Amor Imposible

Epílogo - Final

Han pasado cinco años desde que mi vida cambió para siempre. Desde aquel entonces, todo ha sido diferente, pero también todo ha valido la pena. Mi madre, por fin, encontró la paz que se merecía. Se casó con Hugo, un hombre que vive en España, y gracias a Dios, él la quiere y la valora como nunca lo hizo mi padre. Siempre me alegraré de ver a mi mamá feliz, porque después de todo lo que pasó, ella también merece su propia felicidad.

Hace tiempo que compré esta casa, grande y con piscina, pensando en el futuro de nosotros . Hoy, como todos los fines de semana, vamos a hacer una parrilla.

Mientras pico la carne en la cocina, escucho a lo lejos las risas de los niños. Amira y Julio, el hijo de Elaia y Gabriel , están jugando afuera. Aunque Julio es mayor que Amira, siempre se llevan bien. Mi hija, con sus ojos azules como los de su madre y su cabello castaño claro, rizado en las puntas, parece crecer más rápido cada día. Me cuesta creer que el tiempo haya pasado tan rápido.

Recibo un mensaje  de Adhara . "Ya voy llegando a la casa", me dice, y por un momento, me quedo en silencio, sintiendo esa calma que solo ella puede darme. Mi hija corre hacia mí y me pregunta:
—¿Papi, a qué hora llega mamá?

— Pronto, princesa, ya casi llega. Está terminando una sesión de fotos— le respondo.  Amira me mira con sus ojos brillantes y me pide permiso para ir a la piscina con Julio —. Sí, pero con cuidado, acuérdate que para lo profundo no puedes ir —le recuerdo.

—Sí, papi, yo sé —me dice, y se va corriendo, mientras yo escucho a Gabriel acercarse .

— Bro, qué grande está Amira, ¿no?—comenta.

— Sí... los niños crecen rápido. El tiempo se pasa volando — le digo, mientras me dirijo a la parrilla, con la carne ya lista para asar.

El día transcurre tranquilo, entre bromas y risas, mientras Elaia se asegura de que los niños estén jugando con cuidado en la piscina. En ese momento, Amira se acerca a su abuelo , quien con su pequeño rostro iluminado por la emoción, le dice:

—Abuelo, abuelo, ¿me puedes contar la historia que siempre me cuentas?

  El papá de Adhara  sonriendo con ternura, le responde:
—Claro que sí, mi niña, pero en la noche, cuando vayas a dormir.

Amira asiente, emocionada, y corre de vuelta a jugar con Julio mientras yo continúo con la parrilla.

Finalmente, Adhara llega. Me acerco a ella, y con una sonrisa, me dice:

—Hola  amor, ¿cómo estás?— Le devuelvo el saludo con un beso en los labios.

—Bien, amor. Todo bien—  le respondo.

Adhara saluda a su mamá y a su papá, dándoles un cálido abrazo. Mientras tanto, Amira, al ver a su mamá, corre hacia ella y, con los brazos abiertos, le dice:

—¡Mami, te extrañé!— Adhara la toma en brazos y le responde con una sonrisa:

—Yo también te extrañé, hija. ¿Qué estás haciendo?

— Estoy jugando con Julio. ¿Quieres venir a la piscina?— pregunta Amira.

— En un rato voy, primero me cambio y voy — le dice Adhara, dejándola en el suelo para irse con ella a jugar.

La tarde transcurre entre risas, historias y recuerdos. Cuando la noche llega, Elaia , Gabriel y Julio se van, y Adara y yo nos quedamos en la casa. El padre de Adhara  va a dormir a Amira ya que le debía una historia , mientras yo me quedo en la cocina limpiando. Al final de la noche cuando ya todos se habían ido,  Adhara y yo nos quedamos solos , nos encontramos en el mueble, abrazados, con nuestras manos entrelazadas.

—Gracias por ser un esposo tan excelente, y por ser un padre tan maravilloso — me dice Adhara, mientras me mira con ternura.

—No, gracias a ti. Gracias por llegar a mi vida y convertirla en la más feliz del mundo — le respondo, dándole un beso.

A veces, en la vida, hay que arriesgarse para ser feliz, para tener la vida que uno siempre soñó. Y aunque no siempre fue fácil, hoy sé que todo valió la pena. La vida no se mide por los momentos difíciles, sino por lo que haces con ellos. Y yo elegí a Adhara, elegí a mi familia, y hoy, mirándola a ella, a nuestra hija, no puedo evitar pensar que he hecho lo correcto.  

                                               Fin