Capítulo 5

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Armen Regan. No es otro que uno de los fundadores principales o los primeros, como algunos les llaman. Es bien sabido que, aunque existen cinco familias importantes, son tres quienes tienen el control de las ciudades: Danko, Abdón y Regan. Ahora entiendo todo el lujo con el que vive, pero no logro comprender lo caprichoso que resulta el destino. ¿Por qué tenía que ser él?

―¿Me sigues? ―pregunta de mala gana la mujer al ver que no me muevo. Obligo a mi cuerpo a incorporarse y a seguirla por uno de los tres pasillos que tiene la sala principal, se trata del izquierdo. El techo es alto, hay algunos ornamentos y cuadros en las paredes―. Esta será tu habitación ―dice deteniéndose delante de una enorme puerta de madera. La abre con facilidad y me indica que entre.

Inspiro antes de entrar. Es grande. Puede que incluso más que mi casa. Hay una enorme cama al fondo, sobre una pequeña plataforma circular. Las sabanas son blancas y tiene dos cojines del mismo color.

―¿Estás segura? ―inquiero sin creérmelo.

―Puedes guardar tus pertenencias ahí. ―Me giro hacia el pequeño baúl que señala, junto a un enorme perchero que está repleto de vestidos de todos tipos. Largos y cortos. En su mayoría de color perla o beige, es decir, todos de colores claros. Algo que contrasta con la ropa que ellos usan―. Dúchate y cámbiate. Saldremos más tarde.

La miro con desconfianza. ¿Salir?

―Él ha dicho que no puedo salir de aquí ―le recuerdo. Su gesto se endurece y niega.

―El señor Regan ―habla haciendo énfasis en "señor". Sé que tengo que llamarlo así, pero aún no me acostumbro―. Es necesario que tengas una consulta médica, así que vendré a las tres. ¿Has comido? ―No respondo, pero desde luego que no lo he hecho―. Te traeré algo. ―Sin esperar que conteste, sale de la habitación.

Es enorme.

Camino por el lugar. Además de la cama ubicada al fondo, del lado derecho hay una mesa con un par de sillas y del izquierdo un mueble con un espejo y frascos de todo tipo. Me acerco a la única ventana que se encuentra cerca de la cama. Descorro la cortina, pero descubro que la ventana se encuentra sellada.

Doy media vuelta y me dirijo al otro extremo, a la puerta que se encuentra junto al perchero y la abro. El baño. Es igual de impresionante. Todo es blanco y parece brillar de lo limpio. Hay una bañera en medio de la habitación, al fondo una ducha y un espejo sobre el lavabo. ¿Será cierto que no pueden reflejarse? No debería estar pensando en eso, no me importa. Observo el lavabo, donde hay más frascos. Tomo uno y lo olfateo. Huele a cerezas. Creo que a Mai le encantaría tener uno de estos. Pensar en ellos, aunque hace solo unas horas que salí, me hace sentir un poco culpable y al mismo tiempo decidida. Aunque también me hace reflexionar sobre el hecho de no volver a verlos.

Estoy en manos de la persona más importante de la ciudad, aunque ha dicho que cumplirá su palabra, si decide no hacerlo, dudo que pueda hacer algo al respecto.

Armen Regan.

¿Por qué de todos los vampiros que existen, tenía que ser él? Esto es tan absurdo y aterrador, como la reacción que genera en mí.

Salimos de la casa a la hora exacta que había anunciado. Mientras avanzamos hacia la reja que separa la casa del resto de los edificios, confirmo que vista desde afuera es aún más impresionante y resalta del resto. Porque no es plana, ni gris. Tiene un color blanco. Es extraño, pero a esta hora parece no haber nadie fuera.

―Camina ―gruñe la mujer moviéndose con rapidez.

Acelero mis pasos y la sigo al interior de un edificio, que parece una especie de clínica.

La donante (#1 ) *Resubida*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora