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La mañana era gris, el tipo de día que parecía presagiar caos en el hospital. Las nubes bajas cubrían el cielo como un manto opresivo, mientras un aire frío se filtraba en los huesos. El bullicio habitual del Imperial Care Hospital resonaba en la entrada: ambulancias que llegaban al área de emergencias, enfermeras cruzando los pasillos con pasos apresurados y pacientes deambulando, algunos con ansiedad evidente en sus rostros. Era un microcosmos donde el tiempo nunca se detenía y cada segundo contaba.

En medio de este escenario, una mujer de cabello oscuro avanzaba con paso firme por el estacionamiento. Sostenía un vaso de café con una mano mientras ajustaba con elegancia el bolso Saint Laurent que colgaba de su hombro. Su atuendo lucia tan sofisticado como ella: un impecable conjunto de pantalón y chaleco blanco, complementado por un abrigo beige que caía con precisión sobre su figura. Aunque no llevaba aún la bata que la distinguía como cirujana, su porte inconfundible y el aura de autoridad que emanaba dejaban claro que era alguien importante en el hospital. Karime Pindter no solo era conocida por su habilidad en el quirófano, sino también por la manera en que su presencia dominaba cualquier espacio. Su rostro, enmarcado por ondas cuidadosamente estilizadas que descansaban sobre sus hombros, proyectaba una confianza inquebrantable. Sin embargo, había en su mirada un matiz de severidad que mantenía a muchos a una distancia prudente.  Era el tipo de mujer que parecía llevar el control absoluto, incluso en un entorno tan caótico como ese.

Esa mañana no era diferente. Sus tacones resonaban en el pavimento mientras cruzaba el estacionamiento del hospital, más temprano de lo habitual debido a una cirugía que requería su supervisión. Mientras revisaba mentalmente los detalles del caso que atendería, no se percató de que alguien corría hacia ella desde el otro extremo.

Gala Montes, cargando una mochila y sujetando sus credenciales, avanzaba a toda prisa por el estacionamiento, con el cabello recogido descuidadamente en una coleta alta. Llevaba una camisa blanca que ya lucía algo arrugada, un pantalón azul oscuro y sus zapatos cómodos que completaban el uniforme de una residente recién llegada. Era su primer día en el Imperial Care Hospital, y aunque había pasado la noche anterior revisando su ruta, un error en el tráfico la había hecho llegar más tarde de lo planeado. Nerviosa, pero decidida, Gala apretó el paso, enfocada únicamente en llegar a tiempo a la sala donde debía presentarse.

Cuando dobló la esquina del edificio, lo inevitable ocurrió. En su prisa por cruzar, el impacto fue directo: su anatomía se estrello con fuerza contra la de alguien mas, una mujer de mas baja estatura. De inmediato, un aroma se impregno en las fosas nasales de la mas joven, una mezcla de lavanda, vainilla, elegancia, ¿será que era ese el olor del cielo? 

—¡Ay dios mío! —exclamó Karime, dando un paso atrás y mirando su ropa con incredulidad al sentir como el liquido oscuro que sostenía se derramaba sobre su abrigo y traje blanco. 

Gala, aturdida por el choque y el delicioso aroma que ahora había sido obstruido por el olor a café, alzó la vista y se encontró con la pelinegra frente a ella. No pudo evitar recorrerla completamente de pies a cabeza, no la reconoció, pero algo en su porte y mirada la dejó sin palabras por un momento. Mierda, acababa de cagarla con la mujer mas guapa que sus ojos habían visto en mucho tiempo.

—¡Lo siento muchísimo! De verdad, no te vi —balbuceó Gala, alzando las manos en señal de disculpa mientras intentaba mantener el equilibrio de su mochila que estaba a punto de caer.

Karime, que siempre había cultivado una imagen de serenidad, respiró hondo para controlar sus emociones. Sus ojos oscuros se clavaron en los de Gala, y aunque su primera reacción fue reprocharle, algo en la expresión nerviosa pero decidida de la joven la desarmó momentáneamente.

—¿Y se te ocurrió correr como si esto fuera una pista de atletismo? —respondió con sarcasmo, sacando un pañuelo de su bolso para intentar limpiar las manchas en su traje.

Anatomy Of Two | GarimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora