Cuando entraron, la oscuridad los envolvió por completo, y aunque parecía un callejón sin salida
Madison se adelantó, buscando una señal. Se acercó a un charco de agua en el suelo para refrescarse y al agacharse, notó algo curioso: en el pequeño charco había peces. Eso no tenía sentido. Para que esos peces estuvieran allí, el agua debía venir de algún lugar más profundo.—¡Aquí hay algo! —exclamó Madison, señalando el charco.
John B se unió a ella y, usando una linterna, iluminó las paredes cercanas al charco. Debajo del agua, vio unas piedras que tapaban lo que parecía una abertura.
—Debe haber un paso bajo el agua —dijo John B, emocionado.
Big John, aunque cansado, se acercó también, inspeccionando el área con un gesto de aprobación.
—Eso tiene sentido —murmuró, observando el agua cristalina—. El refrán no era solo una metáfora. El tesoro está oculto debajo.
—Entonces, ¿bajamos? —preguntó Sarah, mientras se preparaba mentalmente para sumergirse.
—No todos —dijo Big John, su voz firme—. No quepo ahí, además no podemos arriesgarnos a que todos quedemos atrapados si algo sale mal.
John B frunció el ceño. —¿Qué? No, papá. No puedes quedarte aquí. Llevas toda la vida buscando este maldito tesoro. Ahora que lo tenemos justo en nuestras manos, ¿vas a quedarte atrás? —Su tono era duro, casi desesperado.
Big John lo miró, con una mezcla de cansancio y determinación en los ojos. —John B, escucha, no es solo una cuestión de querer o no. Estoy herido, y aunque bajara, podría retrasarlos. ¿Y si nos atrapa a todos ahí abajo? Singh gana.
John B apretó los puños, incapaz de aceptar las palabras de su padre. —No puedo dejarte aquí. No después de todo esto. Sabes más sobre este lugar que nadie.
Antes de que Big John pudiera responder, Madison intervino.
—John, tu padre tiene razón —dijo, colocándose entre ambos—. Está herido, y no creo que pueda bajar por esa abertura sin poner en riesgo todo el plan. Puedo quedarme a cuidarlo, y si Singh aparece, nos encargaremos de él. —Su voz era firme, intentando convencerlo.
John B miró a Madison, dudando. Sabía que tenía razón, pero la idea de dejar a su padre atrás le quemaba por dentro.
—Confía en mí —dijo Madison, más suavemente—. Bajen tú y Sarah, encuentren lo que vinimos a buscar, y nosotros los cubriremos aquí. Si Singh aparece, no vamos a dejar que se acerque.
John B respiró hondo, tratando de calmarse. Finalmente, asintió. —Está bien... Pero si algo sale mal, salgan de aquí.
Madison y Big John intercambiaron una mirada de acuerdo.
—Esperen, antes de que bajen... —dijo, con la voz algo más seria—. No les había contado todo el refrán.
John B frunció el ceño, visiblemente irritado.
—¿De nuevo ocultando cosas, papá?Big John intentó no alimentar el conflicto, sabiendo que su hijo tenía razón, pero en lugar de responder directamente, cambió de tema rápidamente.
—El refrán completo decía: "El verdadero y paciente explorador no necesita luz para ver".
John B soltó una risa sarcástica, sacudiendo la cabeza. —¿Porque no nos lo dijiste?
Big John evitó la confrontación, claramente consciente de que era inútil discutir en ese momento. —Tomen estas —dijo Big John, sacando de su mochila tres bengalas impermeables—. Duran 20 minutos cada una, así que úsenlas con cuidado. Solo tienen estas tres.
Sarah tomó las bengalas, mientras John B mantenía su mirada fija en su padre, aún molesto pero sabiendo que tenían que seguir adelante.
—Bien —dijo John B, guardando una bengala en su mochila—. Vamos.
Sarah y John B se prepararon para sumergirse en el agua fría. Respiraron hondo y, con una última mirada a Madison y Big John, se lanzaron al charco, desapareciendo bajo la superficie.
La luz de la linterna se desvaneció poco a poco mientras descendían, dejando a Madison y a Big John en la penumbra de la cueva.
Madison observó la superficie del agua, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. El eco del chapoteo de John B y Sarah desaparecía en la profundidad mientras el silencio se cernía sobre ellos. Big John se sentó en una roca cercana, su respiración aún agitada por el esfuerzo de la huida. El cansancio y la tensión de los últimos días estaban empezando a notarse en cada movimiento.
—¿Por qué no les dijiste la verdad? —preguntó Madison de repente, rompiendo el incómodo silencio.
Big John la miró, entrecerrando los ojos, sorprendido por la pregunta directa. —¿Qué?
—Sabías lo que decía el refrán. Sabías el significado desde el principio. Pero no dijiste nada. ¿Por qué? —su tono era severo, cargado de reproche.
Big John suspiró profundamente, evitando su mirada. —Hay cosas que no puedes entender. Esto no es solo sobre ellos. Es mucho más grande.
Madison dio un paso adelante, su mirada llena de determinación. —Eso no lo hace correcto. John B confía en ti. Nosotras confiamos en él, y por eso confiamos en ti. Pero te estás aprovechando de esa confianza. No solo con nosotras, sino con él, tu propio hijo. ¿Acaso no ves lo mucho que está dispuesto a hacer por ti? Todo lo que ha sacrificado, todo lo que ha pasado, creyendo que al final tú serías diferente.
Las palabras de Madison golpearon a Big John como una bofetada. Bajó la cabeza, incapaz de sostener la intensidad de su mirada.
—John B ha dado todo por ti —continuó Madison—. Se ha enfrentado a cosas que ningún hijo debería enfrentar. ¿Y tú? Sigues ocultándole cosas, haciéndolo sentir como si no fuera lo suficientemente importante para conocer la verdad. ¿Te das cuenta de lo injusto que es eso?
Big John tragó saliva, su rostro endurecido, pero en su mirada había algo diferente. Algo vulnerable. La sombra de arrepentimiento que Madison había visto antes comenzó a hacerse más evidente.
—No me malinterpretes —Madison siguió, sin perder el control de su tono—. Entiendo que esto es importante. Que esto es mucho más grande que todos nosotros. Pero John B no te necesita por el tesoro. Te necesita a ti, como su padre. Necesita saber que puede confiar en ti...
Big John cerró los ojos un momento, sus manos temblando ligeramente. El peso de las palabras de Madison lo golpeó con fuerza. Sabía que ella tenía razón. Lo sabía desde hacía tiempo, pero había preferido enterrarlo bajo su obsesión por el tesoro. ¿Cuántas veces había priorizado su búsqueda antes que a su propio hijo? Más de las que podía contar.
—No soy buen padre —dijo en voz baja, como si estuviera admitiéndolo por primera vez para sí mismo—.
Madison lo observó, viendo la tristeza y el arrepentimiento en su rostro.
—No es tarde para cambiarlo —dijo ella suavemente—. Pero tienes que dejar de ver el tesoro como lo único importante.
Big John no respondió, pero en su interior algo cambió.
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Mine - Rafe Cameron
AdventureEn una isla de ricos y pobres, Los bancos externos, Outer Banks. Dividido por dos clases sociales los Pogues y Los koos. Madison Jones acogida por la familia Cameron luego de que sus padres fueran a prisión por culpa de Ward Cameron, debe enfrentar...