35. Something bad

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Algo malo

Los dos se lanzaron bolas de nieve durante todo el recorrido de vuelta a la casa

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Los dos se lanzaron bolas de nieve durante todo el recorrido de vuelta a la casa. Marie tenía bastante mala puntería y Hayden parecía ser todo un lanzador experto, por lo que ella se pasó replicando que «estaba en desventaja». Al llegar a la casa y atravesar la puerta principal, Hayden sacudió la nieve del cabello de Marie. Un viento helado entró a la misma, trayendo consigo pequeñísimos copos de nieve y dejándolos sobre el suelo como una pequeña alfombra blanca. Marie se estremeció de frío cuando los dos se mantuvieron parados delante de la puerta unos segundos.

—Odio el frío —masculló ella, sacudiendo la cabeza. Hayden se estremeció en escalofríos, con pequeños copos de nieve trazando círculos concéntricos hasta caer en el suelo.

Luego de dejar las camperas colgadas en el perchero, ambos caminaron hasta la cocina. Sobre la mesada, había una nota pegada a la heladera que decía: «Fuimos al mercado, volveremos en un rato .x».

—Quedamos solos.

—¿Dónde están? —preguntó Marie, caminando hasta él y tomando la pequeña nota—. Mmmh, vale.

—Intentaré prender el aire... —dijo Hayden, buscando el control del aire acondicionado con la mirada. Marie arrugó la nota y la tiró dentro de la papelera.

—¿Quieres que prepare café?

—Seguro. Está por allí... —dijo él, señalándole un armario de la alacena.

Marie se paró en puntillas de pie, alcanzando la manija de la puerta de la alacena y abriéndola hacia ella. Alzando el rostro, divisó la lata de café molido. El problema es que estaba a, al menos, veinte centímetros más allá de sus dedos. Suspiró con frustración, ojeando la habitación en busca de algo a lo que pudiera subirse, y fracasando con creces.

—¿Hayden?... —Llamó, mordisqueándose el labio. Él levantó la cabeza en su dirección.

—¿Sí?

—No alcanzo...

Hayden soltó una risa antes de caminar hasta ella, levantar apenas el brazo, y tomar la lata de café de la alacena. Marie sonrió sarcásticamente en su dirección, tomándola y apretando la lata a su pecho.

Después de prender la máquina y de colocar el agua y el café en ella, Marie se sentó en uno de los taburetes y aguardó a que Hayden terminase de apretar, aleatoriamente, cualquier botón del mando del aire acondicionado. Cuando lo prendió, se sentó delante de ella y miró en su dirección.

—Creo que es una suerte que haya cortado el césped hoy en la mañana.

—Sí, ahora sería bastante imposible.

Más allá de la ventana, se extendía una gran planicie de nieve. Todo era blanco sobre blanco. A Marie le sorprendió lo rápido que la nieve cubrió todo el paisaje en apenas unas horas. De pronto, el teléfono de Hayden comenzó a sonar con estridencia. Al tomarlo, él hizo una mueca antes de disculparse con ella y atender la llamada. Caminó hasta la sala, mientras respondía un «¿sí?», y el sonido de la máquina con el café recién hecho llenaba sus oídos.

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