Cama

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Universo alterno. 

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Como reina del Inframundo,  una vez cada medio año tenía que asistir a las aburridas y nada productivas reuniones de mandatarios políticos en Auradon, donde ocupaban gran parte del tiempo en discutir temas sin importancia y presumir la prosperidad de los reinos que conformaban esa gran nación.

Aquel día, la junta había sido particularmente tediosa gracias a una discusión entre Cenicienta y Rapunzel por lo que Maléfica, claramente harta de todo, había optado por tomar una ducha por la noche para poder relajarse. 

No pedía mucho: sólo quería tomar un baño, recostarse a un lado de su esposo, dejarse abrazar y no saber de nada ni de nadie más hasta el día siguiente. Sin embargo, la vida no quería que el estrés terminara pronto. 

Cuando salió del cuarto de baño y se preparó para dormir, pudo ver a su esposo descansando... con ella en la cama. 

Hades no se daba cuenta de su presencia, en realidad no parecía importarle mucho su ausencia, pues dormía plácidamente mientras la abrazaba como un niño a su peluche favorito.

Los celos se apoderaron de su cuerpo tan rápido como un parpadeo, sin embargo no gritó. En vez de eso, agarró la toalla con la que se estaba secando el cabello y golpeó las piernas de su marido para llamar su atención.

— ¿Qué demonios?... — preguntó él, adormilado

— ¿Es en serio, Hades? — le reclamó, cruzándose de brazos— ¿Qué te he dicho de tenerla en nuestra cama?

— Oh vamos, preciosa, Mal quiso venir a esperarte y se quedó dormida, ¿qué tiene de malo? — respondió en voz baja 

— Que quiero dormir. Me mandaste a esa estúpida junta porque no podías ir tú, estoy demasiado cansada y la mocosa está en mi lugar.

Hades hizo un puchero. Con ojos cerrados abrazó a su hija de cinco años y suavemente se acomodó más en la orilla para que Mal quedara al centro y el lugar de su esposa quedara libre. Aquella acción le arrancó un sonrojo a la mujer, tanto de coraje como de ternura, pero Maléfica no se convenció.

— No, Hades. Hablo en serio, ya no la puedes seguir teniendo aquí cada tercer día. Ella tiene su habitación y ahí debe dormir.

— Ugh, ya qué... pero yo no me pienso parar.

Ella resopló y conjuró algunas palabras en voz baja. Después de ello, ya tenía a Mal envuelta en una suave luz verde que la hizo flotar sin despertarla. Ambas salieron de la habitación en busca del cuarto de la niña hasta que fue acomodada en su propia cama de sábanas moradas y verdes.

Sonrió satisfecha de saber su cama libre, pero antes de salir la pequeña Mal se giró y la llamó.

—Mami...

— ¿Qué sucede, calabaza? — susurró, sin intentar sonar fastidiada

— ¿Me puedes contar un cuento por favor?...

Maléfica enterneció la mirada por un momento, los ojos de cachorro de su hija eran tan convincentes como hermosos. Sin embargo, su cabeza ya estaba explotándole y no le haría soportar su fachada de tranquilidad por mucho tiempo.

— Oww... no. Ya duérmete.

Mal se quejó pero Maléfica no cedió. Una vez que se acomodó en su almohada, su madre esperó un par de minutos más únicamente para asegurarse de que no despertara y después volvió sobre sus pasos para regresar a su habitación. Con cada metro recorrido, sentía cada vez más cerca el placer único otorgado al tumbarse a la cama y dormir al instante.

Así que entró a su cuarto sin cerrar la puerta y se dirigió nuevamente a su cama. No obstante, al llegar la pesadez volvió a apoderarse de su cuerpo al notar que Hades estaba abrazándolo a él.

— ¿Es en serio, Hades? — volvió a preguntar, esta vez teniendo menos consideración con su tono — ¿Qué te he dicho de tenerlo a él en nuestra cama?

— Oh, vamos, bombón. Hadie te estuvo buscando todo el día y al escucharte hace un momento vino a acostarse aquí con nosotros.

— No, Hades. El niño dejó de dormir aquí hace mucho tiempo y tiene su propia habitación.

— Malie~.

La hechicera volvió a conjurar las mismas palabras, esta vez más cansada y envolvió a su hijo de dos años en la misma bruma verde para llevarlo hacia su habitación. Afortunadamente para ella, él no despertó ni lloró, por lo que pudo volver una vez más a sus aposentos con rapidez para por fin descansar.

Sin embargo, al llegar nuevamente a la orilla de su cama, la furia y la desesperación de no verle fin al asunto se apoderaron de su pecho cuando vio a Hades abrazando a eso.

— ¡YA BASTA, HADES! ¿¡QUÉ TE HE DICHO DE TENER A ESA COSA EN NUESTRA CAMA?!

— Oh, vamos, hermosura, hace mucho tiempo que Cerbero no duerme con nosotros.

— ¡Ese perro tiene su propia cama en su propia habitación!  Además,  ¿no se supone que debería estar vigilando la entrada al Inframundo?

—Pues lo siento mucho, pero mi perro no se va. 

—¿En serio estás poniendo a un perro por sobre tu esposa?

—Es un bebé, Malie. Tan sólo míralo— dijo, mientras frotaba su mejilla contra una de las tres cabezas de su mascota

Ella apretó sus puños. Cerbero era un perro tan longevo como el mismo Rey de los Muertos y aunque podía cambiar de tamaño, su forma más pequeña era tan grande como para ocupar media cama matrimonial. 

Para esas alturas de la noche, las ganas de aventar a ambos al piso eran demasiadas, pues no sólo se trataba de que sus hijos o su perro se atrevieran a ocupar su lado de la cama, sino que se atrevían a robar la atención y los abrazos que debían ser para ella esa noche.  

Ya exhausta de la situación, caminó hasta un costado de Hades y lo obligó a deshacer el abrazo con un manotazo. Una vez obtuvo su mirada zafiro, Maléfica se colo entre sus piernas y se recostó encima de él, con su cabeza sobre su pecho, tal como si fuera un bebé recién nacido y se preparó para dormir. 

— ¿Es en serio, mi amor? — preguntó Hades, con una risa queda por su inusual comportamiento. Por la posición, no pudo notar que su mujer se había enrojecido de pena.

— ...Oh, vamos. Sólo cállate y abrázame, idiota.  

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Hey! cómo están?

Esto fue una idea rápida que atravesó mi cabeza hoy por la mañana x3 espero les haya gustado o así jaja 

Bai :v 

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⏰ Última actualización: Nov 05 ⏰

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Historia de un amor agridulce (Hades x Maléfica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora