En la noche
Cuando volvieron al salón, aún era relativamente temprano para la fiesta —las tres de la mañana— por lo que se unieron a la masa de gente en la pista, tomados de las manos, y siguieron festejando un rato más.
A las cuatro de la mañana, Judit y James dieron por finalizada la fiesta. En realidad, a esa hora, únicamente estaba la tercera parte de la gente invitada por lo que tampoco se fue mucha gente. James observaba la mitad del pastel de bodas intacto y mascullaba que «no entrará en el refrigerador», sobre todo cuando los mozos comenzaron a traer la comida sobrante en bolsas de papel y bandejas. Marie cabeceó por encima del hombro de James, observando la gran variedad de sándwiches, picadas de queso y jamón, canastas con palmitos y bollos de pan que había encima de la mesa del banquete.
—Cuanta comida.
—Si quieres puedes llevarte —dijo James, cruzándose de brazos.
—¡Nope! —exclamó Marie, negando la cabeza—. Bueno, quizás los sándwiches olímpicos.
Hayden apareció a su lado, pasando un brazo por arriba de los hombros de Marie y le sonrió con cariño. Marie le devolvió el gesto y James miró a Hayden.
—¿Quieres algo de comida?
—Eh..., no. Gracias —dijo Hayden. James puso los ojos en blanco y se giró para mirar a Judit acercarse a la mesa con los zapatos de tacón en la mano.
—¿Ayudarán a llevar la comida? —preguntó Judit, dirigiéndose a Hayden y Marie.
Después de mirarse con Hayden, Marie respondió.
—Seguro. Además, así te despedimos para la luna de miel.
Judit asintió y llamó a algunos mozos para que llevasen las bandejas de comida hasta su coche. James fue a saludar a su familia, dejando nuevamente solos a Hayden y Marie. Luego de lo que había pasado, Marie no podía negar los sentimientos hacia él. No es como si antes no los tuviera claros, pero la oleada de sensaciones que azotaban su cuerpo al estar cerca de él era como se suponía que debía sentirse al estar con alguien. O al besar a alguien. Era esa sensación y ninguna otra.
—¿Vendrás a ayudar con la comida? —preguntó Marie, alzando los ojos hacia el chico.
—Obvio. Aún es temprano.
Marie soltó una pequeña risa.
—Son las cuatro y pico de la mañana, Hayden.
Hayden sonrió y se encogió de hombros, arrimándola a ella mientras plantaba un pequeño beso sobre su frente. En ese momento podían volver a ser solo ellos dos.
—¡Oigan, tórtolos! —llamó Judit, sosteniendo entre sus brazos una cesta llena de bollos—. ¡Vamos!
Hayden y Marie se miraron, negaron con la cabeza frente al comentario de Judit, y caminaron fuera del vacío salón. Al aire libre, el viento helado erizó la piel de Marie, que soltó un exabrupto ante la incomodidad. Apresurando el paso, casi corrió —sobre tacones de diez centímetros— hasta el coche de Hayden; que desbloqueó las puertas con el mando a distancia. Sentándose en el asiento del copiloto, aguardó unos segundo más hasta que Hayden se sentó frente al volante.
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Sin título
RomancePorque él era un libro en blanco y ella la mejor escritora. MikaylaLlambi, 2015-2016©. Editada en 2019©. #13 en Romance. #3 en Libros.