París:
El sol se estaba poniendo sobre París, esa ciudad que nunca deja de deslumbrar. Caminar por sus calles estrechas junto a Adhara fue algo más que una aventura, era una confirmación de lo afortunado que era por tenerla a mi lado. Reímos como si el mundo estuviera solo para nosotros. Nos detuvimos en cada esquina, tomándonos fotos, capturando momentos como si quisiéramos atesorarlos por siempre.
Nos paramos frente a la Torre Eiffel, y mientras Adhara tomaba su cámara para una foto, no pude evitar pensar: "¿Cómo es que esta mujer, tan llena de vida, terminó a mi lado?"
—¿Sabías que siempre quise venir aquí?— me preguntó, con una sonrisa que me derretía.
—Sí —le respondí—.Pero yo... no sabía lo suficiente sobre ti, hasta ahora.
La Torre Eiffel nos observaba, pero nosotros estábamos tan inmersos en el otro que el mundo exterior no existía. Al final de ese día, me besó, y ese beso, tan dulce y tan lleno de amor, parecía decirnos todo lo que no hacía falta pronunciar.Santorini:
A los pocos días, estábamos en Santorini. Las casas blancas, las puertas azules, el mar interminable... parecía un sueño. Caminamos por las calles empedradas de Fira, deteniéndonos en cada rincón para tomar fotos, para perderse en el paisaje, para disfrutar de la paz que nos rodeaba.
Al almorzar en una taberna junto al mar, con el viento acariciándonos, Adhara me miró y dijo:
—Este lugar... es todo lo que imaginé, Alec. Es perfecto.
Y lo era. Pero lo que realmente era perfecto para mí era estar ahí con ella, en ese momento, sin ninguna otra preocupación que la de disfrutar de nuestro tiempo juntos. Y sí, como era de esperar, nos besamos más de una vez entre bocado y bocado, como si solo existiéramos los dos en ese rincón del mundo.
Bali:
Y luego llegamos a Bali. Era como si estuviéramos en otro planeta, un lugar donde todo era sereno, pero al mismo tiempo tan lleno de vida. Bali tenía una energía única, una tranquilidad que nos envolvía.Pasábamos los días explorando las playas, nadando entre peces de colores, caminando por templos tranquilos, y tomándonos de la mano, simplemente disfrutando de cada segundo juntos. Era como si el tiempo se hubiera detenido para nosotros.
Pero la noche siempre nos encontraba juntos, en nuestra villa junto al mar. Esa noche, después de un día agotador, estábamos acostados en la cama, desnudos, cubiertos por el frescor de la brisa balinesa que entraba por la ventana. Me miraba y sus ojos brillaban, como si siempre hubiera sabido que este día llegaría.
— Siempre soñé con estar con alguien como tú, Alec— me dijo, su voz suave, como si cada palabra pesara más de lo que debería.
Y en ese momento, me sentí el hombre más afortunado del mundo.
—Nunca imaginé que estaría casado con la mujer de mis sueños, Adhara. Nunca pensé que mi vida sería tan maravillosa como ahora.Ella se rió, esa risa suave y sincera que siempre me conquistaba.
—Yo sí creí, Alec. Lo que no sabía era si alguien como tú se fijaría en mí.
Mis dedos recorrieron su espalda, trazando líneas invisibles, buscando conectar aún más con ella. Me acerqué a su rostro, y le di un beso suave, lleno de todo lo que no podía expresar con palabras.
—Te amo— susurré.
—Te amo también— me respondió, con la misma ternura en su voz.
Nos quedamos allí, en silencio, por un rato, disfrutando de la calidez de la habitación y de la cercanía del otro. Pero luego, el hambre nos despertó a los dos.
—Vamos, Adhara— le dije—levántate, que tengo hambre.
Pero ella se acurrucó más cerca de mí, sin ganas de moverse.
—No quiero. Mejor quédate un rato más— dijo, sin abrir los ojos.
La miré con una sonrisa en el rostro.— Ah, ya veo, lo que te gusta es dormir, ¿eh? No todo en esta vida es dormir y dormir.
— Y tú eres un chico muy hot —me dijo riendo—. Pero bueno, si así lo dices, no todo en esta vida es tener intimidad, ¿ verdad?
—Ahora que eres mi esposa, puedo tener intimidad contigo cada vez que me dé la gana — le respondí en tono burlón, sabiendo que no podía resistirse a mi forma de bromear.
Ella se rió, moviéndose un poco, pero sin alejarse de mí.
—Eres tonto.
—Sí —le respondí—, pero te amo.
Nos quedamos acostados un rato más, disfrutando de lo que realmente importa: el uno al otro. Y en ese instante, entendí que la vida no podría ser más perfecta. Estaba casado con la mujer de mis sueños, y nuestra luna de miel solo era el comienzo de una vida que sabíamos sería maravillosa, sin importar qué viniera después.
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Amor Imposible
RomanceAdhara lleva una vida tranquila y ordenada, siguiendo el camino que sus padres han trazado para ella. Alec parece tenerlo todo: lujos, viajes y una vida perfecta, pero las apariencias engañan. Cuando sus mundos colisionan inesperadamente, surge una...