34. El Hada que Viste de Rojo

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—Elige con qué arma quieres practicar hoy. Tengo entendido que te luciste durante la incursión de rescate al Pedernal Negro. —Gasso Pandan, estratego a cargo de la tercera falange del Loto Negro, ayudaba a Alura con su entrenamiento en el campo de práctica.

—¡Ja! Ya me hubiese gustado. La que se robó el espectáculo con su puntería fue Ladyola... Pero sí, yo también hice lo mío. Sobre todo si lo comparamos con mi desempeño durante nuestro escape. Aquella vez sí que nos chanceó el destino. Fue una fuga tan atolondrada que todavía ni me la creo bien. —Mientras hablaba, Alura recorría con la vista la armería, buscando alguna que le llamara la atención. —Esa me gusta —dijo señalando una enorme maza de armas de ocho cuchillas.

—¿Estás segura? Esa debe pesar más de cinco kilos.

—Tienes razón, esa es muy pesada... para ti. Yo estoy segura que puedo con ella. No me voy a romper. Déjale las espaditas a las más pequeñitas.

—Ja, ja, ja, ja. Buena actitud. Si logras controlarla podrás encargarte de un soldado en armadura, de un garrotazo.

—Pues ponme en ello.

—No se diga más. —Gasso se acercó al gabinete y tomó el arma con ambas manos. —Esta es una muy pesada obra de arte.

Cuando Alura tomó la maza de infantería, una pequeña corriente de arrepentimiento recorrió su cuerpo. Una pequeña corriente que pronto se disipó al sentir todo el potencial que tenía entre manos.

—¡Vaya que pesa, sí! —dijo con una sonrisa.

—Vamos a probarla de una vez.

Se dirigieron hacia un maniquí hecho de madera con un saco de arena por torso.

—Quiero ver cómo lo haces. Golpea a tu oponente —dijo el estratego.

Alura tomó la maza a modo de garrote con ambas manos y haciendo uso de todas sus fuerzas, impactó al muñeco de lleno. Fue tanto el ímpetu que la muchacha siguió el impulso del arma al suelo. Eso sí, no sólo el saco se desgarró expulsando toda la arena de su interior, el poste que hacía las veces de columna vertebral también se destruyó.

—¡Diablos! Lo partiste a la mitad. —Gasso reía, mientras la muchacha se incorporaba y recogía el arma. —¿Sabes qué? Quédatelo y ponle nombre. Es tuyo. La práctica será ardua, pero creo que vas a sacarle mucho provecho.

—Claro... bien... pensaré en un nombre. Sólo déjame que vaya a recoger el bofe que cayó un poco más allá.

—Ja, ja, ja, ja, ja, ja.

***

—Necesito que canalices tus sentimientos y razones con sensatez. No puedes permitir que el odio gobierne tus movimientos. Concéntrate. —Crystala entrenaba con Ladyola en combate con espadas en el área del campamento destinada para este fin.

—No puedo dejar de pensar en mi padre.

—No te pido que dejes de hacerlo. Sólo que no dejes que el odio hacia sus asesinos te supere. —Tras decir esto, Crystala evadió un torpe movimiento de Ladyola y colocó su espada en el cuello de su novia. —¿Ves a lo que me refiero? Muerta no vas a lograr nada.

Al lado de las muchas, Loqus Sacro, Estratego de la Primera Falange, luchaba contra Leonte y más allá, Lore contra Lyra.

—Es muy hábil con la espada, Regente... pero su novia tampoco lo hace nada mal —dijo el estratego mientras señalaba hacia los otros combatientes. Tanto Ladyola y Crystala como Loqus y Leonte habían detenido su práctica para concentrarse en el espectáculo que estaban dando Lyra y Lore. El riscaliense era grande y cada golpe estaba recargado de fuerza, pero la hija del provecto de Puerto Payán era rápida, evadía y lanzaba contraataques a toda velocidad.

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⏰ Última actualización: 15 hours ago ⏰

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