Anatomy Of Two | Garime

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El ligero roce de la mano de Karime sobre su espalda aún resonaba en la memoria de Gala. La seguridad con la que la había tocado, la voz suave pero firme que había usado, y sobre todo, las palabras elegidas, seguían repitiéndose como un eco.

"Joven y hermosa."

No era la primera vez que alguien hacía un comentario sobre su apariencia, pero viniendo de ella, esas palabras habían cargado un peso diferente. No parecía un cumplido vacío ni un comentario sin intención. Había algo en la forma en que la había mirado, algo que le hacía cuestionarse si estaba imaginando demasiado.

Gala respiró hondo, tratando de disipar los pensamientos mientras caminaba junto a Micky y Briggitte hacia las rondas. Los pasillos estaban llenos de movimiento: residentes, enfermeras y pacientes llenaban el hospital con una energía frenética. Sin embargo, Gala se sentía extrañamente desconectada, como si una parte de su mente siguiera atrapada en ese momento con Karime.

—¡Tierra llamando a Gala! —bromeó Micky, dándole un leve codazo.

—¿Eh? Perdón, estaba distraída —respondió, sacudiendo la cabeza como para despejarla.

—Eso quedó claro —rió Briggitte—. ¿En qué estabas pensando?

—Nada importante, solo el caso del paciente que tenemos asignado —mintió Gala rápidamente.

—Espero que no sea otro caso interminable que nos deje despiertos toda la noche —respondió Micky, soltando un suspiro dramático.

—Ya estás pensando en dormir cuando ni siquiera hemos empezado las rondas —se burló Gala, esbozando una leve sonrisa.

Antes de que pudieran seguir conversando, una voz se unió a la conversación.

—¿Quién habla de dormir? Aquí es donde se separan los buenos médicos de los mediocres —dijo Agustín Fernández, acercándose con un andar despreocupado.

Agustín era el tipo de persona que parecía disfrutar de su propia voz. Su actitud despreocupada y su constante necesidad de lucirse habían comenzado a irritar a más de uno en el grupo, pero a él no parecía importarle.

—¿Y tú qué opinas, Gala? —preguntó, colocándose a su lado con demasiada familiaridad—. ¿Crees que el señor Torres se levantará y correrá un maratón con solo verte entrar a la habitación?

Gala le lanzó una mirada fugaz, claramente fastidiada, pero no dijo nada. Prefirió concentrarse en las notas frente a ella, ignorando por completo el intento de coqueteo.

—¿Eso es un sí? —insistió Agustín, arqueando una ceja.

Micky y Briggitte intercambiaron miradas divertidas, pero ninguno intervino. Sabían que Gala no iba a darle el gusto de una respuesta.

—Eso es un silencio, que deberías tomar como respuesta —intervino Micky, intentando disimular una sonrisa.

Finalmente, llegaron a la habitación del paciente asignado. Era un hombre de mediana edad con síntomas de dolor abdominal y fiebre persistente. Mientras los residentes comenzaban a organizarse, la puerta se abrió, revelando a la Dra. Karime Pindter.

Como siempre, su presencia llenó la sala. Con su porte impecable y una mirada que parecía atravesar a cada uno de los presentes, Pindter se adelantó con paso seguro.

—Buenos días —saludó, observándolos brevemente antes de dirigirse al paciente con cortesía profesional. Los residentes respondieron al unísono, como si estuvieran en formación militar.

— Señor Torres, permítame un momento con mis residentes.

Karime comenzó a explicar los síntomas del paciente, describiendo las posibles causas de su condición mientras caminaba alrededor de la cama con calma calculada. Los residentes la seguían con la mirada, atentos a cada palabra.