Regresé a casa lo más rápido que pude y eché manos a la obra.
Logré difícilmente quitarle la camiseta a Sam, después de arrastrarlo a mi habitación y acomodarlo en mi cama, fui a la cocina y tire el vino, con un pañuelo le empapé los labios y la cara tirando una copa a su lado.
Me acosté en la cama y fingí dormida.
Poco después escuché a Sam suspirar y despertarse poco a poco. El somnífero no era muy potente por fortuna.
El tiempo fue justo.
Cerré los ojos sintiéndome la peor amiga del mundo.
Temí que nunca más pudiera considerarme su amiga.
-Els..., Els.
Me sacudió suavemente mientras susurraba mi nombre, me estire y tallé uno de mis ojos tratando de hacer parecer que me acababa de levantar.
-¿Qué ocurre?
Pregunté inocentemente.
-Lo mismo me pregunto... ¿Pero que tenía ese vino?
Dijo rascando su nuca, viendo el techo con una sonrisa cansada.
Reí sonrojada, sus mejillas estaban rojas también, debió ser la droga y el vino.
Se veía muy apuesto.
Al notar esto el sonrió.
-¿Te gusta lo que vez?
Preguntó de manera seductora sabiendo ya la respuesta. El mismo Sam.
-Jaja cállate.
-Yo se que me deseas.
Aventé una almohada que cayó en su rostro.
La tomo y se recargo en ella a centímetros de mi cara, su sonrisa era la de siempre.
-De verdad eres muy guapa, no tienes idea de lo loco que me tienes.
Me sonrojé más y aparté la mirada, él aprovecho para acercarse lentamente a mi oído.
-Por favor, Els, di que me amas.
-Yo...- suspiré.
De pronto miró abajo.
-¿Por qué me invitaste?
Preguntó de pronto.
Pensé un momento en que decirle.
-Eres mi amigo.
Esa respuesta pareció no satisfacerlo.
-¿Por qué a mi y no a él?
-Lucas ya no tiene nada que ver conmigo.
Los ojos de Sam me miraron con una suplicante esperanza.
Pude ver un fulgor de alegría.
Bufé de mala manera y me giré en la cama para mirar el techo.
-Elinor, por favor, ¿Por qué no me aceptas? Puedo ver en tus ojos y en tus bellas mejillas sonrojadas que lo que sientes por mi es mas que amistad.
No respondí, Sam era más de los que se hacen del rogar que de los que ruegan. No había un por qué a eso de no rendirse conmigo.
-Sam. -Comencé dudosa- Estoy metida hasta el cuello en problemas, lo último que quiero es que tu salgas lastimado.
-Eso es lo que el hombre le debe decir a la mujer Els, no me importan tus problemas, siempre te he ayudado a enfrentarlos.
-Esta vez no- lo interrumpí abruptamente. Me levanté de la cama con la voz temblorosa. -Eres un idiota, si supieras todo te marcharías, me dejarías y buscarías una vida, la vida feliz y relajada que tanto quieres y mereces, pero no, tu siempre aquí como un maldito perro junto a mi. ¿Qué no ves acaso que renuncié a ti desde aquel día? Nada de lo que quieras hacer servirá Sam, lo nuestro no da. ¡Acéptalo en vez de estar de idiota tras de mi!
Estaba furiosa y destrozada, podía escuchar en mi interior miles de cristales, rompiéndose.
Sam volteo al suelo.
-Toda una vida Els. Sabes que daría todo por ti, y aún así me ocultas cosas ¿Por miedo a que te abandone? No te reconozco, quizás mi amiga murió en manos de ese desgraciado y tu la estas suplantando.
Abrí mis ojos como platos, no pretendía herirle de verdad.
-S..sam... - Hice una pausa. -Vete.
Me miró como nunca lo había hecho. Aquel cálido brillo, su resplandeciente sonrisa y magníficos hoyuelos habían desaparecido, por un momento Sam tomó una espectral figura que no soporté ver.
De pronto me tackleó sujetando mis muñecas con fuerza, mis brazos estaban extendidos y mis piernas rodeaban las suyas, su cabello oscurecía de manera temible su mirada.
-Quizás estas sorda mujer, no sé qué parte no te queda claro, pero no te dejaré ir, no puedo, arrancarte de mi corazón sería arrancarme la vida misma, Te amo. Por favor, si no lo aceptas al menos entiéndelo. Te amo.
Lo miré con los ojos abiertos de par en par y mis labios entre abiertos, el se acerco lentamente y junto nuestras narices, mi corazón latía cada vez más rápido conforme sus suaves labios se aproximaban a los míos hasta el punto de apenas llegar a rozarlos, su agarre se volvió más débil cuando nuestro beso era algo inminente.
Pero no lo fue.
Logré librar mi brazo y le di un puñetazo en el estomago el cual, sacándole el aire, hizo que fuera fácil quitármelo de encima.
Sam intentó ponerse de pie mientras yo corría al baño y me encerraba dentro.
Lo escuché intentando abrir.
-Elinor, ¡Elinor, por favor no hagas esto! Por favor.
Me recargué en una de las paredes y me deje caer jadeando aún por el intimo contacto con Sam.
Junté coraje.
-Lárgate Sam.
No supe exactamente cuantas horas pasaron hasta que él finalmente dijo que no se daría por vencido.
Poco después lo oí cerrar la puerta.
Solo quería que el estuviera a salvo.

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La RED
Mystery / Thriller¿Qué se siente sufrir? ¿Qué se siente luchar? ¿Qué se siente estar entre ellos? ¿Qué se siente ganar? ¿Qué se siente volverse uno de ellos? ¿Crees conocer a tus amigos?