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La mente de Gala seguía atrapada en la sesión de besos con Karime. Aún no podía creer lo que había ocurrido la noche anterior. Cada vez que cerraba los ojos, las imágenes regresaban a su mente: los labios de la pelinegra, la sensación de su cercanía, el estremecimiento en su piel. Nada tenía sentido. Nunca había imaginado que Karime pudiera sentirse atraída por una mujer, mucho menos por ella. Mientras trataba de concentrarse en el trabajo, su mente revolvía las piezas de lo sucedido. ¿Cómo era posible que su crush desde el primer día en el hospital ahora fuese alguien con quien compartía un secreto tan intímo?

Por otro lado, Karime estaba sentada en la barra de su departamento, una taza de café entre las manos y su peludo gato en el regazo. Miraba fijamente el líquido oscuro, como si en él pudiese encontrar respuestas. La noche anterior había sido un torbellino de emociones que no podía simplemente ignorar.

—¿Qué pasa conmigo, Norrito? —preguntó en un tono de preocupación al compañero en sus piernas, como si este pudiera responderle.

Aunque le costara admitirlo, la realidad era que no podía sacar a la chica de su mente. Desde el primer día, aquella residente había captado su atención, primero por su torpeza y desparpajo, pero más tarde por su determinación y ese fuego que parecía llevar dentro. Karime sabía que era bisexual, pero toda su vida había sentido mayor afinidad por los hombres. Nunca antes había tenido una relación sentimental con una mujer, y sin embargo, allí estaba, pensando en Gala Montes. "Imagínate odiar a Gala Montes y no poderle decir fea", pensó con una mezcla de humor y frustración. ¿Qué era esto que sentía? Nunca había experimentado algo así, y mucho menos con alguien bajo su tutela profesional.

El día transcurrió con relativa normalidad. Gala, para su suerte, fue asignada al servicio de pediatría con el doctor De La Torre. Aunque hacía su mejor esfuerzo por mantenerse concentrada, no podía evitar sentir un nudo en el estómago cada vez que pensaba en encontrarse con Karime. Caminaba por los pasillos con la mirada fija al frente, evitando cualquier posible cruce. Karime, por su parte, aunque mantenía su característica compostura profesional, sentía un nerviosismo poco habitual al pensar en la posibilidad de toparse con Gala.

Cerca del final de la tarde, el destino quiso que ambas coincidieran. Pindter caminaba por la recepción cuando se encontró de frente con Gala. Por un instante, sus miradas se cruzaron, cargadas de tensión e incertidumbre. Ninguna sabía qué decir, pero antes de que pudieran reaccionar, una enfermera llegó corriendo hacia Karime, su voz urgente interrumpiendo el momento.

—Doctora Pindter, necesitamos su ayuda en emergencias. Es un caso complicado: una joven embarazada con trauma abdominal severo por un accidente automovilístico.

Karime reaccionó de inmediato.

—Vamos.—Volteó hacia Gala, su tono firme. —Tú también, Montes.

Ambas llegaron corriendo al cubículo donde estaba la paciente. Karime tomó el control de la situación con su habitual seguridad, dando instrucciones claras al equipo. Gala, por un instante, se detuvo en la puerta, observando a Karime en acción. Había algo hipnótico en la forma en que dominaba cada detalle, en su autoridad incuestionable. Sin embargo, cuando Karime levantó la vista y encontró los ojos de Gala, su expresión titubeó, aunque sólo por un segundo.

—Prepara todo, vamos al quirófano de inmediato. Hay que salvar ambas vidas.—La voz de Karime no dejaba espacio para la duda.

En el quirófano, la cirujana guió al equipo con maestría. Mientras operaba, se tomó un momento para explicarle a Gala algunos aspectos del procedimiento, demostrando una paciencia poco común en ella. Gala la escuchaba con atención, pero parte de su concentración estaba en Karime misma. "Es que esta mujer cada día se ve mejor", pensó, fascinada por su presencia. Los breves momentos en que sus miradas se cruzaban eran suficientes para descolocarlas a ambas.

Anatomy Of Two | GarimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora