La bella durmiente

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-No puedo creer que esto esté pasando- Sam lleva media hora hablando conmigo y 5 minutos llorando desde que lograron revivirme nuevamente.

En mi mente estoy sentada en la oscuridad con cadenas que me aprisionan de los pies y las manos y que a su vez lanzan un tenue destello azul y verde.

Doy giros y giros, danzo en la infinita negrura, ya no me molesto en saber en donde empiezan esas infinitas cadenas que me sostienen, lloro al sermón de Sam, caigo de rodillas buscando entre el dolor mi palpitante corazón, tanteando con las desesperadas manos el indicio de alguno de sus fragmentos. Rasgo mi pecho y la sangre brota, pero no siento dolor físico, si no, más bien un profundo dolor sentimental. Arranco con mis uñas la propia carne que me salva de entregar a cualquier desdichada alma mi corazón, aquella máscara que tanto lo guarda a pesar de lo dañado que este. De un momento a otro mi piel de vuelve papel maché listo para ser cortada. En mis uñas queda la desesperación de querer dar mi corazón a Sam y me detengo en un charco de sangre salinizado por mis lágrimas. Un cálido beso muy familiar roza delicadamente, acelerando mi corazón y me da fuerza y alegría, en tan simple acto puedo sentir el amor tan profundo hacia mi. Escucho a alguien correr y no puedo saber si es Sam. Escucho la voz de Lucas.

-El cuento de la hermosa bella durmiente es real- se escucha serio y feliz.

Las cadenas me van liberando y yo me siento feliz, presiento que al abrir los ojos Sam estará a mi lado listo para besarme de nuevo. Escucho a mil enfermeras venir comienzan a mover mil cosas en mi, cansada de depender de tubos y máquinas y de la nada abro los ojos y busco a Sam con la mirada pero sólo logro ver a Lucas, ¿Él me ha besado?

-Hola- dice Lucas con una sonrisa sin mover su posición firme frente a mi cama. Las enfermeras hacen muchas cosas pero poco a poco se retiran hasta sólo quedar 3.

-Hola- respondo con apenas voz cuando me quitan sonda traqueal que me impedía hacer cualquier cosa. Mi garganta se siente extraña, toso un poco tratando de quitar la incómoda sensación de mi faringe y mi traquea, respirando con ligera dificultad. Sólo quedan dos enfermeras en el cuarto. Sam se queda viéndome inmóvil detrás de Lucas, ni he notado que estaba ahí. No debe llevar mucho. Su rostro parece disgustado, no está feliz de verme, ¿Por qué?

Ahora me siento terrible por lo que le dije, estaba enojada, pero eso no ha sido motivo para desquitarme con él ni nada por el estilo. Se va antes de que pueda decir algo. Mi corazón se quiebra tristemente. Lucas se acerca a mi lentamente y toma mi mano que aún siento como hormiguea.

-Creí que no volvería a verte despierta- dice con apenas aliento. Sonrió ampliamente. El se acerca lentamente a mi de manera suave y asechante hasta que su aliento se confunde con el mío y nuestros corazones entonan una clásica melodía tan rápida y tranquila desfibrandose en un contraproducente y hermoso propósito imposible de igualar por aquellos que tanto lo han vivido en algún ya pasado momento de sus vidas. Me besa y yo a él. Sus labios son curiosos, atreviéndome a decir que son ricos con un sabor peculiar a miel con manzanas. Siento mi cuerpo desvanecerse y luego sacudirse al notar que este beso es un tanto diferente al que ya me había "dado" pero aún así esto en mi pecho y mi estómago no puede ser algo más que una señal de que pertenezco a él y él a mi.

En cuanto nos separamos una extraña enfermera se aparece caminando en la habitación con un portapapeles del cual no despega vista.

-Bien señorita Western, parece que está todo en orden de manera tan milagrosa y repentina, me alegra que tenga ese tipo de suerte que es difícil tener aquí, sólo debemos de hacer algunos estudios más para poder dar por hecho que está lista para ir a casa- diciendo esto me sonríe y se despide de Lucas con un movimiento amable de cabeza, sale de la habitación.

<Al fin paz> pienso mirando a Lucas. El se acerca a mi y me besa tiernamente como si fuera lo más normal del mundo.

-¿Por qué tantos besos?- pregunto.

-Por que aguanté mucho hacerlo, créeme que no fue fácil fingir que no estoy enamorado de ti desde la primera vez que te vi.- sus palabras me hacen sonreír, el tiene un tono sonrojado en las mejillas pero su seguridad se refleja en esos bellos ojos morados.

-Me alegra entonces poder dejar de fingir también- digo tomándole la mano.

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