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Eran las 10:30 am cuando la residente, agotada, empujó la puerta de la sala de descanso del Imperial Care, deseando un momento de calma tras una noche que había desordenado su mente. El ambiente frío y despojado de lujos del cuarto contrastaba con la tormenta de emociones que sentía en su interior. Al dejarse caer en una de las sillas, el chirrido del metal rompió el silencio. Cerró los ojos por un instante, buscando un respiro, pero el sonido de la puerta abriéndose nuevamente la hizo girar.

—Karime —musitó la joven procesando como la cirujana acababa de cruzar el espacio que las separaba con determinación, no tuvo tiempo de reaccionar mas cuando sintió unos suaves labios sobre los suyos. El beso comenzó con una firmeza arrebatadora, como si estuviera reclamando algo que había anhelado por demasiado tiempo. Sus labios se movían con precisión, alternando entre la urgencia y una dulzura que parecía casi contradictoria.

El calor del momento invadió a Gala, quien al principio solo pudo aferrarse al borde de la silla en la que estaba sentada, tratando de procesar la realidad de lo que estaba sucediendo. Pero pronto sus manos encontraron el rostro de Karime, sosteniéndola con una mezcla de inseguridad y entrega. Inclinó ligeramente la cabeza, profundizando el beso mientras una de sus manos descansaba en la cintura de Gala, tirando de ella apenas un poco hacia adelante. Los dedos de Karime trazaron un recorrido sutil en la piel que encontraba a través de la tela de la bata de Gala, enviándole escalofríos.

—Hola, diosa misteriosa...— susurró contra sus labios, con esa característica voz rasposa que vibró hasta el centro de Gala. La residente sonrió, un gesto pequeño pero cargado de emociones que le devolvió la seguridad de corresponder con igual pasión. Sus manos de viajaron desde el rostro de Karime hasta sus hombros, explorando el espacio entre ellas como si el contacto pudiera anclarla a la realidad.

Por unos minutos, el mundo quedó reducido a ellas dos. Karime dejó caer sus barreras, permitiendo que sus manos se deslizaran con suavidad por el cuello de Gala hasta enredarse en su cabello. El corazón de Gala latía con fuerza mientras sentía la calidez y la intención en cada movimiento. No había prisa, pero tampoco titubeos.

El pitido del monitor que Pindter llevaba interrumpió la burbuja que habían creado. Ella suspiró, apoyando su frente contra la de Gala por un instante antes de separarse.

—Tengo que irme...— murmuró, con una expresión de lucha interna reflejada en su rostro. Gala asintió sin decir palabra, viendo cómo Karime salía del cuarto, dejando tras de sí el eco de lo que había sucedido.

Cuando la puerta se cerró, se dejó caer en una de las camas de la sala de descanso, el techo blanco convirtiéndose en su único testigo. Cerró los ojos y el recuerdo de la noche anterior volvió a ella como una corriente incontrolable.


Noche anterior, 9:15 pm

La noche había comenzado con una expectativa que Gala no quería admitir. Al salir del hospital, el aire fresco de la ciudad le rozó la piel, y mientras esperaba en la entrada, vio cómo Karime aparecía a lo lejos. Su figura, siempre imponente, destacaba incluso entre las sombras de los edificios. Gala sintió un nudo en el estómago mientras la veía acercarse, su porte seguro haciendo que todo lo demás pareciera insignificante.

—Este no es el lugar adecuado para hablar. Vamos a otro sitio. — su voz firme pero con un matiz de algo más suave que Gala no lograba descifrar.

Gala asintió sin muchas palabras, dejando que el silencio se apoderara del camino. Karime subió a su camioneta blanca, y, con un gesto, señaló a Gala para que la siguiera. Gala la siguió en su auto hasta un bar discreto cerca del hospital. Al estacionar, Karime esperó a Gala en la entrada.

Anatomy Of Two | GarimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora