Capítulo 33 Rechazo

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Han pasado dos semanas desde la última vez que hablé con Adhara, desde esa pelea absurda que nunca debió suceder. He intentado comunicarme, mandarle mensajes, llamarla, incluso he pasado por lugares donde solíamos vernos, esperando encontrarla. Pero nada. Me rechaza las llamadas y mis mensajes quedan sin respuesta. La situación me desespera y la insistencia de mi padre no ayuda. Me sigue llamando, sobornándome para que acepte salir con Brittany, como si eso solucionara algo.

Estoy en la cocina con el celular en la mano viendo la pantalla en blanco y esperando algo, cualquier señal de Adhara. En ese momento escucho la voz de mi madre quien entra sonriente y se sienta frente a mí en el mesón.

— Hijo, tengo algo importante que  contarte.

Levanto la mirada, dejando el celular a un lado.

—¿De qué se trata? — le pregunto, notando su expresión emocionada.

—Conocí a alguien en España, cuando fui la última vez—dice con una sonrisa suave—. Es un hombre muy amable, gentil y me trata muy bien. El quiere venir a Venezuela a conocer.

Frunzo el ceño, intentado no mostrar mi sorpresa, aunque una parte de mí se siente genuinamente contento por ella.

—¿ Son amigos nada más o... hay algo más ahí que no me estás contando?— le preguntó mirándola de reojo con una sonrisa pícara.

Ella ríe, moviendo la cabeza.

— Amigos nada más, Alec. Solo amigos... por ahora —responde, aunque su tono tiene una chispa de emoción.

Le doy una mirada divertida y ella sacude la cabeza.

—Bájate de esa nube, todavía no ha pasado nada entre nosotros—dice sonriendo con una mezcla de vergüenza y alegría.

Justo en ese momento el celular vibra en la mesa. Al ver el nombre de mi padre en la pantalla, mi expresión se endurece. Suspiro y contesto con desgana.

—¿Qué quieres? — me preguntó sin ocultar mi molestia.

— Necesito decirte algo importante— responde él con ese tono autoritario que me cansa.

Respiro profundo, intentado contener el enojo.

— Déjame en paz Papá, por favor.

Cuelgo antes de darle oportunidad de insistir. Pasó la mano por mi cabello, frustrado y me despido de mi madre, que me lanza una mirada comprensiva. Me dirijo a la oficina, tratando de ponerle a trabajar y despejar mi mente.

Un par de horas después, mientras reviso unos documentos, mi celular vuelve a sonar. Al ver el nombre de Adhara en la pantalla mi corazón da un vuelco, abro el mensaje de inmediato.

Adhara:
Necesito hablar contigo, ¿puedo ir a la empresa?
No dudo en responderle.

Yo:
Claro, nos vemos en 20 minutos abajo, en el estacionamiento.

Lanzo el celular sobre el escritorio y me preparo para salir. No sé qué va a pasar, pero estoy decidido a hacer lo que sea para arreglar las cosas con ella.

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