Estoy de pie frente a su tumba. Leo su nombre grabado en la lápida.
1984 - 2024
Igor RuizAún no puedo creer que esté aquí en el suelo, bajo un montón de tierra. El hombre que controló cada aspecto de mi vida ya no está más. Mi padre el empresario exitoso que todos admiran, el hombre al que la gente llora hoy. Pero yo... yo sé la verdad.
A mí al rededor, la gente murmura entre sollozos. Algunos ni siquiera lo conocían realmente, solo estaban aquí para mostrar respeto. Los veo con sus trajes oscuros, vestidos formales y caras compungidas, mientras yo sostengo una botella de whisky que apenas he soltado desde que empezó este maldito funeral.
Tomó un largo trago, sintiendo el ardor en mi garganta. No sé qué es más difícil de digerir: la muerte de mi padre o la sedación extraña que me embarga... una mezcla de alivio y culpa. ¿ Qué clase de hijo se siente aliviado porque su padre ha muerto? Pero es la verdad. Sé que ya no estará más para manipular, para amenazar, para arruinar lo poco bueno que tengo en mi vida.
Levantó la vista y veo a Adhara. Está al lado de mi madre, hablando en voz baja, con la mirada compasiva que siempre tiene. Ella es el único rayo de luz en medio de esta oscuridad. Justo cuando pienso en acercarme a ella, una ráfaga de viento frío me sacude, y la sensación de vacío se apodera de mí.
De repente siento una mano suave en mi brazo. Es Adhara. Me mira con esos ojos que parecen leer todo lo que intento ocultar.
—¿Quieres irte? — me pregunta en un susurro.
No respondo con palabras, somos asiento. Ella me toma de la mano y juntos nos alejamos de la multitud, dejando atrás los llantos y los falsos lamentos.
La casa está extrañamente silenciosa cuando llegamos. Mi madre se queda conversando con Adhara en la sala agradeciéndole por estar aquí hoy. Yo en cambio, no quiero hablar con nadie.
— Voy a darme una ducha— digo, sin mirarme a nadie.
Subo las escaleras sintiendo el pesos de un millón de pensamientos aplastándome. El agua caliente cae sobre mi piel, pero no logra borrar la sensación de frío en mi interior. Me cambio rápidamente y me tumbo en la cama, esperándome que el sueño me libere aunque sea por un momento.
La oscuridad me envuelve un instante. De pronto estoy de vuelta en esa noche, esa noche en la que mi padre secuestró a Adhara. Veo todo como si estuviera ocurriendo de nuevo: sus gritos, la forma en que la arrastró frente a mí, con su mirada cruel. Pero esta vez... no puedo hacer nada. Estoy paralizado, como si mis pies estuvieran pegados al suelo.
—¡ Déjala! — grito, pero mi voz suena hueca sin fuerza.
Veo a mi padre levantar un arma, apuntando directamente al pecho de Adhara. Dispara. Su cuerpo cae al suelo, sin vida. El terror me sacude y un grito ahogado sale de mi garganta.
Despertando en pánico.
Me despierto de golpe, con el corazón latiendo a Mil por hora. Estoy empapado en sudor. Adhara está a mi lado, susurrando para calmarme.
— Shhh, Alec... tranquilo. Fue solo una pesadilla. Estoy aquí contigo, todo está bien— me dice acariciando mi rostro con su mano suave.
— No, no está bien Adhara... casi te pierdo. Casi mueres por mi culpa — respondo con mi voz quebrándose.
Ella intenta consolarme pero algo se rompe dentro de mí. Me levanto de la cama lleno de una ira que no puedo contener.
— ¡ No entiendes! — le grito —. ¡ No entiendes lo cerca que estuve de perderte para siempre! ¡Casi...! — Las palabras se ahogan en mis lágrimas. No quiero que me vea así, tan roto, tan vulnerable pero ya no puedo contenerlo.
Adhara se levánteme vuelve en un abrazo firme, como si sus brazos fueran lo único que mantiene mis pedazos unidos.
— No no me perdiste Alec. Estoy aquí contigo. No voy a ningún lado— me susurra acariciando mi mejilla con sus dedos. Me obliga a mirarla a los ojos—. Mírame. Estoy aquí.
Me dejo caer en sus brazos, pero el nudo de mi garganta no desaparece. Siento un vacío que no sé cómo llenar.
— Adhara...— digo, apenas susurrando—. No sé que me pasa... me siento como un monstruo. Parte de mí...se siente aliviada de que él ya no esté. Mi propio padre, y yo... me siento aliviado de que no esté aquí para seguir arruinando mi vida. ¿ Qué clase de persona siente eso?
Ella me mira con tanta compasión que duele. Sus dedos acarician suavemente mi rostro, limpiando las lágrimas que no dejan de caer.
— Alec, no eres un monstruo— me dice con una voz que es tan firme como dulce—. Es normal la sentirte así. Tu padre... te hizo mucho daño. Es natural que sientas alivio, después de todo lo que te hizo pasar. Pero eso no significa que no puedas llorar su pérdida. Era un hombre complejo, con sus propios demonios. Tú no eres responsables de las decisiones que él tomó.
Sus palabras me golpearon como una ola, deshaciendo el muro que he construido alrededor de mis emociones. Siento el dolor de perder a mi padre,, pero también la liberación de saber que ya no puede controlarme, que ya no puede destruir lo que amo.
— Pero...¿ y si eso significa que estoy dañado? — susurró, con la voz quebrada —. No quiero ser como él, no quiero herir a las personas que me importan.
— No lo eres Alec. Eres fuerte, eres bueno y tienes un corazón capaz de amar. No tienes la culpa de lo que él hizo. Está bien sentir alivio, está bien sentir dolor. Ambas cosas pueden coexistir.
Siento un peso insoportable levantarse de mi pecho al escucharla. Ella me ve, me entiende y no me juzga. Me quedo en silencio asimilando sus palabras, mientras ella acaricia mi cabello y me susurra que todo estará bien.
— Lo siento Adhara...— digo derrotado.
— Shhh... — me cala suavemente— . No tienes que disculparte Alec. Estoy aquí para ti, pase lo que pase.
Nos quedamos así en silencio, mientras las primeras luces del amanecer entran por la ventana. Por primera vez en mucho tiempo siento que hay esperanza, que tal vez, solo tal vez, no estoy solo como pensaba.
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Amor Imposible
Roman d'amourAdhara lleva una vida tranquila y ordenada, siguiendo el camino que sus padres han trazado para ella. Alec parece tenerlo todo: lujos, viajes y una vida perfecta, pero las apariencias engañan. Cuando sus mundos colisionan inesperadamente, surge una...