Despierta al dolor

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Me levanto de la cama, Es un lluvioso Lunes por la mañana, la temperatura está muy baja dejándome sin ganas de salir de la cama.

Tomo mis cosas y me meto a la ducha, se siente el vapor casi inmediatamente al abrir la regadera y disfruto como se calienta el cuarto gradualmente mientras me desvisto.

Con calma me meto a la regadera sintiendo el agua caliente contra mi pierna izquierda, mi cintura, mi brazo izquierdo, mi cuello y finalmente en todo mi cuerpo.

Me regocijo entre el agua y el jabón, masageando mi enjabonado cabello rubio hasta la mitad de mi espalda, levemente ondulado, al tallar mis brazos caigo en cuenta de que aún tengo las uñas pintadas de azul cielo con sólo una pintada de azul marino con leves brillos en la punta.

Froto mis piernas cuidadosamente, el gran moretón que tenía en las costillas casi ha desaparecido, lo cual creo que ya era algo justo después de tres meses. Me estremezco al ver el color uva en mi piel, una ligera manchita, aunque bastante visible si alguien me quitaba la playera.

El recuerdo de Rin pasa por mi mente haciéndome llorar, aunque he llorado mucho en los últimos meses que ya no me quedan más lágrimas que regar por el mundo, pero eso no parece detener a mis sentimientos para tratar de liberarse en un profundo llanto.

<basta, no fue mi culpa, no podía ayudarla sin que muriésemos las dos> me repetía una y otra vez tratando de aliviar la culpa a mi cobardía y desistencia de ayudarla. Lamentablemente, no es sino hasta ahora donde me doy cuenta de que no soportaba vivir sin que ella también pudiese hacerlo.

Me enjuago dejando que el agua corra por todo mi ser, lavando poco a poco los vestigios de aquel año. Reflexiono y trato de lograr (sin éxito) pensar en Rin sin llorar amargamente. Después de varios minutos cierro la llave y salgo de la ducha colocándome una pequeña bata color negro. Tomo una toalla café y comienzo a secar mi cabello, lo envuelvo en la toalla y me acerco al espejo, coloco una buena cantidad de corrector debajo de mis ojos tratando de cubrir las ojeras, me pongo una base muy sencilla, bastante rímel, delineador y una sombra café, algo de rubor en mis mejillas por último tomó un pinta labios rosa y uno rojo y los coloco haciendo un color de labios precioso que sello con brillo.

Voy a mi habitación, veo el reloj marcar las 6:15am. Lo que me da un buen tiempo, me pongo una blusa blanca de manga corta con un lindo corte, una bufanda color cereza con las puntas en un degradado gris, una chamarra café, unos jeans ajustados negros y unas botas de cuero cafés que me sirven muy bien para la lluvia, me pongo algunas pulseras con destellos azules y un collar en forma de corazón, me suelto el pelo tratando de que se me ondule un poco, lo cepillo y lo dejo caer por mis hombros con una raya en medio y un fleco disimulado a cada lado. Tomó mi bolsa negra y bajo las escaleras, al llegar a la cocina me pongo algunas capas de perfume " Miss Dior"

Encuentro a Sandra en la cocina, su pelo es negro cobrizo hasta la cintura, completamente lacio, sus ojos son verdes y expresivos, sus labios son carnosos de un rosa muy pálido, su maquillaje se ve ligeramente arruinado por las lágrimas. Aún no se quien aguanta más el impacto, yo o ella.

-Buenos días madre- saludo amablemente

-Buenos días hija- recalca la palabra hija como si tratase de grabármelo en la cabeza.

-Lloraste de nuevo ¿verdad?- Tomó el pan frente a mi con el vaso de leche, ha dejado de cocinar como antes.

-Si, ya no encuentro que más hacer- me fastidia el echo de que yo, a pesar de ser la secuestrada, sea la que más deba aguantar el dolor y que Sandra sólo se ponga a llorar como si de verdad le importará. -Tengo que hablar contigo y necesitare que seas sincera conmigo- digo seriamente, ella suspira como si el mundo se acabase, casi puedo escuchar su corazón latir con desesperación de evitar lo que está a punto de ocurrir.

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