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El hogar de Gala Montes reflejaba su vida de residente: funcional y despojado de lujos. Las paredes blancas de su casa estaban decoradas solo por sus diplomas y una fotografía solitaria de ella en su graduación, donde su sonrisa apenas ocultaba la tensión que vivía en ese entonces. Era un espacio que hablaba de sacrificios y sueños, construido para ella sola, una prueba tangible de que había logrado escapar del peso de su pasado.

Había dejado su casa a los 23 años, enfrentando la desaprobación de su madre. Su decisión de mudarse a la Ciudad de México para realizar la residencia médica en el prestigioso Imperial Care Hospital había sido tomada sin dudarlo, pero no sin consecuencias. Su madre, quien siempre había sido protectora hasta el punto de la sobreprotección, no aceptó que Gala quisiera independizarse.

—No puedes simplemente irte —le dijo su madre con la voz quebrada el día que Gala le anunció la decisión.
—Mamá, esta es mi oportunidad. No puedo quedarme solo porque tú no quieras dejarme ir —le respondió, con firmeza, aunque el nudo en su garganta amenazaba con delatar su inseguridad.

Desde entonces, su relación había quedado en un limbo frío. Las conversaciones se limitaban a mensajes esporádicos, siempre superficiales. Gala trataba de convencerse de que había tomado la decisión correcta, y aunque en lo profesional no tenía dudas, la soledad a veces pesaba.

Esa noche, después de un largo día en el hospital, Gala se sentó en su pequeño sofá con un plato de comida rápida en el regazo y el cansancio pesándole en los hombros. Miraba la pantalla de su laptop, donde un video médico reproducía técnicas quirúrgicas que intentaba memorizar, pero su mente divagaba. Pensaba en la mujer de cabello oscuro que hasta de nombre imponía: Karime Pindter.

Había algo en la cirujana que no podía dejar de analizar. Era más que su autoridad o su perfección quirúrgica; era la forma en que parecía tener un control absoluto sobre cada situación. Gala sabía que lo que sentía era una mezcla de admiración y algo más profundo, algo que no podía —o no quería— definir.

Mientras repasaba mentalmente los eventos de su día, sus pensamientos se desviaban hacia el enfrentamiento con su madre antes de mudarse. Recordó el peso en su pecho cuando cerró la puerta de su casa por última vez, las lágrimas silenciosas que derramó mientras guardaba sus cosas en el auto. Había amado profundamente a su madre, pero la forma en que la mantenía bajo un control constante, aunque bien intencionado, la hacía sentir asfixiada.

"Tienes tanto potencial aquí. No necesitas irte," le había dicho su madre. Pero Gala no veía otro camino. La oportunidad de ser admitida en el Imperial Care Hospital era un sueño que no podía dejar pasar, aunque el precio fuera cortar el cordón que la unía a su pasado.

Aquella noche, mirando los libros y apuntes que llenaban su departamento, una punzada de soledad la invadió. No tenía a nadie que le dijera que estaba orgulloso de ella, ni un abrazo que le recordara que no estaba sola en el mundo. Pero luego pensó en la satisfacción que sentía al estar en el quirófano, al tomar decisiones que podían cambiar vidas. Eso era suficiente para seguir adelante.


En otro rincón de la ciudad, en uno de los edificios más lujosos y exclusivos, el departamento de Karime Pindter reflejaba su estilo de vida: amplio, minimalista y perfectamente organizado. Los muebles modernos de líneas limpias ocupaban su lugar como piezas de un rompecabezas impecable. No había muchas fotografías familiares ni objetos que revelaran una vida social vibrante, pero eso no le molestaba. Karime era alguien que había hecho las paces con la soledad hacía mucho tiempo.

A sus 31 años, no se consideraba una persona particularmente sociable. Había aprendido a convivir con la soledad desde hacía años. En su juventud, siempre había tenido una vida activa socialmente: fiestas, cenas, salidas improvisadas con amigos. Pero todo eso cambió cuando decidió dedicarse de lleno a la medicina. Su círculo social se redujo, no por falta de invitaciones, sino porque su tiempo era un recurso demasiado valioso.

Anatomy Of Two | GarimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora