capitulo 4

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Bruno miró sus anillos con atención, girando su mano para observarlos desde distintos ángulos. Luego, sin dejar de verlos, le preguntó a Joaquín en voz baja:

—Che, ¿me quedan bien estos anillos para el encuentro con Sofía?

Joaquín lo miró de reojo, intentando contener una sonrisa burlona.

—Sí, están bien, pero no creo que ella se fije en eso. Igual, quedás facherito.

Bruno asintió, sintiéndose un poco más confiado.

Bruno frunció el ceño, recordando que no llevaba su collar de caracoles, un detalle que siempre le daba un toque especial a su look.

—¡Mierda! Me falta mi collar de caracoles —dijo, un poco frustrado—. Nunca pensé que ir al Patio Olmos sería tan pronto.

Joaquín lo miró con una mezcla de sorpresa y diversión.

—¿En serio creés que eso importa? Sofía va a estar más interesada en conocerte que en tu collar.

Bruno suspiró, pero no pudo evitar sonreír al pensar en la cita.

—Sí, tenés razón, pero aun así, me gustaría que estuviera. Tal vez pueda conseguirlo antes de salir.

Joaquín lo miró con curiosidad y preguntó:

—¿Es realmente tan importante para vos?

Bruno asintió, explicando:

—Sí, en realidad sí. Ese collar tiene un significado especial para mí. Me lo dio mi abuela cuando era chico, y siempre me ha traído buena suerte. Quiero verme bien y sentirme seguro para el encuentro.

Joaquín sonrió, entendiendo la importancia del detalle.

—Bueno, si te hace sentir mejor, deberías ir a buscarlo. Sofía merece que te sientas al 100%.

Bruno se quedó pensando un momento, considerando la opción de salir corriendo a buscarlo.

Tomás miraba a Bruno desde la esquina del aula, sintiendo una mezcla de envidia y celos que lo consumía. Cada vez que veía a Bruno sonreír o escuchar sus comentarios despreocupados, le enfermaba que fuera más guapo y carismático que él, además de ser un jugador de fútbol notable. Mientras sus compañeros se reían y bromeaban con Bruno, Tomás no podía evitar compararse.

—¿Por qué siempre tiene que ser el centro de atención? —murmuró para sí mismo, cruzando los brazos con desagrado. A pesar de no conocer a Sofía, imaginaba que alguien tan atractivo como Bruno podría atraer a cualquier chica. La idea de que Bruno pudiera impresionar a alguien con su apariencia y personalidad solo intensificaba sus frustraciones. Tomás sabía que tenía que demostrar que también era digno de atención, pero la sombra de Bruno siempre parecía eclipsar sus esfuerzos.

Tomás observaba con más frustración cómo Bruno le mostraba a Joaquín sus pulseras, explicándole su significado y lo que representaban para él. La risa despreocupada de Bruno resonaba en sus oídos mientras gesticulaba con entusiasmo, mostrando cada detalle de los accesorios.

—Mira, esta pulsera es de un viaje que hice a la playa —decía Bruno, levantando la muñeca para que Joaquín pudiera verla mejor—. Y esta otra, la hice yo mismo. Tiene un significado especial.

Tomás sintió que la envidia lo consumía un poco más. No solo era el atractivo físico y el talento en el fútbol lo que hacía que todos lo admiraran, sino también su capacidad para conectar con los demás y compartir momentos significativos. Mientras Bruno sonreía y disfrutaba de la conversación, Tomás se sintió invisible, como si nunca pudiera igualar la energía que emanaba de su compañero. Sin poder evitarlo, se preguntó qué tan diferente sería su vida si pudiera tener la misma confianza que Bruno.

Caminos cruzados 1Where stories live. Discover now