capitulo 30

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Martina, con una sonrisa llena de entusiasmo, miró a Sofía mientras se cruzaba de brazos.

—No sé por qué, pero siento que es una niña —dijo, con esa certeza intuitiva que a veces parece imposible de explicar.

Sofía se rio suavemente, aún tocándose el vientre, mientras miraba a su amiga con curiosidad.

—¿De verdad? —preguntó, intrigada—. ¿Y cómo puedes estar tan segura?

Martina levantó las manos como si fuera una adivina.

—Es solo una sensación, pero las madres suelen tener esa "glow" especial cuando es una niña. Además, mírate, estás hermosa. Eso es un signo, ¿no?

Bruno observó la escena con una sonrisa, apoyándose en la pared.

—Si es así, Julieta va a estar feliz de tener una hermanita con quien jugar. Aunque sea niño o niña, yo solo quiero que esté sano y que Sofía esté bien.

Sofía lo miró con cariño, sintiéndose agradecida por su apoyo.

—Bueno, si Martina tiene razón, tendré que empezar a pensar en nombres de niñas —bromeó Sofía, con una sonrisa mientras acariciaba su vientre, dejando que la idea de un nuevo miembro en la familia comenzara a asentarse.

Sofía suspiró, mirándose el vientre como si intentara anticipar algún cambio visible.

—Pronto será la entrega de los buzos de la promoción —dijo, con un tono de preocupación—. Y no quiero verme con panza en las fotos y los videos. Es en dos meses.

Martina, que siempre tenía una respuesta tranquilizadora a mano, le sonrió mientras negaba con la cabeza.

—Sofía, ni se va a notar. Dos meses no son nada, no te preocupes —dijo con seguridad, acercándose para darle una suave palmada en el hombro—. Además, ¿quién dice que tener una panza chiquita no es lindo? Si acaso, vas a verte única entre todas.

Bruno, que había estado escuchando desde la cocina mientras terminaba de limpiar, añadió con una sonrisa:

—Martina tiene razón. Estás exagerando. Sea como sea, te vas a ver hermosa. Y además, esos recuerdos son para nosotros, no para preocuparnos por cómo nos vemos.

Sofía miró a ambos, sintiéndose un poco más tranquila, pero aún no del todo convencida.

—Supongo que tienen razón... Pero igual, no quiero llamar la atención.

—Entonces sonríe y disfruta el momento. Lo importante es que la pases bien con tus amigos —añadió Martina, animándola con un guiño—. Y no olvides que estás viviendo una etapa hermosa.

Sofía sonrió finalmente, sabiendo que sus amigos y Bruno siempre la apoyaban.

Un rato después, Martina se despidió con un abrazo cálido para ambos y un beso en la frente para Julieta , quien ya dormía profundamente en su cuna.

—Cuídense, cualquier cosa me llaman —dijo con una sonrisa antes de salir del departamento.

La puerta se cerró, y el silencio del hogar envolvió a Bruno y Sofía, que ahora estaban solos. Bruno se acercó a ella mientras terminaban de acomodar lo que había quedado de la cena. Con una sonrisa que no podía ocultar, la tomó suavemente de las manos.

—¿Sabes? —comenzó a decir mientras sus ojos brillaban—. Estoy tan feliz, Sofía.

Antes de que ella pudiera responder, Bruno se inclinó y le dio un beso en los labios, un beso suave pero lleno de emoción. Sofía, al sentirlo, cerró los ojos y se dejó llevar por el momento, disfrutando del amor que él le transmitía en cada gesto.

Caminos cruzados 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora