Capítulo 36 Secuestro

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El silencio me envolvía mientras caminaba por la calle, con el frío de la noche calándome hasta los huesos. Intentaba enfocarme en mis pasos, en el ritmo de mis pies golpeando el pavimento, pero mi mente no dejaba de regresar a la conversación que había tenido con Alec. La pérdida, el dolor, el bebé ya no estaba. Sentía un vacío tan profundo que casi podía palparlo. Sabía que en el fondo sí lo quería, pero por las decisiones que tomé y por todo lo que pasó, lo había perdido. No dejaba de preguntarme si habría sido diferente si hubiera actuado de otra manera...Si tan solo hubiera hablado con Alec antes de que todo se desmoronara.

Estaba tan sumida en mis pensamientos que la principio no noté la furgoneta negra que apareció lentamente a mi lado. Me detuve en seco, con el corazón latiéndome en la garganta. La puerta del vehículo se abrió y Brittany salió con esa sonrisa que no alcanzaba a sus ojos.

— Adhara ven conmigo—ordenó con un tono que pretendía sonar dulce, pero que solo me erizó la piel.

— No— respondí con firmeza, dando un paso atrás —. No voy a ir a ningún lado contigo. Déjame en paz.
Intenté retomar mi camino, pero antes de que pudiera alejarme sentí unas manos fuertes que me sujetaron por los brazos. Luché, me retorcí, pero eran demasiado fuerte.

— No es decisión tuya si quieres o no — espetó Brittany acercándose más—. Vas a venir y punto.

Antes de que pudiera gritar o seguir peleando, uno de los hombres sacó un trapo y lo presionó contra mi boca. Intenté contener la respiración pero el olor químico me invadió, y poco a poco todo se fue oscureciendo.

                                              ***

No sé cuánto tiempo pasó hasta que volví en mi. El aire estaba cargado de humo de cigarro y mis sentidos se despertaron lentamente como si nadara en un mar de niebla. Me incorporé, sintiendo el cuerpo pesado y al abrir los ojos me encontré en una habitación desconocida. Las paredes grises y la luz tenue le daban un aspecto lúgubre.

—¿Dónde estoy? — pregunté, la voz rasposa por el miedo y la confusión—. ¿ Donde me tienen?
Un hombre alto con un porte intimidante y traje oscuro, se adelantó hacia a mi. Me miraba con una expresión que mezclaba diversión y desprecio.

— Un placer conocerte Adhara. Soy Igor, el padre de Alec—dijo, extendiendo la mano, como si estuviéramos en una reunión social cualquiera.

Retrocedí, ignorando su gesto.

—¿Donde está Alec?  ¿Qué me hicieron? — mi voz tembló, pero intenté mantenerme.

Igor esbozó una sonrisa fría.

— Tranquila ya lo vas a ver.

En ese momento las puertas se abrieron de golpe y mi corazón se paralizó al ver a Alec. Dos hombres lo sostenían al ver a Alec. Dos hombres lo sostenían por los brazos, arrastrándolo hacia dentro. Su rostro estaba golpeado, con un ojo completamente morado y la nariz sangrando. Parecía tan herido, tan vulnerable...

— ¡ Alec ! —grité corriendo hacia él, pero antes de poder llegar, Igor me atrapó por los brazos con una fuerza descomunal.

— No te acerques— me advirtió su tono de voz tan frío como el hielo.

Sentí el miedo apoderarse de mí como una sombra envolviéndome. Alec me miraba con desesperación, tratando de liberarse de los hombros que lo mantenían prisionero, pero tenía fuerzas.

—¿ Qué le hicieron? —grité, luchando por soltarme de Igor.

— Ah, tranquila querida. Esto apenas comienza—respondió el, con una sonrisa que hizo que me congelara la sangre.

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