Capítulo 32

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Hay muchas cosas de las que me arrepiento en estos momentos. No haber estado ahí y haber hecho algo. No puedo ni siquiera imaginarme el dolor de mi padre cuando se enteró. «Hay otras cosas que debes saber, pero te lo diré cuando regreses». ¿A eso se refería Mai? ¿A la desaparición de mi madre? ¡Dios! Si tan solo no hubiera estado dormida... No gano nada lamentándome, pero no tengo ni idea de que debería hacer ahora. ¿Dónde estás, mamá? ¿Qué fue lo que pasó? No pudo desaparecer, así como así, tiene que estar en alguna parte. ¿Y si tuvo miedo e intentó esconderse en el bosque? ¡No! La sola idea me aterra, ella no podría con ellos. Quisiera buscar a fondo en cada rincón de la ciudad, pero también necesito ayudar a estas personas. Traer a Mai y Taby a este lugar. ¿Qué harías tú, mamá?

Me giro sobre la cama y cierro los ojos, intentando conciliar el sueño. Estoy cansada, comienzo a resentir los golpes que sufrí y de los que me había olvidado por completo. Mañana será un largo día, necesito concentrarme en ello.

―¡Gema! ¡Gema!

«¿Quién es? ¿Quién me llama?». Miro alrededor. Estoy en medio de un bosque, no es el bosque que cruce, este es menos denso, pero por alguna razón resulta aún más aterrador. No llevo zapatos, pero eso no me importa, corro con todas mis fuerzas sin tener una dirección fija. ¿De qué estoy huyendo?

―¡Gema! ¡Ven a mí!

«¿Quién eres? ¿Por qué quieres que vaya?». Busco la voz, pero solo veo árboles, matorrales y hojas caídas. ¿Quién es?

―Mi pequeña Gema ―Me detengo de golpe, mi pulso se acelera al ver una figura delante de mí. Es un hombre, es alto y tiene una túnica negra. No puedo ver su rostro, pero sus ojos rojos me hielan la sangre. Tiemblo de pies a cabeza y doy un paso atrás. Tengo miedo―. Mi pequeña Gema... entrégame tu sangre.

―¡No! ―Un grito desesperado escapa de mis labios. El pecho me duele, siento que no puedo respirar y el corazón golpea con fuerza. Parpadeo reconociendo la habitación que me asignó Alain. ¡Un sueño!

De nuevo esa voz, la misma de mis últimos sueños. ¿Quién es? ¿Por qué siento tanto miedo?

―¿No puedes dormir? ―Me giro de golpe hacia la puerta.

―¿Qué haces aquí? ―cuestiono cubriéndome con la manta. No estoy desnuda, pero la camisa es ligera. Pen permanece junto a la puerta, sus ojos me observan con una mezcla de preocupación y desconcierto. ¿Me escuchó gritar?

―¿Qué es lo que ves en tus sueños? ―inquiere escudriñando mi cara. Me acomodo el pelo sobre el hombro, luchando por aparentar serenidad, pero mis manos me delatan―. Estás temblando.

«¡Dios! Tranquilízate, Gema».

―Te hice una pregunta, Pen ―No contesta, mantiene la expresión interrogante. No pienso contarle mis sueños. Miro alrededor. No sé qué hora es―. ¿Es hora de irnos?

―¿Por qué gritas de esa forma, Gema? ―Bajo de la cama y alcanzo mi ropa, que descansa sobre un costado de la cama. Le doy la espalda para comenzar a ponerme la camisa.

―No te importa.

―Estás nerviosa. ―Me quedo quieta ante su afirmación―. Siempre actúas a la defensiva cuando estás nerviosa o... tienes miedo. ¿Cuál de las dos es? ―Aún se acuerda de eso. Ni siquiera a Armen le he contado sobre esos extraños sueños, contarle a Pen no es una opción.

―Voy a cambiarme ―digo cortante―. ¿Puedes salir?

―Aunque no lo creas, puedes confiar en mí. Si algo te preocupa...

La donante (#1 ) *Resubida*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora