—Un espresso doble, por favor.
El aroma a café recién hecho impregnaba el aire, mezclándose con el murmullo suave de las conversaciones y el ruido de las máquinas expendedoras de la cafetería del hospital mientras Karime esperaba su bebida. Vestía su bata blanca perfectamente planchada, con el cabello suelto en ondas naturalmente sueltas que caían enmarcando su rostro con una elegancia sutil. Había sido un día largo después de varias cirugías, y la perspectiva de una noche de guardia solo aumentaba el peso que sentía en los hombros. Al menos un café fuerte le prometía algo de energía.
La atmósfera del hospital parecía alejarse momentáneamente, hasta que una voz conocida la sacó de su burbuja de pensamientos.
—Doctora Pindter, ¿también fan del café nocturno? —dijo una voz conocida a su lado.
La mujer giró la cabeza y encontró al Dr. Bezares, el jefe de cirugía, que lucía relajado y con su bata un poco desordenada, indicativo de que su turno había llegado a su fin.
—Jefe —respondió ella, esbozando una pequeña sonrisa. La mirada de Karime fue directa, calculadora, aunque suave—. Así es. No puedo empezar una guardia sin esto. ¿Usted también tiene turno?
—No, para nada —respondió Bezares con una risa ligera, meneando la cabeza—. Por hoy terminé. Solo vine por uno para llevar antes de irme a casa.
Karime asintió, casi con un toque de envidia en su gesto.
—Qué afortunado. Hoy me toca quedarme.
Bezares soltó una risa fácil. —Entonces, mucha suerte. Las noches en urgencias suelen ser intensas contigo al mando.
—Así debe ser —respondió Karime, con una mezcla de seriedad y confianza que hacía que sus palabras sonaran inquebrantables—. Alguien tiene que asegurarse de que todo funcione como debe.
—Totalmente de acuerdo. Si alguien puede manejar una noche en urgencias, es usted, Dra. Pindter. Bueno, me retiro. Suerte esta noche.
Karime sonrió con seguridad e inclinó la cabeza en agradecimiento.
—Gracias jefe, que descanse.
Con su café en mano, caminó hacia recepción. Sus tacones resonaban en el suelo pulido, acompasados y firmes.
—Buenas noches —dijo amablemente al llegar al escritorio, inclinándose ligeramente sobre el mostrador. Su tono era profesional, pero la forma en que se erguía, la manera en que dominaba el espacio, hacía que su presencia fuera imponente.
La recepcionista, con el cabello corto y gafas, revisó rápidamente en la computadora, levantando la vista hacia Karime con una sonrisa.
—Buenas noches, doctora. Esta noche en su equipo estarán los residentes: León, Rivera, Camacho... y Montes.
El nombre de Montes hizo que Karime se detuviera por un momento, una ligera pausa casi imperceptible antes de que su cabeza se moviera en un leve asentimiento.
—Gracias —respondió, con un gesto casi indiferente, pues su mente ya se había desplazado hacia otro pensamiento. El café ya no parecía tan importante.
Continuó su camino hacia urgencias, donde la mayoría de los residentes ya se encontraba reunida. Algunos revisaban expedientes, otros murmuraban entre sí. Todos parecieron enderezarse un poco al verla entrar. Ella tenía esa capacidad de imponer orden con solo estar presente y lo sabía.
—Buenas noches —dijo con firmeza, su voz resonando en la sala con autoridad. La mirada que barrió el lugar dejó claro que no había lugar para vacilaciones—. Esta guardia está bajo mi cargo. Como siempre, la dinámica será clara: en cuanto llegue un caso, quiero que me informen de inmediato. No hay espacio para errores ni para egos; espero profesionalismo y compromiso de cada uno de ustedes.
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Anatomy Of Two | Garime
Fanfiction"La anatomía de dos personas se revela no solo en sus cuerpos, sino en los silencios, las miradas y las emociones que comparten."