9. Bad day

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Mal día

—«Hola, soy Hayden Lovelace y quiero agradecer a todas las personas que votaron para que ganase en esta categoría

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—«Hola, soy Hayden Lovelace y quiero agradecer a todas las personas que votaron para que ganase en esta categoría. Ustedes son los mejores fans del mundo. Gracias por hacer esto realidad.» —A continuación, Hayden besó la punta de sus dedos y «lanzó» el beso a la cámara, para a continuación refregar sus manos entre sí.

—¡Perfecto! —exclamó el camarógrafo, mientras empezaba a apagar las luces que enfocaban a Hayden. Este delineó sus ojos con los dedos. Le ardían a causa de la brillante luz de la escenografía, que solo era una pantalla de color beige; pero que reflejaba la luz fuertemente.

—¿Alguien le trae agua al muchacho? —llamó alguien—. Se ve mal.

La verdad es que Hayden se sentía mal. Era el segundo día que uno de sus dos mejores amigos aparecía en su casa para arrastrarlo a comer algo en algún restorán. Hayden amaba la comida china, amaba su Cerdo MuShu, y el cocinero era prácticamente otro amigo al que considerar cercano. Entonces, ¿por qué comer una copia de comida francesa que sale más de cincuenta libras cuando puedes satisfacer tus paladares con comida china agridulce? Hayden no lo entendía. Y ahora, al parecer, había desarrollado algún tipo de alergia por la acelga (vegetal que contenía la comida) y solo sentía ganas de vomitar.

Hoy no era el día de Hayden, al menos por tres razones:

I:

Hayden había creído que era un sueño cuando, a las tres de la mañana, el perro de la vecina comenzó a ladrar estridentemente. Había tapado su cabeza con una almohada, puesto tapones de algodón en sus oídos, esconderse bajo la frazada; pero nada. El agudo ladrido del cachorro resonaba por todo el apartamento, inclusive cuando Hayden tenía una planta para él solo; ya que vivía en un penthouse. Usualmente Hayden no maldecía, pero estaba tan cansado y, justo cuando había logrado dormirse, el perro lo despierta, así que la palabra se escapó de entre sus dientes.

Refregó sus manos por su rostro varias veces antes de patear las frazadas y salir de la cama. Llevaba un pantalón de franela a cuadros negros y rojos junto con una camiseta interior de color blanco. El cabello de Hayden disparaba en todos los ángulos posibles, pero en el momento de tomar las llaves en la oscuridad y salir por la puerta poco le importó. Apretó el botón de la planta de abajo, cuando ya estaba dentro del ascensor, y trataba de serenar su creciente molestia dentro de él.

Cuando las puertas metálicas se abrieron, Hayden caminó hasta la puerta del apartamento 123 y golpeó con los nudillos la puerta de madera oscura, esperando a que esta se abriera. Segundos después, se escucha ruido metálico al destrabar la puerta, y una figura alta apareció delante de él. El cabello color azabache caía en gruesos mechones por el rostro de la muchacha, que abrió los ojos como platos al ver a Hayden delante de ella. Bajo el brazo llevaba al cachorro.

—¡Puedes callar a tu perro de una vez! —exclamó Hayden, con un tono de voz más fuerte de lo usual. Cuando se dio cuenta de cómo había hablado, agregó—. Por favor.

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