Capítulo 36

62.6K 4.7K 528
                                    


Como si fuera un ladrón, me escoltan a través de la puerta trasera del muro. Para mi fortuna aún es muy temprano y no parece haber muchos testigos, el movimiento en el interior es prácticamente inexistente. Me conducen al interior del edificio donde se encuentran las celdas. Las cuales ahora están desiertas. Tal como lo creí, ellos estaban aquí solo por Armen. Espero que todos estén bien y logren llegar a su destino.

―¿Debemos encadenarla? ―pregunta uno de los hombres, mientras abre la reja de la celda.

Pen niega con la cabeza y el hombre que me sostiene me hace entrar dándome un ligero empujón. Libera mis manos y retrocede rápidamente, como si creyera que fuera a atacarlo. No tengo intenciones de escapar, aun si pudiera hacerlo. Veo como cierran la puerta con llave y me acerco a los barrotes.

―¿Qué pasará con mi familia? ―inquiero mirándolo solamente a él.

―Ellos estarán bien ―asegura. Lo miro con desconfianza. No tendría por qué hacerlo, no mientras me consideren una traidora. Pen sabe que no le creo de todo y su expresión me lo indica. Se pasa la mano por la frente y niega―. No tienen nada que ver con esto, ¿verdad? ―«Pase lo que pase, no admitas que los ayudaste. No tendrás pruebas en tu contra». No respondo. Hace una mueca de disgusto ante mi silencio. Sé que le está costando contenerse y lamento tener que estar del otro lado, pero lo que hago es por el bien de todos. Aun cuando él no lo considere así―. Estarán bien ―repite.

No tengo más opciones que creer en él. En este momento, no sé dónde está Alain y preguntar por él sería sospechoso, así que solo queda esperar y afrontar lo que venga. No temo, no por mí.

―Solo mantenlos a salvo. ―Sus ojos me miran con reproche. Supongo que piensa que no debería exigir algo en mi situación, pero no puedo evitarlo.

Sin decir nada, se da la vuelta y se marcha. El sonido de sus pisadas se vuelve más lejano, hasta que el golpe de la puerta lo acalla por completo.

Aunque esto es inesperado, no puedo culparlo. Hace lo que considera correcto y ni siquiera el cariño que nos unió puede evitarlo.

Miro alrededor. Estoy encerrada en este sitio frío. Retrocedo hasta que mi espalda choca con el hormigón de la pared. Me deslizo hasta terminar sentada en el suelo. No tengo ni idea de lo que pasará ahora, solo espero que Armen pueda encontrarse con Rafael y Anisa, que detengan los planes que tiene Abdón y que no se entere de lo que ha pasado. No debe volver por ningún motivo.

Me llevo las manos al rostro y subo hasta mi pelo. Suspiro, echando la cabeza hacia atrás y miro al techo. Con todo el ajetreo, ni siquiera he tenido tiempo de pensar en ese extraño sueño. Me estremezco al recordar las palabras de mi madre. ¿Promesas? Hay dos que me vienen a mente. Proteger a mis hermanos y... sacudo la cabeza intentando no pensar en ella. No, eso no ocurrirá. Ella tiene que estar bien, en algún lugar, esperando que la encuentre. Sin embargo, ahora mismo soy incapaz de buscarla y dudo que Pen quiera hacerlo. No arriesgará a nadie más. Bien por él, siempre ha sido un buen líder.

El tiempo dentro de este lugar parece ir demasiado lento. No hay sonidos y el silencio es abrumador. El olor de sus anteriores huéspedes se percibe aun en el aire, puedo identificar sin problemas el aroma de Armen, a pesar de que estoy a un par de celdas de donde se encontraba. ¿Cómo estará?

El sonido de la puerta abriéndose capta mi atención, me pongo de pie justo cuando aparece frente a la celda. Alain.

―No tardo ―dice mirando al guardia que lo acompaña, quien se encoje de hombros y regresa hacia la puerta. Alain coloca en el suelo la bandeja y abre la puerta de la celda. ¿Dónde estaba? ¿Qué ha pasado con Armen y los demás?―. Lo siento ―murmura dedicándome una mirada de advertencia. Estoy a punto de preguntar, cuando noto que debajo del plato de comida sobresale un pedazo de papel. Lo miro interrogante, pero solo asiente con un ligero movimiento de cabeza―. Come, necesitarás fuerzas ―Su voz es lo suficientemente alta para que lo escuchen los guardias. Cierra la puerta y desaparece por el pasillo.

La donante (#1 ) *Resubida*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora