Capítulo 26 Cumpleaños

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Mi papá y yo íbamos en el auto , él al volante, mientras yo me ajustaba la correa de la cámara sobre mi hombro. Llevaba puesto un vestido blanco que me llegaba un poco más arriba de las rodillas, mi cabello recogido y un maquillaje sencillo. Sabía que a papá le gustaba que luciera "elegante pero natural" en eventos importantes como este.

No le había comentado a nadie sobre el ataque que casi termina en tragedia cuando salí almorzar con Alec. Un disparo que pasó rozando mi oído fue suficiente para dejarme paralizada, pero no quería alarmar a mis padres. Sabía que si se enteraban, iban a mover cielo y tierra para descubrir lo que había pasado, y eso solo complicaría las cosas. Así que decidí quedarme callada, tragándome el miedo que aún sentía cada vez que lo recordaba. Era mejor así...o al menos eso me repetía una y otra vez.

Cuando llegamos al restaurante, mi papá se bajó primero y me ayudó a salir del auto con una sonrisa .

—¿Podrías tomar algunas fotos del almuerzo hoy? — me pidió

— Claro, papá — Respondí. No le iba a decir que no; sabía cuánto significaba esto para él.

Ya dentro de, comencé a tomar fotos del salón , capturando cada detalle de la decoración y los invitados. En eso, mi papá se acercó y me dijo:

— Quiero presentarte a alguien— Asentí y lo seguí, un poco intrigada. Nos detuvimos junto a un chico alto, de piel morena, con cabello negro desordenado y ojos marrones profundos.

— Adhara, este es Raúl, el hijo del crítico.

Raúl tomó mi mano y la besó suavemente con una sonrisa segura.

—¿Cómo está esta maravillosa princesa? — dijo, mirándome con intensidad — Tu padre me ha hablado maravillas de ti.

— Un placer conocerte Raúl. — Respondí, tratando de mantener la   calma .  Mi papá nos dejó para que conversáramos, probablemente esperando que Raúl y yo nos lleváramos bien.

Raúl comenzó a hacerme preguntas, y para ser sincera, no estaba acostumbrada a tanta atención. Me preguntó que me gustaba hacer, y le respondí que tomar foto era de mis actividades favoritas. Mientras él hablaba, instintivamente llevé mi mano al collar que Alec me había regalado, un gesto automático que hacía sin pensar. Nunca me lo quitaba y el simple toque del colgante me daba una extraña sensación de calma. Raúl notó el movimiento y su ojos se desviaron por un momento hacia mi cuello, pero no comentó nada al respecto.

—¿Y cuándo podríamos quedar para hablar más?— dijo, inclinándose un poco hacia mí, como si quisiera escuchar mejor mi respuesta.

— No no lo sé— respondí con una sonrisa educada—. Tengo muchos planes.

En ese momento, sentí mi teléfono vibrar. Lo saqué y vi que era un mensaje de Alec preguntándome cómo iba el almuerzo. Sentí una chispa de felicidad, pero decidí no responder. No quería darle explicaciones a Raúl.

—¿Quién escribió? — preguntó Raúl , al notar mi distracción.

— Oh, nada importante — contesté guardando el teléfono en mi bolso y desviando la mirada.

Después de un rato, el momento llegó. Le otorgaron a mi papá la tan esperada Estrella Michelin. Lo felicité, emocionada, y saqué algunas fotos de él con una sonrisa de oreja oreja. Nos despedimos y finalmente regresamos a casa.

Al llegar, encontramos a mi mamá en su escritorio, concentra en la computadora. Cuando papá anunció con emoción que había recibido la estrella, mamá se levantó para abrazarlo y felicitarlo.

— Estoy muy orgullosa de ti— le dijo, y luego él me miró.

— Gracias por acompañarme hoy, hija. Y dime, ¿ qué te pareció conversar con Raúl?

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