El reloj marcaba poco después del mediodía cuando Gala se detuvo frente a las puertas del ascensor. Había pasado la mañana de un lado a otro con exámenes, rondas y estudios, pero la tensión latente de la noche anterior no la había abandonado. Se encontró tamborileando los dedos contra la carpeta que llevaba, absorta en sus pensamientos, hasta que la campana del ascensor la devolvió a la realidad. Las puertas se abrieron y, para su sorpresa, la doctora guapa estaba dentro.
—Hola — saludó Gala, tratando de sonar casual.
—Hola —respondió Karime, con una calma que solo acentuó el nudo en su estómago. Sus miradas se encontraron por un instante antes de que ambas apartaran los ojos, conscientes de la electricidad que impregnaba el aire.El ascensor comenzó a ascender, y el silencio entre ellas fue pesado, casi opresivo. Gala, luchando contra su propia inseguridad, finalmente decidió romperlo.
—¿Cómo está la paciente de anoche? La madre con preeclampsia grave — preguntó, obligándose a sonar profesional.
La obstetra la miró de reojo, apreciando su intento por aliviar el ambiente. —Está estable, aunque sigue en observación. Voy a ver a la bebé ahora mismo. ¿Quieres acompañarme?
La invitación tomó a Gala por sorpresa. Su corazón dio un vuelco, pero se obligó a responder con calma. —Claro, me encantaría.
El ascensor hizo una breve parada y varias personas entraron, llenando el espacio y acercándolas involuntariamente. Sus brazos rozaron apenas, el hombro de la pelinegra descansando levemente contra el dorso de Gala debido a la diferencia de estatura, generando una chispa de electricidad entre ellas que ambas fingieron no notar. Cuando llegaron al piso de cuidados intensivos neonatales, Karime con su singular porte se adelantó y Gala la siguió, sin decir una palabra.
El ambiente de la sala neonatal era tranquilizadoramente distinto al resto del hospital. El suave pitido de los monitores acompañaba el susurro de las enfermeras que cuidaban a los diminutos pacientes. Gala caminó tras Karime, observando cada detalle: su postura impecable, la forma en que saludaba a los equipos de atención y la manera en que su semblante se suavizaba al entrar en esa unidad. Había algo casi maternal en su actitud, aunque rara vez mostraba esa faceta.
—Es aquí— dijo finalmente, deteniéndose frente a una incubadora. Dentro, una bebé diminuta y frágil descansaba, rodeada de cables y monitores.
Con movimientos calculados, la cirujana abrió la pequeña puerta de la incubadora y comenzó a revisar a la recién nacida. —Hola nena... — Sus manos, tan precisas y firmes en quirófano, se movían ahora con una delicadeza casi reverente. Gala se quedó observándola, sin poder apartar los ojos. Había algo profundamente fascinante en verla así: completamente absorta, con una transparencia que contrastaba con su habitual autoridad.
Pindter abrió la pequeña puerta de la incubadora y comenzó a revisar con cuidado los signos vitales de la recién nacida. Gala observó con fascinación cómo sus manos expertas se movían con precisión, pero también con una delicadeza conmovedora.
—Está muy pequeñita — murmuró la menor, casi sin darse cuenta.
Karime, sin dejar de observar a la bebé, respondió con una sonrisa suave: —Lo sé... Pero sus ganas de vivir son más grandes que su tamaño.
En ese momento, la diminuta manita de la recién nacida se movió y apretó el dedo índice de su doctora con sorprendente fuerza. Karime soltó una risa suave, una que Gala nunca había escuchado antes. Su expresión, normalmente seria, se suavizó, y su rostro se iluminó con una calidez inesperada. Era imposible no admirarla, no sentirse profundamente atraída por su habilidad como cirujana y por la humanidad que escondía tras su fachada profesional, humanidad que por cierto moría de ganas por conocer a fondo.
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Anatomy Of Two | Garime
Fanfic"La anatomía de dos personas se revela no solo en sus cuerpos, sino en los silencios, las miradas y las emociones que comparten."