Seguía en cama, inquieta por los pensamientos de mi mente.
En mi mano derecha sujetaba mi teléfono celular mientras que la izquierda se encontraba moviendo frenéticamente mis labios con una gran duda.
¿Lo hago?
No quería, pero, debía hacerlo, no hay tiempo para recuerdos vagos y cortos ni sentimentalismos.
Él no me ama.
Solo debía pensar en eso, sepultar esos dulces momentos con tormentosos recuerdos, poner la vida en blanco y negro sin intentar ver los matices de por medio.
-Solo hazlo..-susurré.
Mi mano se balanceaba en el borde de la cama, el cual delimitaba mi locura y enojo.
Me recosté mirando el techo con mis ojos llenos de impaciencia.
No recuerdo como me armé de valor, tampoco cuando fue que marqué el número.
Lo único que recuerdo después de aquel cruce de emociones sin sentido yo caminaba fuera de mi hogar.
El frío que adornaba la calle de manera sepulcral y casi perfecta entumecía mis enrojecidas mejillas. Me maldije mentalmente por no llevar puesta una chamarra o alguna bufanda, dando paso a aquel fino y leve viento a congelar directamente mi piel.
Tan solo la ira y el dolor lograban dar espacio a cada uno de mis lentos pasos.
Mi caminata se tornaba mas lenta con todos aquellos pensamientos que colmaban mi mente a manera de un ruidoso enjambre.
Quería escapar pero era ya muy tarde para cualquier noble propósito al cual quisiera escabullirme dando paso a un imposible perdón.
Mi cabello se mecía incoherente para que el frío pudiera quizá hacerme entrar en razón.
Me senté en una húmeda banca sin darme cuenta hasta tener el pantalón completamente húmedo y frío. Apreté la mandíbula intentando dejar de lado la incomodidad del sentimiento.
Solté un suspiro.
Estaba cansada.
De todas las maneras de las cuales se pueda interpretar esa palabra.
Me dejé caer hacia atrás mirando las suaves estrellas por entre las oscuras hojas de los árboles.
La noche estaba tranquila de una manera un tanto escalofriante, pero aún así llegué a sentirme en una turbulenta paz.
Últimamente, esa era una de las palabras que menos usaba en mi vida.
Me quedé en el aire unos segundos.
<¿Esta es mi vida?> pensé.
Fruncí el ceño.
No, esta no es mi vida. Mi vida me fue arrebatada.
Mi vida era la de una chica feliz y normal, con amigos y familia, pero, aún pensándolo así, mi vida estuvo rodeada de mentiras desde el día en que nací. ¿Por qué me esfuerzo en defender a aquellas personas que me han mentido?
Quizá lo hicieron para protegerme, pensando en mi y no en ellas.
Pensé entonces en Janice, una silenciosa lagrima salió aullando por mi mejilla.
Solté otro suspiro que me permitió ver una pequeña nube de vaho alejándose de mi.
Sonreí ante aquellos viejos recuerdos donde Rin y yo tomábamos lápices o cigarros de chocolate pretendiendo fumar.
Nunca se me había hecho tan apetecible un cigarro real, pero ahora realmente sentía necesitar uno.
-H..hola.
Aquella voz fue un disparo entre ceja y ceja, nunca crees que ocurrirá, pero lo puedes ver venir sin poder hacer nada mas que morir.
Me incorporé lentamente a la figura que había logrado quitar ese bello silencio nocturno como un montón de platos rompiéndose.
-Hola...
Dije secamente con una sonrisa irónica.
-¿Vas a explicarme que sucede?
-¿Por qué no me explicas tú que sucede? Me mentiste sobre tu viaje.
Lucas mantenía las manos dentro de su chamarra color olivo, pero aun a travez de su bufanda y su gorro que hacia que el pelo le cubriera la mitad del rostro de manera tan atractiva, pude ver una mirada de confusión.
Lo mire con cara de pocos amigos.
-Yo.. No...
-¿Por qué Lucas?
-El.. Elinor, te equivocas.
Su manera de tartamudear me exasperaba. Me levanté sin hacerle caso al frío que me golpeo de lleno en mi húmedo trasero y le di una bofetada.
-Aléjate de mi idiota.
Intenté calmarme.
Caminé lo más rápido que pude pero Lucas me siguió tratando de detenerme.
Sus explicaciones no me llegaban, pero, quizá debo estar más concentrada.
Sí.
Debo ser consciente de el barranco hacia el cual íbamos caminado.
Sin embargo, ninguno de los dos pudo enterarse de algo que no fuera el dolor de las ramas y las piedras golpeándonos por doquier.
Nuestras ropas terminaron rasgadas, Lucas había perdido su bufanda, su gorro y la mayor parte de su chamarra. Las mangas de mi camisa habían desaparecido, mis pantalones estaban completamente desgarrados y estábamos cubiertos de lodo.
Fue entonces cuando lo vi.
Lucas sostenía una navaja en la mano.
No me miraba, estaba intentando ponerse de pie.
Aterrada de lo que pudiera pasar me abalance sobre él, ambos, caímos al lago casi congelado, quebrando el hielo, sin embargo este no se rompió, solo se limitó a crujir bajo nuestro forcejeo.
-Elinor, tranquila.
Decía Lucas entrecortadamente.
Le quite la navaja.
-!Planeabas matarme! ¿No es verdad?
El me miró poniendo ambas manos frente a su cuerpo de modo que yo pudiera verlas.
-No, ¿De que carajo estas hablando? ¡Yo te amo mujer!
-Casi me engañas.
-¿Pero que estas diciendo?
Veía el miedo en sus ojos.
Se acercó lentamente a mi, cuando intentó quitarme la navaja reaccione de una manera indescriptible. De pronto, la sangre teñía mi cuerpo, el dolor fue lo mas interesante, lo mas brutal fue su mirada tan vacía.
Cayó sobre mi.
Murmuraba mi nombre.
Lo mire con odio.
-Eres un maldito. La mataste, ¿Como pudiste?
Comencé a insultarlo, a gritarle, hasta que finalmente saqué la cuchilla de su estómago y lo apuñale una vez más en el costado.
Su gritos dio un extraño sentimiento de satisfacción.
-Te odio.
Susurré una y otra vez.
La sangre brotaba de su boca.
Podía notar en sus ojos aquella chispa de vida, de tantas preguntas que quería hacerme, de tanta incertidumbre, pero no sentí más que asco.
¿Hasta donde quería llevar todo esto?
Arrastre su cuerpo aún consciente hacia el lago, con el cuchillo logré hacer un hueco, la capa era bastante delgada una vez que nos alejábamos de la orilla.
Sus ojos me miraron hasta el final.
Intentó pelear aún así.
Dejé su cuerpo ahí.
Tome la navaja y me fui, dispuesta a vivir mi vida.
Con Sam.
Con Sandra.
Con aquellos pequeños fragmentos de mi vida que aún conservo hoy en día.
De camino a casa planeé todas las disculpas que bien se merecían mis conocidos.
Llegué a casa y tome una botella de champaña. Mañana iría a la tumba de Rin para ofrecerle un brindis.
Después de todo.
Muerto el perro... Se acabo la rabia.•••••
Nota de la autora.
Gracias por acompañarme hasta aquí.
Espero les guste lo que he llegado a construir después de un año.
Personaje anterior: Alan.
Gracias a todos los que comentaron.
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La RED
Misteri / Thriller¿Qué se siente sufrir? ¿Qué se siente luchar? ¿Qué se siente estar entre ellos? ¿Qué se siente ganar? ¿Qué se siente volverse uno de ellos? ¿Crees conocer a tus amigos?