Capítulo 16

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Armen no dice nada, ni tampoco pide explicaciones. Me abraza con suavidad mientras yo lucho por recobrar la lucidez. Me pide que descanse, asegurándome que todo está bien, dice que debo dormir de nuevo, pero a mí no me apetece hacerlo y repetir lo que he visto. Nos quedamos así por un largo rato. No obstante, mi cuerpo se rinde al cansancio y termino profundamente dormida.

Lentamente abro los ojos. La imagen que descubro me toma por sorpresa. Me quedo rígida mirándolo. Armen sigue a mi lado. Mi cabeza descansa sobre su brazo y la otra mano acaricia mi espalda. Me mira fijamente, con una mezcla de inquietud y ternura. Con su acostumbrada expresión serena que sus ojos traicionan. Lleva la misma ropa de la noche anterior y parece no haberse movido de aquí. ¿Se quedó conmigo?

―Hola ―susurra con amabilidad―. ¿Cómo te sientes? ―Mi llanto y su expresión consternada al verme en ese estado vienen a mi mente, provocando que una ola de remordimiento me invada. ¡Qué vergüenza!

―Bien. ―Logro responder con un hilo de voz, alejándome un poco de él. Asiente y se mueve, retirando su brazo e incorporándose de la cama.

Su presencia provoca sentimientos encontrados. Aun no asimilo del todo lo que vi y sentí.

―¿Quieres agua? ―Niego ligeramente.

―¿Qué hora es? ―inquiero mirando alrededor. Debe ser bastante tarde. ¿Por qué sigue aquí?

―Hoy me quedaré en casa ―anuncia con naturalidad. ¿Quedarse? No puedo evitar la expresión de desconcierto ante su afirmación.

―¿No tienes asuntos que atender? ―pregunto sin pensarlo, sonando con más brusquedad de la que realmente deseo.

―No. Y tampoco irás al entrenamiento.

―¿Por qué? ―pregunto de nuevo, totalmente confusa.

―Porque necesitas descansar. Creo que has estado un poco estresada ―explica con calma―. Ahora arréglate para desayunar. ¿De acuerdo? ―Asiento de forma automática mientras abandona la habitación.

Me quedo quieta sobre la cama unos segundos. Creo que llego el momento de contarle sobre los sueños y todo lo que he visto en ellos.

Salgo de la cama y entro al baño. Me ducho y cambio de ropa lo más rápido que puedo. No comprendo el sueño, ni siquiera sé por qué lloré de esa forma. Si Armen es ese niño, ¿entonces de quién es ese sueño que vi? ¿Quién es el hombre que ama a esa mujer si no es Armen? Esto es raro.

Respiro un par de veces y abro la puerta. Avanzó lentamente por el pasillo y al llegar a la sala lo veo sentado en el sofá. Tiene la mirada perdida en el cuadro que cuelga de la pared. Me quedo inmóvil mirándolo. Con Armen es difícil saber lo que piensa o saber lo que siente. Justo ahora no parece molesto, ni desconcertado, su rostro perfecto mantiene esa serenidad que conocí el primer día que estuve en este lugar. Sin embargo, sus ojos son distintos, aún con ese color carmín que puede ser inquietante. Se gira despacio y me mira. Me ha sentido llegar, a pesar de que me he mantenido quieta.

―Ven, Gema ―pide con tono normal. Me acerco despacio y opto por acomodarme junto a él. Pongo las manos sobre mis rodillas y miro la costura de su ropa, sin atreverme a ver sus ojos. Los cuales parecen hechizarme y ver en mi interior―. ¿Quieres hablar? ―Suspiro y asiento ligeramente―. Te escucho. ―Tomo aire y desvió la mirada por la ventana.

¿Cómo puedo explicarle lo que vi y sentí? ¿Y que no es el primer sueño que he tenido con esa mujer? Creo que es el tercero, si considero aquella noche que dijo que había tenido una pesadilla, la cual no he podido recordar con claridad.

La donante (#1 ) *Resubida*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora