acercó sigilosamente, pasó su mano frente a su rostro y chasqueó los dedos cerca de su oído para asegurarse de que estaba dormido.

—Se durmió —anunció en voz baja.

John B aprovechó el momento. Se inclinó hacia la ventana del avión y señaló hacia abajo, donde el paisaje árido y rocoso se desplegaba.

—Tres rocas —dijo en voz baja—. Neville dijo que aquí encontraríamos al tipo. Este es el lugar arqueológico. Creo que ahí llevan a mi papá.

Sacó un mapa rudimentario, apenas un trozo de papel dibujado con líneas y marcas.

—¿Eso es todo? —preguntó Sarah, incrédula al ver el mapa.

—Es lo único que tenemos —respondió John B.

—Es un mapa muy pobre —añadió Sarah, su tono lleno de dudas.

—He estado en lugares costeros como este, son peligrosos —advirtió Cleo, sin quitarle la vista al mapa.

Pope, siempre optimista, intervino para calmar los nervios.

—Tranquilos, encontraremos a Singh, a tu papá, y llegaremos al Dorado. Es simple.

Pero la mirada de John B se desvió nuevamente hacia Ward, que seguía dormido.

—¿Estás segura de que no sabe nada? —preguntó, mirando a Sarah.

—No se lo dije —respondió ella, firme.

—Bien —dijo John B—. Primero, tenemos que encontrar a ese tal José y luego navegaremos río arriba.

Las horas pasaron y finalmente el avión comenzó su descenso. El aterrizaje fue brusco, sacudiendo a todos en sus asientos. Cuando bajaron, el calor del terreno seco y polvoriento les golpeó de inmediato. Cleo miró alrededor, tomando aire profundo.

—Te lo dije, esto es el lejano oeste —dijo con una sonrisa burlona, mientras bajaba del avión con Pope.

Ward, desde la puerta del avión, gritó con una voz rasposa.

Mine - Rafe Cameron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora