Capítulo 38 Nuevos comienzos

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Después de todo lo que habíamos pasado, las cosas finalmente estaban bien. Seis meses habían pasado desde el secuestro y la muerte del padre de Alec. Mis padres, antes están estrictos, terminaron en nuestra relación. Alec finalmente estaba buscando ayuda profesional para lidiar con todo.  En cuanto el padre de Brittany, lo metieron en la cárcel por tráfico de drogas, y Brittany tuvo que irse del país .Era diciembre y por primera vez en mucho tiempo y nos sentíamos felices. Felices de verdad.

Estábamos apunto de irnos a Mochima Longe Puerto la Cruz para pasar Navidad y Año Nuevo con la familia. Yo había reservado ocho noches en el hotel para asegurarnos de disfrutar hasta el último minuto.

Estaba en mi habitación, doblando la última camiseta para meterla en la maleta cuando escuché una voz masculina detrás de la puerta. Alguien tocó la puerta suave, como si no quisiera interrumpir.

— Adelante —dije girándome para ver quién era.

Era Alec apoyado en el marco de la puerta con esa sonrisa medio traviesa que tanto me gustaba
.
— ¿Ya estás lista? — me preguntó, alzando una ceja—. Nos vamos mañana y tienes todo listo. Por cierto te extrañé estos dos días.

No pude estar sonreír mientras me acercaba a él. Dios, como lo había extrañado también. Me acerqué hasta sentir sus calor contra a mí y envolví mis brazos alrededor de su cintura. Sentí sus manos en mi espalda, firmes pero suaves, y me dejé llevar por la tranquilidad de tenerlo tan cerca.

— Sabes que soy rápida cuando se trata de la playa— le dije sonriendo con picardía—. No puedo esperar para estar bajo el sola y el mar contigo.

Alec soltó una pequeña carcajada y me besó en la frente.

— Eres una chica con mucha iniciativa, señorita Adhara— murmuró contra mi piel—. Y eso me encanta.

Pasó el día y todos llegaron al hotel en Mochima. Fue una locura organizará tantas personas, pero verá todos están contentos hacía que valiera la pena los padres de Elaia habían volado desde Miami, Gabriel está más animado que nunca y hasta la mamá de Alex parecía relajada. La felicidad de ver nuestras familias unidas, por fin, me llenaba de una alegría que no podía contener.

El 24 de diciembre, después de un día perfecto en el yate  que había alquilado mi padre, nos preparamos para la cena de Nochebuena. Yo me puse una minifalda ajustada de tiro alto y una blusa de seda roja. Las botas mosqueteras negras completaban el Look. Me miren en el espejo una última vez asegurándome de qué todo estuviera perfecto.

Tomé el regalo que le había comprado a Alec y bajé. Lo vi en la terraza, hablando con mi papá. Alex vestí unos pantalones azul oscuro y una camisa marrón; se veía increíble. Apenas me vio, mi papá sonrío.

— Te ves preciosa, Adhara — dijo guiñándome un ojo.

— Gracias papi — le respondí dándole un beso en la mejilla.

Cuando llegó el momento de los regalos, le di a Alex el estuche de cuchillos que había vuelto con tanto esmero.

— Sé sé que los necesitas para tus clases de cocina— le dije, un poco nerviosa, esperando su reacción.

Alec abrió el estuche y sus ojos iluminaron como si hubiera recibido el mejor regalo del mundo.

— Esto es... perfecto, Adhara. Gracias— dijo abrazándome con fuerza antes de besarme suavemente en los labios.

A su vez, Alec me sorprendió con una cámara instantánea que había querido desde hace tiempo.

— Para qué captures cada uno de nuestros momentos juntos— me dijo con una sonrisa llena de ternura.

Me emocioné tanto que casi se me salen las lágrimas.

Después de la cena, necesitaba tomar un poco de aire, así que salí a la terraza. El aire fresco de la noche y el sonido de las olas me ayudaron a relajarme. Mi papá me siguió al rato con una expresión que no lograba descifrar.

— Hola, papá. ¿ Cómo la estás pasando? — le pregunté curiosa.

Él sonríe un poco melancólico.

— Bien, hija realmente necesitábamos un viaje así. Estar todos juntos...— suspiró y luego, con la mirada seria, agregó—. Adhara, quiero disculparme contigo.

Me quedé sorprendida. ¿Disculparse por qué?

—¿ Disculparte? ¿ Por qué papá? — pregunté, acercándome un poco más a él.

— Te juzgue por enamorarte de Alec. No te escuché cuando debía hacerlo y eso estuvo mal. Cuando supe que te habían secuestrado...— hizo una pausa, como si le doliera recordar—. Pensé que te había perdido para siempre.

Sus palabras me convivieron más de lo que esperaba. Sentí un nudo en la garganta.

— Papá... no te preocupes. Todos cometemos errores. Lo importantes es que ahora estamos aquí, juntos— le dije, intentando mantener la voz firme, aunque por dentro estaba apunto de llorar.

Él sintió, con los ojos un poco vidriosos.

— Lo sé, hija. Pero necesito que sepas que tú eres todo para nosotros. No soportaría perderte.

Lo abracé con fuerza, sintiendo sus brazos envolviéndome como cuando era niña.

— Nunca me van a perder, papá. Siempre voy a estar aquí. Te amo.

— Yo también te amo, hija — me respondió con un tono que me hizo sentir que, al fin, estábamos en paz.

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