Capítulo 45

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La idea de entrenar en grupo no parece agradar a todos, no obstante, sus expresiones demuestran que son conscientes de lo que podría esperarnos si no hay una respuesta favorable por parte de Abdón. Un enfrentamiento o, incluso, el inicio de una guerra. En la cual, por ironía del destino, ahora los humanos estamos en medio. Un grupo desea esclavizarnos y someternos de un modo que no se podría comparar a los quinientos años que hemos vivido bajo su mandato. El otro grupo quiere volver a como las cosas eran antes. Prácticamente toda mi vida he creído que no podía existir algo peor a la vida que llevaba y desesperadamente anhelaba un cambio. Pero tengo que aceptar, que ahora prefiero volver al punto de partida, antes que ver una nueva guerra. No quiero más muertes. Ya no.

―Entrenarán ―advierte Danko con voz severa, que se encuentra prácticamente del otro lado de la puerta de la sala de entrenamiento―. Nada de juegos o disputas absurdas. ¿Queda claro? ―Elina le dedica una enorme sonrisa y asiente como si fuera una niña pequeña.

―¡Por supuesto, Edi! ―exclama dando un pequeño saltito que agita sus cabellos. Danko mira al techo y sale seguido por un par de vampiros.

Los demás permanecemos en silencio unos segundos.

Es un poco particular ver a estas personas reunidas en busca de un mismo fin. Entrelazo mis dedos con los de Armen y él me mira de reojo con curiosidad. Seguramente mi cara debe reflejar la esperanza que me provoca saber que todos ayudarán.

―Entonces... ―Irina es quien toma la palabra y se coloca en el centro de la sala. Indicándonos a qué hora y como debemos presentarnos para entrenar.

Todos asienten, incluso Kassia, aunque Farah no muestra entusiasmo por el hecho de que su madre esté interesada en las prácticas. Sin embargo, me queda claro que ella no es para nada débil y tampoco es de las que se quedan de brazos cruzados.

Rafael y Anisa no parecen muy conformes, pero no replican, en tanto que Pen y Alain parecen demasiado entusiasmados con la idea. Es evidente que este lugar les parece increíble. Nuestra sala de entrenamiento era una casucha vieja y un par de espadas oxidadas. Puedo entender su reacción ante todo lo que hay aquí. Yo lo experimenté cuando comencé dentro del muro.

―No ―responde de modo tajante, apenas termino la frase. ¡Lo esperaba!

Me incorporo del sillón y me acerco a él. He preferido no tocar el tema en presencia de los demás, pero ahora que nos encontramos solos, en nuestra habitación, desde luego que le hecho saber que quiero participar. Cosa que no parece gustarle. Sigue pensando que no es necesario.

―Armen ―digo de forma tranquila. Niega cruzando los brazos sobre el pecho y moviendo la cabeza a los lados. Tal como anticiparon Anisa y Elina, no desea que entrene con los demás, pero eso es una locura―. Necesito mejorar.

―No irás. ―Su declaración me toma por sorpresa. ¿No iré a Jericó? ¿Por qué?

Imito su gesto, cruzando los brazos y avanzo hasta detenerme frente a él. Tengo que levantar el rostro para mirarlo directamente a los ojos, puesto que es más alto que yo, pero mantengo firme la expresión y la barbilla elevada de manera retadora.

Nos miramos fijamente, sin mediar palabra. Lo que me recuerda las primeras disputas que tuvimos cuando llegué a su casa y no deseaba acatar sus órdenes. Doblegarme a la voluntad de un vampiro me enfermaba y siempre intentaba llevarle la contraria, a pesar de imaginar que podría castigarme por mi actitud. Ahora es diferente, sé que jamás lo haría y que actúa de este modo porque le preocupo. Sin embargo, no puede pedirme eso. Estudio su rostro, el cual se mantiene rígido. Sus ojos me indican que está hablando totalmente en serio, pero yo también lo hago. Tengo que ir a Jericó, es mi deber.

La donante (#1 ) *Resubida*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora