27. Dresses and suits

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Vestidos y trajes

Hayden estuvo unas semanas pensando cómo abordar el tema de a dónde siempre quiso irse Marie de vacaciones

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Hayden estuvo unas semanas pensando cómo abordar el tema de a dónde siempre quiso irse Marie de vacaciones. Pensaba que decir «¿a dónde quieres ir de vacaciones?» quitaría la sorpresa al asunto, por lo que pensaba variantes sobre cómo preguntarlo o no.

Aunque, esa misma tarde, un delicado sobre color crema con una cinta color dorada apareció en el buzón de su apartamento. Hayden saludó con una sonrisa al portero, Alfred, que en contra de la apariencia que podía dar su nombre solo era un hombre treintañero; y deshizo la moña. Abrió la carta y leyó, en una delicada caligrafía, lo siguiente:

«Los novios, Judit Adler y James Gray, invitan al presente Hayden Lovelace a la unión en santo matrimonio; que se celebrará el día 30 de enero de 2019 en la Catedral de Westminster, Londres, a las 17:00 horas. La fiesta de boda se celebrará en el salón Platón del Hotel Riccheli, a las 20:00 horas. Se espera puntualidad.»

Hayden sonrió. Recordó a Judit diciéndole que lo invitarían, pero nunca pensó que sería verdad. También se preguntó cómo es que sabía dónde vivía, hasta que también recordó cómo Marie le había enviado un mensaje preguntando su dirección. Ahora todo tenía sentido. Guardó la tarjeta nuevamente dentro de su sobre, y subió por el ascensor rumbo a su apartamento.

Apenas cruzó la puerta, Hayden oyó el timbre del teléfono. Lanzó las llaves sobre el sofá, y corrió a contestar el teléfono.

—¿Hola? —preguntó, apoyando un hombro sobre la blanca pared.

—Hayden, es Liz. Tu móvil no funciona —dijo, con un leve tono de reproche.

Hayden hizo una mueca, recordando cómo no había querido usarlo los últimos días luego del mensaje de Marie. Estaba pasando por una etapa de 'desconexión con el mundo'. No le parecía nada mal, sobretodo porque la última vez que había entrado en Twitter había leído que diversas páginas de chismes habían comenzado a hablar de Marie. Y no precisamente felicitándola por su Bestseller.

—Está sin batería —respondió, levantándose de la pared y caminando hasta el sofá. La habitación estaba casi en penumbras, dada la hora de la tarde—. ¿Ocurrió algo?

—Sí. La firma quiere que tengas, como mínimo, la mitad del álbum para el mes que viene.

Hayden abrió los ojos como platos. Sabía que la firma, también, había negado su petición de un descanso; pero ¿querer ocho canciones para el mes que viene? Eso significaba, como mínimo, apenas quince días. Además, Hayden no se encontraba estable como para poder escribir canciones que fueran «el próximo hit», o «el puesto número #1 en los Billboard».

Hayden solo quería descansar.

—Liz, no tengo ni un verso escrito... —suspiró él, refregándose una mano contra el rostro—. No puedo escribir ocho canciones en un par de días.

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